El primer semestre de Cambiemos en el Congreso

22 de julio, 2016 | 09.02
Mauricio Macri arrancó su gestión a decretazo limpio, contradiciendo rápidamente sus lemas de campaña sobre el respeto a las instituciones y la necesidad de fortalecer "la república". Desde el 10 diciembre hasta bien entrado marzo se dedicó a gobernar por la forma más arbitraria de todas, por decretos y "decretos de necesidad y urgencia", aprovechando ese período para realizar una enorme transferencia de ingresos hacia los más poderosos: el agronegocio, las mineras, las empresas petroleras.

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Recién se acordaron los republicanos de Cambiemos (PRO, radicalismo y Coalición Cívica) de abrir el Congreso cuando tuvieron que votar la fenomenal y escandalosa entrega a los fondos buitre. Ahí sí, rápidamente pusieron en marcha el mecanismo parlamentario en Diputados y en el Senado para sacar en tiempo récord la ley que le exigían los holdouts. Entonces les recordamos que ellos cuando eran oposición denominaban al Congreso como la "escribanía K", y que esta vez la escribanía ponía el sello a las exigencias imperiales que encarnaba el juez Griesa. Desde el FIT fuimos la cabeza de la denuncia contra "la Escribanía de Griesa" y no nos cansamos de denunciar la entrega que implicó ese pago que votaron muy contentos no sólo los diputados de Cambiemos y sus aliados como el GEN y el Socialismo, sino también el bloque de Sergio Massa, preanunciando lo que se terminaría constituyendo en un verdadero cogobierno, o el de Diego Bossio, también completamente subordinado al PRO.

Marcamos tempranamente también lo que luego se iría consolidando como política estable de doble rol del Frente para la Victoria, que se permite ser opositor en Diputados, pero en el Senado le votan sin chistar las leyes que requiere el macrismo.

La contracara brutal de lo expeditivo que fue el procedimiento para pagarle a los buitres, así como para favorecer a los empresarios y reforzar el aparato de persecución del Estado mediante la sanción de leyes como las de flagrancia, agente encubierto, arrepentido, etc, contrasta con la permanente negativa al tratamiento de cualquier iniciativa para frenar el ajuste, y en particular los tarifazos a los usuarios y a las empresas recuperadas.

Desde marzo, cuando las cúpulas sindicales visitaron el Congreso, exigimos una sesión especial para conseguir que se vote una ley antidespidos que fuera un punto de apoyo para la lucha de todos aquellos que estaban sufriendo los despidos, tanto en el ámbito privado como en el estatal. Finalmente se votó en mayo el proyecto del Senado al respecto, como culminación no de una lucha seria por imponer esa ley sino luego de un derrotero de dilaciones, negociaciones y traiciones, que fue lo que dio más fundamentos al final anunciado del veto de Macri para la única ley que salió del Congreso que tiene que ver con las necesidades populares. Macri no dudó, utilizó el más monárquicos de los recursos, el veto.

Tampoco hubo lugar en el Congreso para discutir el escándalo de los Panama Papers, el golpe institucional en Brasil, el boleto educativo gratuito, el brutal tarifazo en curso, las urgentes medidas que se necesitan contra la violencia machista. Siempre las mayorías parlamentarias actuaron para impedir que las necesidades del pueblo trabajador se discutan en ese recinto.

El broche de oro de estos seis meses fueron las votaciones en las últimas sesiones. Por un lado, el PRO trajo un paquete de leyes que aumentan los mecanismos de control social y represión sobre los trabajadores y el pueblo pobre, y, particularmente, sobre los que ejercen su derecho a la protesta y salen a las calles a reclamar por sus demandas. Como dijimos, el ajuste no pasa sin represión y la llegada de estas leyes fue parte de ese objetivo: blindar el ajuste en curso.

Nuestro compromiso y el de todas las bancas del FIT sigue siendo ofrecerlas como un puesto de lucha, un lugar para amplificar y acompañar efectivamente las peleas de los trabajadores, estudiantes, del pueblo pobre, y denunciar la política y los negocios de la clase capitalista y su casta de políticos a su servicio. Por eso peleamos porque la voz de las mujeres, los trabajadores y los jóvenes se escuche en ese recinto, donde la mayoría entra arrodillado.