Grandes obras maestras de la literatura rusa se han escrito abordando el tema del poder y sus excesos. Pocas, sin embargo, salieron a la luz en un contexto tan desfavorable como lo era aquel en donde Rusia era aún por ese entonces la Unión Soviética, y muchas menos obras de dicho tenor asomaron aún bajo el liderazgo de Stalin. Sucede que denunciar la desmedida ambición y a menudo barbarie del Sóviet no era pequeña cosa: ya ser escritor bajo la sombra del régimen era toda una hazaña, puesto que si se buscaba emular a los grandes autores de pasadas generaciones se corría el riesgo de ser considerado casi un delincuente, y alivianar o amoldarse a un discurso prefabricado por la política de turno, generaba el automático desprestigio de ser calificado como "decadente". Como siempre que se sacuden las aguas, las opciones se limitan a dos posibles salidas: nadar hacia otro lado, como pudieron hacerlo autores de la talla de Nabokov y Nemirovsky (con mayor o menor fortuna), o justamente, por tozudez o imposibilidad de tomar otro camino, nadar contra la corriente. En éste último grupo se ubicaron Isaac Babel, Osip Mandelstam, Boris Pasternak y quien aquí nos concierne: Mijail Bulgakov, autor "maldito" por la época que le tocó vivir, que tardó quince años en escribir su opus magnum que recién hoy es editado en la Argentina por la Editorial Libros del Zorzal (anteriormente difícilmente podían conseguirse apenas ediciones mexicanas o españolas en las pocas librerías porteñas que albergaban, casi sin saberlo, éste peculiar título en su itinerario). La nueva traducción está a cargo de Valeria Korzeniewski y fue revisada por Alejandro Ariel González, quienes seguramente debieron haber pasado largas noches en vela ante la dificultad de traducir un texto tan rico en cambios tonales y de estilo, que bordea el absurdo pero también un nivel de humor metafísico y complejidad filosófica descomunal.
Y es que Bulgakov, un médico nacido en Kiev en 1891 y fallecido en Moscú en 1940, ejerció su oficio durante muchos años pero de manera errática, dejando su marca en el cuento corto, el teatro y especialmente la novela, siempre desde un costado mordaz y cínico con toques de surrealismo a menudo desmedido y desconcertante. Su primer gran reconocimiento llegó con "Corazón de Perro" (que fue traducida al inglés recién en el año '67, cuarenta y dos años después de su creación), reelaboración del mito de Prometeo pero fundamentalmente heredero del romanticismo fantástico del "Frankestein" de Shelley, aunque con un animal en lugar de un humano. Ya en dicha obra aparece el tema del poder que le obsesiona, puesto que a medida que el cerebro del can toma control del cuerpo del hombre, la ambición y el abuso de poder van apareciendo y llevan al protagonista a ascender en las más altas esferas sociales, culminando en una posición jerárquica que le permite estrangular gatos por el mero placer de acabar con la especie "enemiga". Al término de esta descarnada fábula que ya ironizaba sobre las contradicciones del Sóviet, Bulgakov se enfrascó en la novela que aquí nos compete, "El Maestro y Margarita", que le demandó –y consumió- buena parte de su vida. Su gestación, claro, también en su momento sufrió los estragos de la persecución y la censura, por lo que su publicación fue por ende tardía. El propio Bulgakov quemó el primer borrador en 1930, al enterarse de que otra de sus obras (en este caso, "Cábala de Santurrones", una pieza teatral) había sido proscrita. Alguna vez en una carta se lamentó: "No sólo han acabado con mis obras del pasado, sino también con las presentes y futuras. Yo mismo, con mis manos, he arrojado al fuego el borrador de una novela sobre el diablo". Trágicamente, el propio autor jamás pudo ver su creación publicada en vida, y fue su mujer quien concluyó la misma en base a sus últimos borradores.
La historia en este caso bebe de otro clásico argumento fantástico, ésta vez más emparentado al "Fausto" de Goethe que al gótico de Shelley: la llegada del diablo a Moscú convulsiona a una sociedad sumergida en pleno comunismo, y altera el orden social de sus habitantes, revolucionando todos los aspectos posibles de sus vidas. Si a éste demonio disfrazado de mago le sumamos su fiel séquito, compuesto por un extraño asistente llamado Fagotto, un sicario con un solo colmillo llamado Azazello (evocación del lúdico y vil demonio Azazel) y un travieso gato parlante que camina en dos patas llamado Beguemot (adaptación de la criatura diabólica conocida como Behemoth), comprenderemos porqué "El Maestro y la Margarita" es un hermoso delirio surrealista que puede ser disfrutado tanto como una novela fantástica como lo que realmente es: una sardónica mirada hacia un régimen cuyo autor irónicamente comprendía como "bueno, pero tonto, al igual que existen esas personas de buen carácter pero necias".
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Hoy, año 2015, por primera vez aparece publicada esta pieza fundamental de la literatura rusa del Siglo XX, traducida directamente de su idioma original, y acercarse a ella ya no es –por suerte- una aventura relegada a unos pocos detectives de libros, capaces de recorrer los más ocultos recovecos de las librerías porteñas.
"El Maestro y Margarita" de Mijail Bulgakov. Editorial Libros del Zorzal, 2015.