La incorporación de energías eólica y solar, altamente ineficientes, no detiene su marcha. Mientras, el ministro de Energía, Javier Iguacel, mantuvo un silencio cómplice tras la suspensión de la obra de la hidroeléctrica Chihuido, el inminente freno a las represas en Santa Cruz y a la eliminación de los proyectos de cuarta y quinta centrales nucleares. Ésta constituye una inmejorable síntesis de "progreso" energético neoliberal.
Iguacel celebra la firma de contratos para generar escasa energía eléctrica a partir de residuos orgánicos derivados de la cebolla y restos de pescado. Sin embargo, frena los proyectos de generación a través del carbón, represas y centrales nucleares. Al hacer eso, el Gobierno celebra el avance del modelo energético de una Argentina pastoril, atrasada y dependiente.
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