Uno de los temas más importantes de la agenda pública argentina sigue siendo la cuestión del género, en particular las profundas desigualdades que se revelan cotidianamente en las más variadas esferas: el hogar, la escuela, la familia, el sindicato, el partido, el barrio, la empresa, la iglesia, la universidad, etc. La esfera política y gubernamental no escapa a esta problemática: si bien algunas de estas desigualdades han sido relativamente reducidas, por ejemplo, en los espacios parlamentarios, los poderes ejecutivos han tendido a resistir el avance de la agenda de género.
En los gabinetes, espacios privilegiados del poder y de la toma de decisiones, numerosos estudios muestran que las mujeres han sido siempre una minoría, han tendido a estar ausentes de muchas áreas de gestión, y, cuando han estado presentes, han sido nombradas para ocupar las posiciones de menor poder o en las áreas menos relevantes.
¿Qué tendencias concretas nos muestra el gabinete de Alberto Fernández en este plano? Si bien el tema de la desigualdad de género ha estado en el centro de las preocupaciones del presidente, lo que ha demostrado creando por primera vez un Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad en la estructura de su gobierno, ¿se comprueba esta preocupación en el reclutamiento concreto y más amplio de funcionarias en las altas esferas del Ejecutivo Nacional?
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Continuando con una línea de investigación original sobre las elites argentinas que desarrollamos en el Observatorio de las Elites del CITRA (CONICET-UMET), realizamos un estudio empírico sistemático sobre el perfil sociológico del gabinete de Alberto Fernández, que ya hemos realizado para gabinetes anteriores. ¿Cómo? A través del relevamiento sistemático de un conjunto de datos, todos ellos públicos (género, edad, nivel educativo, ocupación previa, etc.), sobre los individuos designados para ocupar los cargos más altos del gabinete: ministros, secretarios, subsecretarios, y sus equivalentes. Esto nos permite reconstruir el perfil de los 288 funcionarios y funcionarias que conducen todas las dependencias del gabinete nacional: la Jefatura de Gabinete de Ministros, los 20 ministerios y las Secretarias de la Presidencia. En nuestro trabajo empleamos el organigrama de gobierno establecido por el Decreto 50/2019, de diciembre de 2019, y las designaciones realizadas entre el momento de asunción del presidente y el 16 de marzo de 2020 (lo que llamamos gabinete inicial). No incluimos aquí las modificaciones del organigrama hechas por fuera de ese decreto, ni las designaciones posteriores a esa fecha, ni los organismos descentralizados.
El primer dato sobresaliente del gabinete de Fernández en términos de género es que las mujeres ocupan el 37,5% del total de los cargos más altos. Se trata de un porcentaje histórico, si lo comparamos con estudios que hemos realizado sobre sus dos antecedentes nacionales inmediatos: en efecto, en el gabinete 2015 de Mauricio Macri las altas funcionarias sólo representaban el 23,1% del total, mientras que en el de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner las mujeres eran sólo el 22,7% del total. La tendencia era similar, también, en algunos gabinetes subnacionales que hemos estudiado en el Observatorio: en 2015, las mujeres representaban sólo el 16,5% del gabinete de Vidal en la provincia de Buenos Aires, y el 23,8% del de Rodríguez Larreta en CABA.
El gabinete de Alberto Fernández marca, así, un record histórico en el reclutamiento de funcionarias mujeres para ocupar los cargos más altos del gabinete nacional, en su conjunto. Sin embargo, cuando consideramos a cada dependencia por separado, advertimos algunas particularidades.
A pesar del importante peso de las funcionarias mujeres en el conjunto, es llamativo que en 3 ministerios no haya sido designada ninguna mujer para ocupar altos cargos: se trata de Obras Públicas, Transporte y Trabajo, Empleo y Seguridad Social, los 3 ministerios que, de acuerdo con nuestros datos, presentan en sus cúpulas la mayor desigualdad de género de todo el gabinete de Fernández. Nuestros datos muestran que en muchas otras dependencias la presencia de mujeres es menor al promedio: es el caso del Ministerio de Agricultura (con sólo un 16,6% de mujeres), el de Relaciones Exteriores (21,4%), y el de Salud (25%). En las Secretarías de la Presidencia de la Nación (analizadas en conjunto) y el Ministerio del Interior, las mujeres apenas llegan al tercio del total de la cúpula.
Los datos sobre género son mucho más auspiciosos en otras dependencias. Las mujeres ocupan el 100% de la cúpula del Ministerio de la Mujer conducido por Elizabeth Gómez Alcorta, el 61,5% del de Seguridad, liderado por Sabina Frederic, y el 53,3% del de Educación, conducido por Nicolás Trotta; son los 3 ministerios más “femeninos” del gabinete nacional, 2 de ellos conducidos por mujeres. Los siguen con buenos indicadores, siempre superando el promedio del gabinete, el Ministerio de Turismo y Deportes de Matías Lammens, el de Cultura de Tristán Bauer y el de Ambiente de Juan Cabandié (los tres con cúpulas igualitarias), el de Desarrollo Territorial y Hábitat de María Eugenia Bielsa (44,44%), el de Justicia y Derechos Humanos de Marcela Losardo (42,8%), y el de Desarrollo Social de Daniel Arroyo (41,1%). El caso del Ministerio de Desarrollo Productivo conducido por Matías Kulfas es de destacar, ya que, a pesar de que su área de incumbencia está estrechamente vinculada con la economía (un área tradicionalmente masculina), las funcionarias de alto rango representan casi el 41% de la cúpula de la cartera. También hay que mencionar a los Ministerios de Ciencia y Tecnología conducido por Roberto Salvarezza, y de Defensa, liderado por Agustín Rossi, que han designado un 40% y un 38,4% de mujeres respectivamente, posicionando por encima del promedio del gabinete a dos áreas que durante el gobierno de Macri no tenían a ninguna mujer ocupando altos cargos.
Nuestros datos muestran que las designaciones realizadas por Alberto Fernández en su gabinete han sido un paso importante en la resolución del problema de la desigualdad de género en los espacios ejecutivos argentinos. Al mismo tiempo, muestran cuánto queda por hacer en ese plano.
Una cuestión no menor, que está en el centro de la problemática del género y el poder, es si la designación de una mujer en una alta posición de gobierno es condición suficiente para reducir la desigualdad de género, o para aumentar la influencia de las mujeres en los procesos de toma de decisiones. Sobre esa pregunta, y sobre la cuestión de las jerarquías políticas en el gabinete, volveremos en la próxima entrega sobre el gabinete de Alberto Fernández.