Sin final a la vista, Alberto necesita aprender a convivir con la pandemia

Con varios meses de restricciones por delante, es necesario encontrar una nueva estrategia. Geriátricos, cárceles y villas, los tres grandes desafíos. El caso Argentina, destacado en todo el mundo pero repudiado por Macri, que cada vez se queda más solo.

26 de abril, 2020 | 00.05

“No estamos en la fase final de la pandemia. Estamos al principio. Vamos a tener que vivir aún mucho tiempo con ella”, vaticinó el viernes la poderosa mandataria alemana Angela Merkel. Sobre un pronóstico similar trabaja el presidente argentino, Alberto Fernández, que ayer por la tarde anunció la continuidad de las medidas de aislamiento social obligatorio en todo el país, con la novedad de que se podrá salir de casa una vez por día, durante una hora, sin alejarse mucho de casa.


El anuncio, sorpresivo, revela un cambio en la concepción del problema. Ya no se trata de planear la salida de una cuarentena breve y definitiva. Hasta ahora, la ecuación pasaba por suprimir la mayor cantidad de interacciones posibles durante el menor período de tiempo necesario para eliminar la circulación de la enfermedad. Esa estrategia, tomada a tiempo, sirvió para frenar la expansión del virus. Pero no va a ser suficiente para resolver el problema de fondo. Es necesario cambiar de chip y aprender a convivir con la pandemia.


El desafío, ahora, es pensar cuáles pueden a ser los términos de una nueva realidad en la que la restricciones formen parte de la vida cotidiana de tal forma que permitan mantener a la sociedad cohesionada. Cómo serán las condiciones de esa convivencia con la enfermedad, por lo menos durante los próximos meses. En ese sentido, era necesario encontrar una válvula de escape, después de una semana en la que el movimiento de personas en AMBA aumentó un 50%. “Es una prueba piloto”, aclaraban anoche en Olivos.

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La decisión cuenta con la aprobación de los expertos. Aunque no son definitivos, estudios e investigaciones recientes sobre la transmisión del virus apuntan a que es más probable el contagio a través de gotas de Flügge, partículas pesadas que se transmiten en distancias cortas, que de  aerosprays, más livianas, que se suspenden en el aire o fomites, a través del contacto. También que son mucho más frecuentes los eventos de contagio masivo en lugares cerrados que al aire libre.


Existen, en cambio, tres ámbitos particularmente críticos, donde reside el desafío en los próximos días porque las condiciones objetivas configuran un caldo de cultivo de alto riesgo. Funcionan, a su manera, como los canarios que en las antiguas minas de carbón. La primera alerta se encendió esta semana en los geriátricos. La segunda, amenaza con estallar en las cárceles. La tercera, los barrios más postergados del conurbano, donde empiezan a aparecer algunos casos, todavía aislados.


El aumento de casos en los hogares para la tercera edad, un fenómeno que se repitió en todos los países, explica en su mayor parte la suba de casos esta semana y seguirá acumulando positivos a medida que aumente el testeo a esa población de riesgo. Aunque los números a simple vista parecen mostrar un alza, con resultados consistentemente arriba del centenar, lo cierto es que ha crecido en mayor proporción el testeo, que ya promedia arriba de las 2000 pruebas PCR por día.


Los resultados de la primera jornada de testeos rápidos en lugares neurálgicos de entrada y salida a la ciudad de Buenos Aires fue óptimo: cero casos detectados entre las primeras cuatrocientas personas evaluadas al azar. Es una prueba de que la circulación comunitaria todavía está muy limitada. Otros indicadores que señalan el buen camino es el porcentaje de positivos entre los PCR, que sigue bien debajo del 10% que recomienda la OMS, y la cantidad de camas de terapia ocupadas: sólo 144 hasta la mañana del sábado.


En esos números y en el apoyo que le dan, sin fisuras, los gobernadores, se recuesta Fernández para ahuyentar a los abogados de la reapertura económica, que no cejan en sus esfuerzos por torcer el rumbo del gobierno, a pesar de que la respuesta es la misma siempre. La prudencia dicta la norma. El resultado la legitima. La opinión pública, por ahora, acompaña, en números sorprendentes para el país engrietado. Le cuesta al Presidente encontrar razones para abandonar una estrategia, de la que, además, está convencido. 


El debate también se da dentro del gabinete. En la reunión que hubo el miércoles en la Casa Rosada, algunos manifestaron su preocupación por el futuro de la economía en este contexto y sugirieron dar pasos más firmes hacia la normalización de la actividad. La cuestión quedó zanjada por el ministro de Interior, Wado de Pedro, que después de escuchar todas las inquietudes ratificó que la prioridad será cuidar la salud pública, porque esa es la demanda de la sociedad argentina. Su intervención clausuró el debate.


El éxito de la estrategia epidemiológica argentina fue destacado esta semana por medios como The Economist o la revista Wired, que le dedicó un artículo titulado: “Cómo la cuarentena estricta de Argentina contra el Covid-19 salvó vidas”. Esa revista, que hace una cobertura extensiva de la pandemia, solamente resaltó el trabajo de cuatro países en todo el mundo: Argentina, Taiwan, Singapur y Corea del Sur. No está de más recordar que ninguno de ellos transita la crisis en medio de una brutal renegociación de su deuda externa.


El artículo de Wired no solamente destaca cómo la rápida decisión de aplicar el aislamiento social logró aplanar la curva sino que arriesga la hipótesis de que abrió la puerta a que otros países de la región también cerraran sus fronteras y establecieran restricciones a tiempo, evitando contagios y muertes no solamente aquí sino en todo América Latina. Esa reacción “no fue coincidencia” sino que “probablemente el resultado directo de que Argentina pasara de no tomar medidas a cerrar el país por completo en sólo una semana”.


En boca de Benjamin Gedan, un especialista en el país del instituto de política internacional Wilson Center, con sede en Washington DC, “que un país del tamaño de Argentina tome la decisión de adoptar medidas tempranas y agresivas hace más sencillo para otros jefes de Estado actuar con responsabilidad”, incluso si el costo para el país es “un tremendo sufrimiento económico”. Para Gedan, “las acciones de salud pública que siguió Argentina fueron nada menos que valientes”. 


En este contexto, la reaparición de Mauricio Macri, firmando una carta redactada por Mario Vargas Llosa para advertir contra el peligro de un autoritarismo imaginario, desentona como un rostro sin barbijo en la fila del almacén. Rodeado de ex políticos (José María Aznar, Luis Alberto Lacalle, Álvaro Uribe, el propio Vargas) y de empresarios (Alejandro Roemmers y Miguel Tagle), no termina de quedar claro en función de cuál de esos dos roles es que Macri fue invitado a suscribir la misiva, cuya prosa no hace justicia a la mano de su autor.


“Algunos gobiernos han identificado una oportunidad para arrogarse un poder desmedido. Han suspendido el Estado de derecho e, incluso, la democracia representativa y el sistema de justicia. (...) En España y la Argentina dirigentes con un marcado sesgo ideológico pretenden utilizar las duras circunstancias para acaparar prerrogativas políticas y económicas que en otro contexto la ciudadanía rechazaría resueltamente (...). A ambos lados del Atlántico resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo.”


La preocupación no alcanza a lo que sucede en Brasil, donde el virus hace estragos entre la población y el sistema político se desintegra por rencillas entre distintos sectores de la derecha. Tampoco por Estados Unidos, donde el Presidente recomienda inyectarse desinfectante para neutralizar el riesgo. Esos eran los aliados de la Argentina hasta diciembre. Los contrafácticos son indeseables pero muchos dirigentes opositores reconocen en privado que Macri gestionando la pandemia pudo haber terminado en un desastre.


En el plano local, el expresidente está quedando cada vez más aislado. Se recuesta en Patricia Bullrich para el armado político y a la exministra se suman los diputados Fernando Iglesias y Waldo Wolff como voceros preferenciales de su postura, lo cual ya es un dato en sí mismo. Algunos dirigentes muy cercanos a Macri ya se bajaron de ese barco, que sufrirá una nueva derrota esta semana cuando el Congreso comience por la cámara baja a sesionar de manera virtual, prefacio de la aprobación del impuesto extraordinario a los ricos.


El reglamento se acordará mañana en una sesión presencial de la comisión de Labor Parlamentaria, ad referendum de su aprobación por parte del cuerpo cuando haya quórum en el recinto virtual. Se trata de una maniobra que no podría realizarse sin acuerdo político con al menos un sector de la oposición. El diálogo de Sergio Massa con los radicales pasa por un pésimo momento y la Coalición Cívica tampoco dará el ok. Todos los caminos conducen a una sola persona: Christian Ritondo, jefe del bloque PRO. La suerte está echada.

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Nicolás Lantos

Nací en 1983 y viví casi toda mi vida en la ciudad de Buenos Aires, donde nunca voté a un candidato ganador. Trabajo como periodista desde 2005 en diarios, revistas, publicaciones digitales, radio y tevé, aunque más de una vez estuve a punto de dejar todo y ponerme a atender un bar. Especializado en análisis político nacional e internacional, cubrí desde la primera línea tres campañas presidenciales en Argentina (2011, 2015, 2019) y una en los Estados Unidos (2016). Antes de sumarme a El Destape y a lo largo de quince años de carrera colaboré en medios y plataformas locales e internacionales, entre los que se destacan Página 12, Radio Nacional, América TV, revista Los Inrockuptibles, Rock & Pop, Radio América, Posta, Yahoo Argentina, Vice News (España) y La Diaria (Uruguay).

Highlights:
1) Hice que Reutemann “se recontrameta en el culo” su candidatura presidencial en 2009,
2) predije el triunfo de Trump,
3) una vez Chávez me dijo que me parecía al Che.

Mi apellido se pronuncia como se lee. Soy hincha de Boca. Toco en una banda que se llama Krupoviesa.