La docuserie “Nisman: el fiscal, la presidenta y el espía”, que se estrenó en Netflix el 1° de enero, expuso la fluida relación de la CIA con la exSIDE y cómo esto cruzó de forma transversal el caso AMIA y el trabajo del fiscal que fue encontrado muerto en el baño de su departamento el 18 de enero de 2015. Frente a la cámara dirigida por Justin Webster desfilaron a lo largo de seis capítulos, entre otros, Ross Newland, delegado de la CIA en Buenos entre 1997 y el 2001; James Bernazzani, agente del FBI, quien fue enviado especialmente para colaborar en la pesquisa del atentado contra la mutual judía; el exjefe de Contrainteligencia, Horacio Antonio Stiuso; y Carlos “Moro” Rodríguez; Allan Bogado y Daniel Salcedo, todos relacionados con la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Qué dijo cada uno.
La CIA y la exSIDE
Uno de los testimonios más interesantes del documental es el de Ross Newland, quien no tuvo pruritos en contar algunos de los vínculos que la CIA mantuvo con la exSIDE, fundamentalmente con Stiuso, el hombre que une la investigación del atentado a la AMIA con el caso Nisman.
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Newland fue delegado CIA en Buenos Aires entre 1997 y 2001. “Financiamos distintos esfuerzos para encontrar blancos. Queríamos que hicieran hincapié en ciertos blancos”, dijo en referencia a la agencia de inteligencia argentina. “A veces era de interés internacional, y a veces no, pero lo hicieron y nosotros avanzamos en nuestros intereses. Así que ganaron ambos bandos. Tienes lo que se llama ‘blancos compatibles’. Y el contraterrorismo era, por lejos, el blanco más compatible”. ¿Y los otros blancos, cuáles fueron? Newland no se explayó.
“Jaime es un amigo”, dijo sobre Stiuso. “Trabaja tan duro o más duro que cualquiera que haya conocido. Era infame por sus acciones en los años ‘90 y a principios de la década de 2000. Solía recopilar toda clase de información sobre todo el mundo, así que siempre había una amenaza implícita de que si no hacías las cosas de cierta forma tenía información en tu contra”, afirma Newland con una sonrisa en su cara. “Te hacía sentir que tenía la información. Por la tanto, era temido. Y se volvió una figura como la de Rasputín en la política argentina. No se qué tanto había de cierto en eso. Había mucha fanfarroneada, mucha leyenda urbana. Porque yo lo conocía como persona. Y él hablaba tranquilamente, era amable. Era un hombre tranquilo y de familia. Pero creo que le encanta la imagen de Rasputín y le gusta ‘figurar’ como dicen en la Argentina. Le gusta ser importante. Y, sin duda, es importante”, añadió el delegado e la CIA en Buenos Aires.
El FBI en el caso AMIA
James Bernazzani fue el agente especial que el FBI envió a la Argentina entre 1997 y 1998 para trabajar en el caso AMIA. “El presidente Clinton había ofrecido la asistencia del FBI. Uno de los aspectos impactantes de la investigación argentina, que me tomó un poco por sorpresa, fue el hecho de que siempre hubo un esfuerzo por desarrollar los hechos que llevaron a la conclusión establecida. En lugar de dejar que los hechos establecidos llevaran a esa conclusión”.
“Entre los integrantes del gobierno argentino, había un consenso de que el gobierno de Irán financió el ataque y de que usó a su representante, el Hezbolá libanés, para cometer el ataque. Esa no fue una revelación sorprendente. El gobierno de Irán es un Estado que financia el terrorismo. Es una nación que usa al terrorismo para la política exterior. Sí intenta esconder la mano. Y mucha gente operaba con esa premisa”, agregó, aunque luego resaltó que no había pruebas contundentes que involucraran al gobierno iraní con el atentado.
Un pasaje especial merece la controversial referencia a una prueba de ADN. “A principios de 1998, dos de los técnicos en explosivos, agentes del FBI, estaban en el depósito con nuestros colegas argentinos mirando lo que quedaba del vehículo, la Renault Traffic. Una de las primeras cosas que haces es descompactar el metal para ver qué quedó atrapado en él. Aparentemente, no se había hecho hasta ese momento cuando llegaron los técnicos en explosivos del FBI. Fuimos una de las primeras agencias de seguridad que podía procesar ADN. Lo desarmamos y encontramos en una de las piezas compactadas de las chapas del vehículo de metal, que estaba pintado de blanco, elementos de carne seca dentro de tela de jean. Creo que fue un descubrimiento fundamental que identificó a un miembro del Hezbolá libanés como el terrorista suicida”, señaló Bernazzani. “El Hezbolá libanés tiene una relación con el gobierno de Irán, que financia a su representante para llevar a cabo un aspecto de su política exterior: el terrorismo”. Se trata de la tesis de Stiuso. Según se dio a entender ese ADN sería de Ibrahim Berro. Es decir que Berro sería el inmolado, algo que el propio Nisman hizo público en 2005. Pero hay algo que no terminó de cerrar en esta historia. Ese ADN (que Bernazzani dijo que se envió para ser evaluado y que no fue el único que se encontró) no consta en el expediente, y aún peor, según se explicita en el documental “el FBI ha confirmado, después de su entrevista, que no tienen ningún registro de esta coincidencia de ADN”.
Quizás por todo esto, Newland, el delegado de la CIA, que hizo menos agua que su par del FBI, dijo: “No podrían haber arruinado mejor esta investigación si se hubieran propuesto hacerlo de esta forma”. “A veces me hace creer que a nadie le interesaba resolver este caso realmente”, concluyó.
Lo que quedó claro es el vínculo de la exSIDE y de Nisman con los EE.UU., algo que no es una novedad. En el documental se repasa la visita del fiscal a la Casa Blanca, donde fue recibido en su despacho por Dan Restrepo, quien entre 2009 y 2012 fue asesor para Latinoamérica. Acaso no sea causal el dictamen que presentó Nisman en 2013 en el que denunció que Irán se había infiltrado en distintas embajadas de América Latina.
El rol de Stiuso
Antonio Horacio “Jaime” Stiuso, el exhombre fuerte de la secretaría de inteligencia, es uno de los protagonistas del documental. No es para menos. Sentado frente a la cámara de Webster pareció perder el poder que lo caracterizó. Y no fue convincente a la hora de responder repreguntas.
Narró que ingresó al organismo en la dictadura militar anterior a la de 1976. “No esta de los desaparecidos”, dijo.
Consultado por su apodo “Jaime” contó que se debe al personaje de los chistes, Jaimito. Relató que se lo pusieron los agentes de mayor edad cuando ingresó al servicio porque era “un chico travieso”. Tenía 18 años en aquel entonces.
Stiuso indicó que conoció a Nisman en el marco del juicio por AMIA, a fines de 2001. “Después la amistad se fue fortaleciendo”, explicó.
En más de una ocasión se quejó de que se lo acusara de haber escrito la denuncia de Nisman. Lo que está claro es que el exespía, de mínima, alimentó con escuchas la presentación del titular de la UFI AMIA.
Al ser consultado por el director del film por qué no le atendió a Nisman sus insistentes llamados en la víspera de su muerte, Stiuso no fue convincente en su respuesta. “Primero no le contesté porque estaba en vibrador. Aparte de eso si hubiera escuchado no iba a hablar con él. Usted prendía el televisor y no era Nisman era Stiuso y su títere Nisman. Lo iba a terminar de hundir si lo atendía. Así que lo iba a llamar al otro día, después del Congreso”, agregó.
“Si había tanto respeto entre ambos y tanta unión le hubiera contestado los llamados. No los contestó porque no quiso”, consideró Fein en el documental.
Hubo más de una pregunta de Webster a Stiuso, quien estuvo varias horas frente a la cámara. Otro de los interrogantes que abrió el director de la docuserie fue por qué nunca le dijo a Nisman que Alan Bogado no pertenecía a la SIDE tal como Stiuso había denunciado en la Justicia. El exespía no pudo brindar una explicación seria.
Bogado fue el ariete central de la denuncia de Nisman contra Cristina Fernández de Kirchner en la presentación que hizo por la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán. De hecho, el diario La Nación tituló su artículo del 19 de enero de 2015: “Un agente camporista de la exSIDE hizo de enlace con Irán”, nota que desde la Tribuna de Doctrina habían elaborado tras hablar con Nisman, tal como se desprende del documental.
“¿Tu sabías que Allan Bogado no era de la SIDE?”, le preguntó Webster. “Yo sabia que no era de la SIDE”, le contestó Stiuso. “¿Por qué no le dijiste nada a Nisman?”, le repreguntó. “Alberto sabía que no era nuestro”, respondió “Jaime”. “Es bastante evidente que Alberto Nisman no tenía constancia de esto”, subió la apuesta el director del documental. “Era otra inteligencia. Y tan mentira no era”, cerró Stiuso, y volvió a dejar muchas dudas con su defensa. Al igual que cuando el periodista le preguntó por qué estaban investigando el por qué del atentado tantos años después del hecho.
Respecto a las causas del atentado de la AMIA, Stiuso dijo que se debieron a que la Argentina entorpeció los planes nucleares de Irán al no venderle una planta. Pero Newland (CIA) lo desacreditó: “Nunca tuvimos ninguna información que indicara que Irán lo hizo porque frenaron el desarrollo de su tecnología nuclear. Es un buen ejemplo del pensamiento ex post facto”. “Nunca tuvimos ninguna prueba que apuntara a eso. Especulación”, añadió.
Stiuso en el caso Nisman
El ex jefe de Conrainteligencia de la exSIDE no estaba muy dispuesto a hablar en su primera declaración en la causa, recordó Fein. “Nunca dijo que entendía que a Nisman lo habían matado. Dijo como había sido su trabajo con Nisman”, explico la fiscal sobre el testimonio que prestó el exagente. “No aportó absolutamente nada” a la causa, añadió quien dejó una muy buena impresión en el documental, casi como contracara de Stiuso.
La segunda vez que declaró en la causa, ya durante el mandato de Macri, Stiuso dijo que a Nisman lo mataron “pero no aportó ninguna prueba”, tal como resaltó Fein. Tras el testimonio de “Jaime”, el caso pasó a la justicia federal, tal como pretendía la querella.
¿Un espía ilegal?
Allan Bogado, que se presenta como un espía ilegal, también posó frente a la cámara de Webster. “Nisman dice que soy un importante agente e inteligencia y el (entonces) gobierno de Crisitna Kirchner dice que no existí en ningún momento”, se presentó. Consultado por el periodista dijo que nunca la vio a Cristina, que nunca entró a la Casa Rosada “pero sí tengo llamadas con agentes de inteligencia”.
Luego pasó a explicar algo elemental en el mundo de la inteligencia. “La inteligencia en la argentina se divide en reunión de información, hay otro que analiza esa información y otro que dice con esto qué hacemos. Yo trabajaba en reunión de información. Son como maldicen ‘los callejeros’. Se cobra en efectivo entre 500 mil y un millón de pesos mensuales. No estar en el sistema es muy caro. Y te pueden decir los objetivos que quieren o vos estando en el ambiente en operaciones podes decir conocí a alguien”. “El tema Nisman salió de mi. Vi que podía acercarme a la comunidad iraní e informé. Debía averiguar cómo se financiaban, con quién se juntaban. Yo jugaba como era un representante de la inteligencia del gobierno argentino. Cualquier cosa le podía decir”, relató. Y sentenció: “Mi jefe es Jaime Stiuso. Es el que ordenaba todo”. También dijo: “Yo creo que Nisman fue embaucado”.
Bogado aseguró que el 24 de noviembre de 2014, la SIDE lo denunció diciendo que no era de la SIDE. “Esa denuncia me la hizo Stiuso a mi. Eso se llama ‘hacerte una cama’. Y se la hicieron a Nisman”, afrmó Bogado. “Lo que él denunció se caía en tres días. La línea se cortaba. Me habían denunciado y decían que no era espía. Cómo no le avisaron a Nisman. A mi me denunció quien hizo la investigación”.
El puente con Lagomarsino
Carlos "Moro" Rodriguez es un exagente de la SIDE que recomendó a Nisman conocer a Lagomarsino. Era “amigo” de ambos. Se lo acercó porque, dijeron, el fiscal buscaba un especialista en informática, la expertise de quien luego le daría el arma mortal a Nisman.
El “Moro” vive en el exterior y dijo que se fue “por tener a la familia amenazada”. Intercambió mensajes con Nisman poco antes de su muerte. Fue a raíz del envío de una nota que le habían realizado al titular de la UFI AMIA en la revista Noticias.
Rodríguez declaró en la causa y aportó los mensajes que intercambió con el fiscal. Contó que en su declaración habló de Stiuso.
“Yo no sé si Alberto fue victima de la guerra de los servicios -dijo a Webster-. Sí esta claro que Stiuso iba por una linea y otra gente iba por otra linea y que había más de un servicio funcionando. Por eso el primer primer consejo que le di a Alberto fue ‘Cuidate’ porque entraste al juego de la inteligencia grande. O a alguien se le escapa que a Alberto lo estarían escuchando iraníes, servicios de Israel, de Estados Unidos, de Inglaterra”, dijo ante la cámara.
Un AFI macrista
Daniel Salcedo fue jefe de la Bonaerense y luego perito de la querella a cargo de Sandra Arroyo Salgado. Durante la gestión de Mauricio Macri pasó a la AFI. Esto provocó un cruce de la expareja de Nisman y el Gobierno de Cambiemos, a quien apuntó desde la mesa de Mirtha Legrand por quitarle al perito.
En la docuserie, Salcedo expuso su tesis. “Llegamos a una primera conclusión: que (la de Nisman) era una muerte violenta. Y que no era ni un homicidio ni un accidente. Era un suicidio”. El expolicía insistió con la tesis de que sino deberían haber quedado residuos de disparo en la manos de Nisman, algo que es explicado en el mismo documental por el perito de la defensa de Lagomarsino, el criminalista Luis Olavarría. “No se pesquisó pólvora. Se pesquisó resto de fulminante”, contó. Y, a diferencia de Salcedo, precisió que se “hallaron partículas consistentes con residuos de disparo”.
“Es es un caso que desde lo pericial tiene buenas respuestas, simples”, explica Olavarría, que fue muy claro en su desarrollo. “¿Qué me dice la escena, que no fue modificada? El gesto de la escena es muy natural. Tac. No hay más movimiento”. La tesis del suicidio pareciera no tener mucho margen de duda más allá de lo que se quiere instalar.
Además, en la docuserie se cuenta con el testimonio de uniformados de la Gendarmería que estuvieron relacionados con el escandaloso peritaje que hizo la fuerza en el que se concluyó que a Nisman lo asesinaron. Al día de hoy aún no declararon en la causa.
En su titubeo ante las repreguntas de Webster, los gendarmes expusieron su falta de argumentos para defender el estudio con el que esa fuerza de seguridad, que estaba bajo las órdenes de Patricia Bullrich, concluyó que a Nisman lo asesinaron entre dos personas luego de drogarlo con ketamina. El trabajo, que con el cambio de Gobierno se espera sea revisado, se realizó mucho tiempo después del hecho y chocó con el del Cuerpo Médico Forense, que es el órgano especializado para realizar ese tipo de estudios, algo para lo que la Gendarmería no está mandatada.
A la luz de los actores que desfilan por la pantalla es entendible que ninguna de las pesquisas en cuestión, como la del caso AMIA y la de Nisman, hayan llegado a buen puerto.