La presidenta golpista de Bolivia Jeanine Áñez –reciente tapa de la revista Forbes, una distinción del mercado similar a la recibida en su momento por el ex Jefe de Gabinete Marcos Peña- declaró en un extenso reportaje cedido al diario Página Siete que mientras veía en el despacho de gobierno las masacres producidas por el Ejército en las localidad de Sacaba y Senkata tuvo un trance religioso. Tanto dolor le producían las imágenes de la represión que, aseguró la ex Senadora de Beni, tuvo un diálogo secreto con Jesucristo: “Si vos me pusiste acá (en referencia al mando presidencial), sácame de acá también si van a haber tantas muertes”, teatralizó Áñez en una apreciación disparatada sin lugar a repregunta del periodista para luego volver a culpar al presidente derrocado Evo Morales de las víctimas mortales producidas en las últimas semanas.
Sin embargo, el reciente informe publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos concluye algo contrapuesto a lo explicitado por Áñez. La CIDH concluye, en un documento elaborado por una delegación que visitó y recogió testimonios en Bolivia entre el 22 y 25 de noviembre, que en el vecino país se han cometido “graves violaciones a los derechos humanos, de las que se derivan 36 muertos víctimas de la represión” desde que la coalición golpista conducida en los hechos por el empresario gasífero y supremacista blanco Luis Camacho tomó el Palacio Quemado.
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La posición de la CIDH es significativa por dos cuestiones. A diferencia de la Comisión Argentina en Solidaridad con Bolivia –que realizó un informe similar tras viajar y sufrir persecuciones en La Paz- se trata de una mesa multilateral de expertos sin lazos políticos con el MAS de Evo Morales ya que intenta ser una voz ecuánime. Por lo tanto su posicionamiento es factible que concite una mayor repercusión internacional. Además la CIDH denuncia metodologías represivas del régimen como la implementación de “ejecuciones extrajudiciales”. Por otro lado, el documento resalta la existencia de grupos paramilitares abocados a intimidar a la población civil de rasgos étnicos populares: “Personas reportaron la participación directa en la violencia de grupos privados de diferente tamaño y con distintos niveles de armamento como la autodenominada ‘Resistencia Cochala’, un grupo armado y motorizado”.
La CIDH denunció la existencia de grupos paramilitares abocados a intimidar a la población civil de rasgos étnicos populares
El ministro de Gobierno Arturo Murillo, abogado personal de Camacho y en los hechos articulador de una política de persecución contra el MAS que él mismo ha definido como “una cacería”, criticó con dureza las denuncias formuladas hechas por la CIDH: “Nos parece un informe totalmente sesgado, un informe que no refleja la realidad, un informe que está favoreciendo solamente al narcoterrorismo”. Además, como era de suponer, Murillo no comentó nada al respecto de la propuesta pública hecha por la CIDH en el sentido de formar un “Grupo Internacional de Expertos Independientes” para poder profundizar la investigación de la represión desatada en el país tras el exilio forzoso de Evo Morales en México.
Precisamente, Morales aterrizaría en los próximos días en Buenos Aires donde busca asentarse para estar más próximo de su país en su nuevo rol como “jefe de campaña del MAS”, una misión encomendada por su partido durante un congreso realizado el último sábado en Cochabamba. La fórmula presidencial del evismo aún es una incógnita pero la palabra más repetida durante el cónclave fue “unidad”. Al parecer la estrategia electoral unificadora del nuevo gobierno argentino irradia en el espíritu del MAS boliviano.
Por el contrario, la coalición golpista parecería no poder tejer un manto de unidad entre sus principales dirigentes. A la ya conocida postulación electoral del ex presidente provisional Carlos Mesa se ha sumado otra división en el campo opositor. La hasta hace poco alianza de hierro entre Luis Camacho y su par cívico de Potosí Marcos Pumari se ha hecho añicos después de que se filtrara un audio en la prensa donde Pumari exige a Camacho una elevada suma de dinero y cuotas de poder en el Estado para aceptar ser el número dos en la boleta presidencial. Ese cortocircuito ayer tuvo un pasaje de comedia cuando Pumari volvió a apelar a Jesucristo en su intento de minimizar las heridas con el empresario de Santa Cruz amante de la Biblia: "¿Cómo puedo desconfiar de una persona que habla de Dios?".