Cristina y un cachetazo a los fiscales para avivar la campaña

21 de febrero, 2015 | 18.51

Por Fernando Cibeira
Especial para El Destape

El kirchnerismo acumula una rica historia acerca de resurrecciones cuando ya todos lo creen agonizante. Su fórmula ha sido politizar cada desafío y polarizar frente a un adversario que va mutando, pero que de última siempre corresponde a la caracterización de un orden restaurador, que apuesta a retornar a una situación de privilegios perdidos. Estados Unidos, el campo, los fondos buitres o grupos económicos concentrados como Techint y, omnipresente, la sombra del Grupo Clarín, aliado a ellos. La caracterización de la presidenta Cristina Kirchner a la marcha del 18F como la del lanzamiento del "partido judicial" se inscribe en esa lógica.

De acuerdo al análisis de la Casa Rosada, la marcha –si bien numerosa- no aportó novedades respecto al escenario político. Aunque los motivos fueron otros, se movilizaron más o menos los mismos que lo hicieron durante los cacerolazos de años anteriores. Una clase media y media alta urbana que está en contra del Gobierno desde hace tiempo y es la misma que convirtió a la ciudad de Buenos Aires en el bastión electoral de Mauricio Macri. "Es el núcleo duro de nuestra oposición. Están en las grandes ciudades, no nos votaron ni nos votarán. Pero la situación en la provincia de Buenos Aires y en el interior es totalmente diferente. Ese nivel de rechazo no existe", aseguran.

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Por eso, en la Casa Rosada eran de la idea de dejar pasar la manifestación y esperar que la espuma baje, así como sucedió después de cada cacerolazo. Pero la seguidilla de decisiones judiciales que se anunciaron el jueves -¡un día después de la marcha!- y la detención el viernes de uno de los principales acusados en la causa Ciccone hicieron notar que la movilización por Nisman no había sido el fin, sino probablemente el inicio de una ofensiva. Con la receta de la polarización, el Gobierno puede explicar cada medida judicial en contra que aparezca desde ahora como más de lo mismo. No está en el ADN del kirchnerismo aguantar los golpes mansamente y sin respuesta.

La Presidenta aprovechó la foto de la cabeza de la manifestación compuesta por fiscales de pasado cuestionado, incluso varios con notorios vínculos con el menemismo, para hacer notar que este "partido judicial" no tiene nada de nuevo. Vendrían a representar los mismos intereses que coloca en la vereda de enfrente desde los inicios de su gestión. Obviamente, todavía es muy temprano para saber si esta polarización será beneficiosa para el kirchnerismo en términos electorales. "Mejor que quedarse sentando viendo cómo hacen desfilar funcionarios por Tribunales seguro que es", respondía uno de los precandidatos presidenciales enrolados en el kirchnerismo duro.

Uno de los efectos de la muerte de Nisman fue el de paralizar la campaña electoral. Muy difícil para los candidatos meter un tema fuera de lo que rodea a este caso. Así las cosas, ya entrado 2015, hay varios aspirantes del kirchnerismo que todavía no lograron asomar la cabeza. El mantenimiento de sus precandidaturas es tan sólo a los efectos de una posible bendición de la Presidenta que aparece cada vez más improbable. O, al menos, que les toque algo en el reparto si es que CFK finalmente decide mete mano en el armado.

Fue notorio como los candidatos mejor posicionados, Daniel Scioli y Florencio Randazzo, se mantuvieron estos días lo más lejos posible de la zona de conflicto. Ambos sueñan con representar al electorado K pero no quedarse sólo en eso, sino también captar votos independientes que les permitan ganar un eventual ballotage. En ese camino, el caso Nisman es campo minado. La polarización que puso sobre la mesa la Presidenta los obligará una vez más a tomar partido.

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