Crisis económica macrista: ¿La pelota la tiene el FMI?

En breve, el organismo debe decidir si libera 5.400 millones de dólares del préstamo. El riesgo de repetir el error del 2001. 

24 de agosto, 2019 | 22.16

En la columna de la semana pasada señalábamos que el FMI ha desembolsado U$S 45.000 millones desde junio de 2018 con el objetivo de estabilizar la economía y prevenir el default. Pero nada de eso ocurrió.

Por el contrario, en el curso de 2019, la devaluación mayorista se aproxima al 50%, la inflación se proyecta en el 60% con serias tensiones en la cadena de abastecimientos y pagos, la tasa de interés de referencia alcanzó el 75% y el riesgo país flota en los 1800 puntos. 

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Es una incógnita la posición que va a tomar el organismo a la hora de evaluar estos números calamitosos financiados con sus aportes, que también han tenido un correlato político en el resultado electoral de las PASO del domingo 11 de agosto.

Un programa "stand by" que fue modificado en varias oportunidades; aumentando su monto total, acelerando el cronograma de desembolsos y eliminando en los hechos las pautas para intervenir en el mercado cambiario, a fin de adaptar el mismo al calendario electoral del año 2019, convierte al organismo multilateral en un virtual perdedor de los comicios de agosto en sociedad con el Gobierno de Cambiemos.

Este domingo llega la misión encargada de revisar el cumplimiento del programa en curso y dictaminar sobre la viabilidad de efectivizar el próximo desembolso pautado para mediados de septiembre por u$s 5.400 millones.

¿El FMI continuará apoyando resueltamente al Gobierno más allá de cualquier evaluación técnica como lo ha hecho hasta ahora, o retaceará su acompañamiento? La respuesta inmediata se reflejará en el giro del próximo aporte en fecha o en su dilación.

La decisión es política y se encuentra en la Casa Blanca. Las causas por las que Estados Unidos decidió apoyar resueltamente a Macri, más allá de las flagrantes inconsistencias de su programa de Gobierno, suelen ser inscriptas en la relevancia estratégica de la Argentina en la región, en el marco del conflicto global de la principal potencia con China. Si predomina este factor estructural, es razonable pensar que continuará el respaldo a fin de asegurar una transición institucional ordenada y preservar a un líder aliado para el futuro.

Es imprescindible ahuyentar a los "halcones" nacionales y extranjeros, que pregonan abandonar a la Argentina a su suerte, repitiendo el evento de agosto 2001, cuando el FMI le bajó el pulgar a la Convertibilidad quitándole apoyo al entonces ministro de economía de la Alianza, Domingo Cavallo. Nunca el organismo multilateral pudo superar las críticas internacionales por un comportamiento tan errático con un país relevante, viabilizando un programa inviable a mediano plazo y sólo sosteniéndolo con flujo de deuda.

Por otra parte, no pareciera beneficioso para las políticas de Estados Unidos en la región agregar a un Bolsonaro risueño contemplando cómo se incendia el Amazonas, un Macri sumergido en un caos económico que lo haga "salir por la ventana", según trascendieron las palabras utilizadas por su propio ministro de economía para describir un escenario de descontrol de las variables.