Coronavirus y modelo argentino

Cada país expresa su modo de organizar la sociedad en cómo combate a la pandemia. El caso argentino. 

19 de abril, 2020 | 00.05

Desde que apareció el coronavirus la tierra gira alrededor de él. Junto a esta centralidad, surgen toda clase de teorías -filosóficas, políticas, científicas, conspirativas y geopolíticas- sobre su origen y  las consecuencias que traerá.

En el artículo Encerrar y vigilar, publicado en el diario El País el 28 de marzo de 2020, Paul Preciado analizó esta pandemia partiendo de la concepción biopolítica de Foucault. El filósofo francés sostenía que el cuerpo vivo es el objeto central de la política, y que no hay política que no sea de los cuerpos. Foucault no se refería al organismo biológico, sino a la producción del cuerpo realizada por el poder, un dispositivo que penetra y se hace carne en la singularidad. 

En ese artículo, bajo la premisa de que las epidemias son laboratorios de innovación social y de las tecnologías del poder, Preciado revisó la historia de algunas de las epidemias mundiales de los cinco últimos siglos: lepra, peste, sífilis, sida y coronavirus. Concluyó con una ecuación: “Dime cómo tu comunidad construye su soberanía política y te diré qué formas tomarán tus epidemias y cómo las afrontarás”. Esto implica que el virus reproduce en la sociedad las formas dominantes de la gestión biopolítica.

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Preciado divide en dos las estrategias o tipos de tecnologías biopolíticas que los países han tomado frente a la extensión de la COVID-19. Italia, España y Francia aplicaron medidas disciplinarias: el confinamiento domiciliario de la totalidad de la población. El filósofo español no mencionó que en esos países el aislamiento se realizó tardíamente, en medio de la tragedia, luego de esperar la autorregulación y consumación natural del virus. Dicho de otra manera, no fue un mal cálculo de esos gobiernos, sino una decisión producto de la concepción neoliberal, una nueva muestra del darwinismo social que sacrifica a los más vulnerables.

La segunda estrategia, puesta en marcha por Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Hong-Kong, Japón e Israel, se basó en técnicas de biovigilancia. En ellas el énfasis se puso en la detección individual del virus a través de la multiplicación de tests y la constante vigilancia digital.

 Por alguna razón que desconocemos, Preciado omitió incluir en su artículo el modelo argentino, que constituye una tercera posibilidad y ejemplo en el mundo. 

 La Argentina para enfrentar la pandemia asumió la decisión política de una tercera vía: la planificación y organización de los recursos necesarios para combatirla. Se configuró una primera etapa de cuarentena preventiva y obligatoria, cuando el virus no estaba desencadenado en el país. Luego se pasó a una segunda etapa, a partir del 13 de abril, de cuarentena administrada con carácter comunitario en barrios carenciados.

 La estrategia argentina consistió en politizar el virus, priorizar la vida conformando un equipo de expertos, buscando aplanar la curva de contagios para ganar tiempo a fin de generar un sistema de salud equipado y preparado, capaz de atender a los afectados sin el riesgo de desborde de la estructura sanitaria. Se trata de cuidar a los más vulnerables organizando la comunidad, poniendo el Estado al servicio de la salud y el bienestar del pueblo, brindando protección y contención en lo económico junto con gestión efectiva.

 La estrategia argentina consistió en politizar el virus, priorizar la vida conformando un equipo de expertos

Entre algunos filósofos hay un gran debate acerca de los cambios que traerá al mundo el coronavirus. Byung-Chul Han sostiene que el actual capitalismo puede mutar y transformarse en un régimen de vigilancia rigurosa, control social y gestión de las vidas: un totalitarismo virtual. Por el contario, Zizek afirma que esta pandemia producirá una salida del capitalismo.

Preferimos descolonizar el pensamiento y no adherir a los fantasmas y conjeturas eurocéntricas que plantean filósofos de otros países, con otras historias y tradiciones. 

En la Argentina, junto a la revalorización del Estado y lo público, se van presentando indicadores que permiten ir dibujando contornos alrededor de dos significantes: cuidado y control. El hashtag #Quedatencasa expresó una decisión del gobierno que se convirtió en bandera apoyada por la mayoría, la de preservar la vida antes que el mercado. 

La respuesta social de alto acatamiento al aislamiento -salvo una minoría infaltable de desobedientes-, indica la asunción responsable de una inmunización colectiva, comprendiendo que el cuidado propio implica también el de todxs y viceversa.  

Cabe recordar que el neoliberalismo concibe la salud en una dimensión individual y como una mercancía –“gasto o inversión”-, no como comunitaria ni como un derecho. El coronavirus ha hecho que la sociedad se vuelque hacia el Estado para exigir cuidados.

Más allá del periodismo de guerra, la avanzada de trolls de Marcos Peña contra el gobierno y el feroz individualismo miserable -como la acción de Paolo Rocca de Techint de cesantear a 1500 trabajadores-, se vislumbra el surgimiento de una mística del cuidado, la solidaridad y el control.

Cuidado, solidaridad y control se organizan no sólo desde el Estado, sino también y fundamentalmente de manera comunitaria y horizontal: sindicatos, profesionales de la salud, movimientos sociales, vecinos, artistas y reacciones sociales como el ofrecimiento de miles de voluntarixs, conformando un enorme operativo de cuidado.

Vemos aparecer una nueva relación con el otro, que comienza a dejar de ser visto como enemigo ideológico o como el que “me saca lo que me pertenece”, dando lugar al prójjimo con el que tengo una relación hospitalaria.

A pesar de que se plantearon casos de excesos de represión policial que no se deben dejar pasar, el control asociado al cuidado no tiene que ser sinónimo de fascismo o totalitarismo, sino consistir en una acción democrática de intentar frenar la muerte no sólo para la élite minoritaria sino para todxs.

El rol que están jugando las FF.AA. abocadas a fabricar barbijos, alcohol en gel y asistir a la población, está posibilitando cambiar el imaginario social, constatando que el ejército formado en los años kirchneristas se diferencia de las fuerzas que torturaron y mataron a miles de personas en el país. 

¿Qué sucederá cuando la pandemia haya cesado? El virus pasará a ser sólo una mal recuerdo, una noticia que paralizó al mundo y arruinó economías que estaban en terapia intensiva, o puede ser una gran oportunidad para construir una realidad en la que entremos todxs.

El poder seguramente intentará volver a la lógica capitalista, la misma que nos condujo al desastre, orientada por la acumulación ilimitada del capital,  que genera un sistema social depredador. Lo que suceda dependerá de la acumulación de fuerzas populares, de sus deseos de interrumpir la marcha incesante del capital y de la capacidad de creación de modos de vida no neoliberales

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