En condiciones normales, un mes de mandato sería insuficiente para analizar una gestión de gobierno y plantear conclusiones, ya que suele tratarse de un periodo de adaptación, diagnósticos y conformación de equipos de trabajo.
En el caso de Mauricio Macri, sin embargo, un mes bastó y sobró para conocer los lineamientos generales de su gestión, plasmados mediante medidas concretas que permiten ver con claridad quiénes serán los beneficiarios de las políticas de los próximos 4 años.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
En el plano económico y social, en estos 30 días se provocó una importante devaluación (afectando severamente los salarios), se eliminaron las regulaciones a las importaciones (poniendo en riesgo nuestra industria), se quitaron retenciones a las exportaciones primarias (permitiendo así el aumento del precio de los alimentos, a la vez que se desfinancia al Estado), se tomó deuda externa multimillonaria, se anunció el fin de los subsidios al transporte y servicios públicos y se despidieron empleados públicos sin previa auditoría.
Estas medidas redundarán indefectiblemente en una gran transferencia de recursos de las capas medias y populares hacia los sectores más concentrados de la economía, tanto nacionales como externos, que fueron los que promovieron y alentaron la candidatura de Macri, viendo en su figura a uno de los pocos representantes de la derecha capaces de encontrar aceptación en el electorado, aunque por supuesto con auxilio de una monumental campaña mediática que incluyó la instalación de una supuesta buena gestión en la Ciudad de Buenos Aires, el ocultamiento de su programa económico y la denostación sistemática del kirchnerismo (incluso con denuncias penales totalmente infundadas).
En el plano institucional la situación no es menos desalentadora: decretos que anulan leyes, nombramiento de jueces de la Corte sin acuerdo parlamentario, represión injustificada a trabajadores, entrega de puestos clave a CEOs de corporaciones, persecución a militantes y comunicadores.
Sólo para quien haya creído en el discurso de campaña de Macri (conciliador y de reconocimiento hacia muchas políticas del kirchnerismo) puede resultar sorprendente e inesperado su accionar como Presidente. En cambio, para quien recuerde los cientos de vetos siendo jefe de Gobierno, la represión en el Borda, las aulas container y obstáculos a la inscripción escolar, el contraste entre las políticas orientadas al norte y sur de la ciudad, el cierre de centros culturales, la persecución a personas en situación de calle mediante la UCEP: es decir, para quien recuerde los últimos 8 años de Macri, estos 30 días no presentaron grandes novedades. Y mucho menos teniendo en cuenta los referentes económicos del macrismo, responsables directos del saqueo que sufrió la Patria en 2001.
Dado el perfil antipopular de la gestión, el PRO entiende que sólo mediante una inmensa cobertura mediática puede gobernar sin ganarse el repudio de amplios sectores sociales, incluidos muchos de sus propios votantes.
Es por esto que ha empezado a desplegar una política tendiente a acallar toda voz disidente que pudiera presentarse: empezaron por los periodistas de los medios públicos y continuaron por los privados, haciendo que los propios medios de comunicación fueran los que quitaran del aire a valiosos y reconocidos comunicadores.
El paso más grave dado en esa dirección fue el de eliminar el AFSCA por decreto, suspendiendo por ende la aplicación de la ley de servicios de comunicación audiovisual y permitiendo así que Clarín continúe gozando de su posición dominante, monopólica e ilegal.
Se avecinan sin dudas 4 años difíciles para el campo popular, donde será cada vez más importante encontrarnos unidos y organizados en pos de la construcción de un gran espacio que sepa interpretar las demandas de un pueblo que tiene en su memoria reciente el recuerdo de los últimos 12 años. Aun con todos los errores que debamos asumir, se llevó adelante un modelo de inclusión que generó trabajo, distribución de la riqueza, desendeudamiento, contención social y educación para los más débiles, respeto y reconocimiento en la diversidad (cultural, sexual, étnica) y soberanía nacional ante un mundo cada vez más complejo.
En ese camino arduo pero imposible de no emprender, y en el que seguramente no faltarán dudas e interrogantes, los militantes populares tenemos una certeza ineludible: contamos con la conducción y liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner.