Con motivo del décimo aniversario del brutal y desmesurado paro de la patronal agraria del año 2008, se reunieron a celebrarlo en San Pedro un conjunto de personajes nefastos, impresentables y representantes de las más diversas expresiones antipopulares.
Los discursos francamente bizarros dignos de enmarcarse en el reciente Carnaval, comenzaron con invocaciones al Rey Momo, Venegas, un monarca disfrazado de peón rural dueño de una fortuna incalculable (Maria Eva, su hija,. dixit); para continuar con evocaciones vergonzantes sobre una medida de fuerza sin antecedentes por los daños colaterales provocados, el desabastecimiento de productos básicos a toda la población generados por los piquetes en las rutas del país, los escraches, violencias físicas y aprietes a los legisladores –nacionales, provinciales y municipales-- como también a funcionarios de los respectivos ejecutivos y las arengas destituyentes que pusieron en vilo por meses la institucionalidad republicana.
Expresiones de un ostensible extremismo que lejos estaban de evitar profundizar grietas y mucho menos de ser manifestación de diálogo alguno, como declaman desde el Gobierno nacional e hipócritamente recitan muchos de los que hicieron uso de la palabra en esa ocasión.
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Las referencias laudatorias a quien fuera el conductor de la UATRE, colaborador en las sombras de ese paro agrario, socio de las patronales del campo, proveedor de las personas que ocuparan las rutas y prepararan a su vera los asados para los propietarios rurales que seguían produciendo valiéndose de sus trabajadores, dando cuenta de otra peculiaridad de ese paro sólo hacia afuera pero no hacia dentro de sus establecimientos; se compadecía con el curioso ejemplo del prototipo PRO-CAMBIEMOS de dirigente gremial que lo identificaban con Venegas.
Silencio de radio de CARRIO, denunciadora serial de supuestas mafias, en particular sindicales; alegoría de De Angeli denominando a Luciano Miguens - quien fuera entonces el Presidente de la SRA- como el abanderado de los humildes; discurso de cierre del Ministro de Agroindustria, Etchevere, denunciado por trabajo esclavo en sus campos y acusado por su hermana de diversos fraudes, elogiando las violencias cometidas por la Mesa de Enlace con motivo de la Resolución 125 y, a su vez, invocando la paz, la transparencia y los valores republicanos del Gobierno que integra. Sólo faltaba que hablarán de los niños –víctimas ancestrales del trabajo rural- apelando a la figura del Padre Grassi.
La sucesión de Venegas
De la patrimonial ninguna noticia gracias al bloqueo mediático, a pesar de los graves incidentes derivados del fallecimiento del dirigente, cuya fecha de real acaecimiento también provocó dudas y rumores de peso o de pesos ($).
Acerca de la sucesión institucional (UATRE, RENATEA o ex RENATRE, negocios conexos), poco y nada, para ocultar a los otros disfrazados en el Carnaval rural de CAMBIEMOS y a los tristes e impresentables vestigios de la Mesa de Enlace.
Una inicial señal de la particular concepción de CAMBIEMOS sobre la independencia de la Justicia, la proporciona la Corte Suprema dando un anticipo, al declarar en noviembre de 2015 en una sentencia –digna de eximios tiempistas- la inconstitucionalidad de los artículos de la ley 26.t27 (el Nuevo Estatuto del Peón Rural) que creaba el RENATEA en remplazo del RENATRE uno de los feudos del Rey Momo; cuyo saldo paga MACRI, con “FE”, por la adhesión electoral decidida por Venegas -como mutilada pata sindical de CAMBIEMOS-, reinstalado a su gente en la conducción de aquel Organismo de Estado.
¿De qué Campo hablamos?
¿El mítico de la “125”?, una verdadera entelequia que se presentaba como la representación del CAMPO y de la Patria, cuando no era más que el pequeño círculo de los grandes empresarios agrarios, que arrastrara a chacareros embaucados por sus dirigentes sectoriales en contra de sus propios intereses.
¿El real del abuso, la explotación sin límites de los trabajadores rurales y la extendida trata de personas con fines de explotación laboral?
Los derecho-habientes institucionales y responsables de la deconstrucción práctica de los derechos que habían alcanzado los trabajadores agrarios, permiten descifrar esos acertijos.
A poco que se advierta el papel cumplido por el Estado nacional y Gobiernos provinciales a través del MTEySS y las administraciones de trabajo en las provincias, desactivando sus tareas inspectivas y los programas de empleo.
El desmantelamiento del RENATEA, la persecución política a los empleados del RENATEA y la expulsión de todos los contratados a partir del 23 de enero de 2012 (fecha en la cual se puso en funcionamiento el nuevo Organismo), con la complicidad de UPCN en un acto sin precedentes, la derogación del CCT que les reconocía al personal estabilidad en el empleo, por las mismas partes signatarias y la ilegal homologación de ese “acuerdo” por el Ministerio de Trabajo.
Los nuevos (viejos) negocios privatizadores de los servicios propios y a cargo del RENATEA, devolviendo a los operadores tercerizados con millonarios contratos el manejo que les diera el ex -RENATRE de funciones vitales –que obviamente no cumplen- en el control del trabajo no registrado, el cobro de las multas a los empleadores incumplidores, la implementación de programas de capacitación y de difusión de los derechos reconocidos por El Nuevo Estatuto del Peón hasta ahora no derogado.
La zaga campestre
Las recientes medidas del Gobierno nacional, anulando distintos mecanismos de regulación y control estatal (Registros Fiscales de Operaciones de Granos, de Tierras Rurales Explotadas, de Semillas), ¿a quiénes favorecen?
Más de lo mismo, siempre la tutela al libre albedrío del capital concentrado (de los ricos empresarios) y el correlativo desamparo a los vulnerables del campo: trabajadores, chacareros, pequeños propietarios rurales y la agricultura familiar.
La remanida presión tributaria invocada por los sectores más favorecidos, cuyo alivio por el Estado nacional con presiones a provincias y municipios para adoptar medidas en similar sentido, tiene igualmente por destinatarios a los sectores hegemónicos y concentrados de la economía, con la consiguiente desfinanciación de las políticas públicas que atiendan las necesidades de la sociedad en su conjunto en materia de asistencia y seguridad social, salud, educación, promoción industrial y del empleo de calidad.
Hablar de la restauración conservadora no es un mero eufemismo, sino que resulta del propósito claro de MACRI y su equipo –no el mejor, ni de los últimos 50 años, sino semejante al del cipayismo reinante hace casi 80 años- de volver a convertir a la Argentina en un país pastoril (ahora sojero) y de producción primaria, para insertarnos de nuevo en el Mundo, en el lugar colonial que nos propone e impone el Capital Financiero global.
Como fue en aquel entonces y sigue siendo en la actualidad, la resistencia a ese destino cruel, empobrecedor y excluyente de las grandes mayorías sólo puede encararlo un Movimiento nacional y popular animado por profundas convicciones patrióticas, cuyo eje repose en los trabajadores y sus organizaciones sindicales, en dónde los gremios rurales deben recuperar el protagonismo que alguna vez tuvieron.