¿Where is Guyana?, el análisis de Pedro Brieger

22 de mayo, 2015 | 13.00
Las recientes elecciones del 11 de mayo en Guyana son una muestra cabal de las dificultades que existen en el proceso de integración de América Latina y el Caribe. Fuera del propio país, pocos medios de comunicación hicieron un seguimiento del proceso electoral o dieron a conocer los resultados una vez que se abrieron las urnas, aunque el triunfo del opositor David Granger tardó varios días en confirmarse y el expresidente Donald Ramotar dijera que impugnaría la votación porque su partido -el Partido Progresista del Pueblo, que gobernó durante 23 años- perdió por menos de cinco mil votos.

La incertidumbre de no conocer el resultado mantuvo en vilo por varios días a los guyaneses e incluso hubo algunas movilizaciones de protesta. Sin embargo, la inmensa mayoría de los medios regionales no le dedicaron ni siquiera una palabra a Guyana. Como si Guyana no existiera. Como si este pequeño país que logró la independencia del Reino Unido en 1966 no tuviera historia, como si nadie registrara que Guyana tuvo a Janet Rosemberg Jagan como la primera mujer electa presidenta en elecciones democráticas en la historia de América del Sur.

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Es verdad que Guyana, Surinam y la Guayana Francesa -que todavía es parte de Francia- tienen una historia diferenciada del resto de América del Sur, por haber sido colonizados por los ingleses, holandeses y franceses respectivamente. No es menos cierto que durante décadas su vínculo histórico-cultural con las antiguas metrópolis estuvo por encima de su ubicación geográfica y hasta el día de hoy es muy difícil llegar a Georgetown o Paramaribo desde alguna ciudad suramericana.

No obstante, en estos últimos años tanto Guyana como Surinam han manifestado su intención de estrechar los vínculos con el resto del continente y se sumaron de manera entusiasta a UNASUR. Esto quiere decir que sus vaivenes políticos afectan a la región. Hay que tomar en cuenta que estas elecciones marcaron el fin de una era porque por primera vez ninguno de los dos partidos nacionalistas que lucharon por la independencia está en el poder, como bien señala el Guyana Chronicle en su edición del 17 de mayo.

David Granger enfrenta múltiples desafíos internos. Está al frente de una gran coalición de seis partidos y triunfó por escaso margen. Esto pone en riesgo la estabilidad política en un país cuyo régimen es presidencial combinado con un sistema parlamentario cuya solidez depende de la construcción de una mayoría clara en el Parlamento. El otro gran desafío es la integración regional de Guyana, aunque esto tal vez dependa más del resto de los suramericanos que de los propios guyaneses que –al fin y al cabo- saben muy bien dónde está Guyana.