En las últimas horas se aceleró la carrera para obtener el antídoto que contrarreste el coronavirus. China, Estados Unidos y Alemania se adjudicaron, casi a la par, tener prototipos de vacuna para frenar el avance del COVID-19, que ya causó casi 200 mil infectados y 7.900 muertes en todo el planeta. Y otros países como España, por ejemplo, buscan contrarreloj una fórmula para poder inmunizar a quienes no hayan sido infectados. Pero, a ciencia cierta, ¿cuán cerca se está de obtener el fármaco que detenga esta pandemia global?
Este martes, se informó en distintos medios que la Academia Militar de Ciencias Médicas de la República Popular China logró desarrollar “con éxito” un modelo de vacuna contra el coronavirus y que ya se prepara para su producción “a gran escala”. La noticia se basó en un comunicado que emitió el Ministerio de Defensa del país asiático.
El mismo día se comunicó que el Instituto de Investigación de Kaiser Permanente en Seattle, Estados Unidos, también logró avances importantes en la materia. En este caso se hizo referencia a una candidata a vacuna conocida con el código mRNA-1273.
Mientras estas novedades se difunden en los medios con bombos y platillos, en la Argentina aumentan los casos paulatinamente (ya son 79 los infectados) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que para obtener la vacuna falta como mínimo un año o incluso más. Ante este escenario, El Destape consultó a especialistas en virología e infectólogos, para tener una dimensión de los avances científicos en lo que atañe a la lucha contra el COVID-19.
“China dice que tiene una vacuna que va a entrar en fase 1 y, por otro lado, Estados Unidos también tendría otra propuesta que ya empezó a probar. Sea cual sea, cualquier desarrollo de vacunas, lleva distintas fases. La primera se prueba en una poca cantidad de voluntarios. Dependiendo el país tiene distintas regulaciones. Lo que cambia en las fases es la cantidad de personas que se involucran en los estudios. Cada fase va probando diferentes cosas como la seguridad y al eficacia de la vacuna”, explica Sandra Goñi, docente investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes en el laboratorio de virus emergentes.
Para tener una dimensión de los plazos que abarcan los avances en torno a la vacuna contra el coronavirus: la fase 1 en China se inicia ahora y se extenderá hasta el 31 de diciembre. “Es de muy larga duración. Son muchas las cosas que hay que poner a punto. No es tan sencillo como que en un par de meses sale una vacuna. Y aún se requieren dos fases más”, añade Goñi. Y explica: “Una vez que se tiene una vacuna segura y eficaz después hay que producirla y distribuirla. Todo eso lleva tiempo. Si hay alguna expectativa con respecto a que la vacuna esté antes del invierno, no va a pasar”. Es que aún resta mucho camino por andar: “En las fases clínicas se tienen que ensayar la vía de administración, las dosis, muchas cosas se tiene que poner a prueba. La fase 1 tiene unos cien volutnarios y la fase 3, miles”.
Juan Carballeda, investigador del Conicet, especialista en virología, coincide en el diagnóstico. “El caso de China es un primer ensayo. Es recién la fase 1. Hay que ver la toxicidad y si genera algún problema. Luego se suceden las otras fases. La OMS habla de no menos de un año o año y medio para tener una vacuna contra el coronavirus”. Y agrega respecto a los avances en la República Popular: “Es un candidato vacunal que acaba de aprobarse en humanos, o sea, se salteó toda la parte de animales. En estos casos, a veces permiten evitar ese paso. Sucedió lo mismo en algunos candidatos vacunales contra el ébola. Pero todavía falta un montón. Un año, para empezar a hablar”.
Por su parte, el infectólogo Daniel Stamboulián indica que el proceso para destacar si la vacuna sirve en los seres humanos “tarda como un año. Se tiene que demostrar que la vacuna produce anticuerpos que neutralizan al virus”.
Pero no todas las investigaciones para contrarrestar al COVID-19 se reducen a vacunas. También hay experimentos con antivirales. De acuerdo a los especialistas consultados, esta vía sí puede ser más rápida de aplicar.
¿Que es un antiviral y en qué se diferencia de una vacuna? La segunda trata de generar inmunidad, proteger a una persona para que el virus no le cause malestar. Se coloca antes de contraer la infección y evita que la persona se eferme. Mientras que el antiviral es una molécula que frena algún paso del ciclo de replicación del virus, es decir, es como un paliativo pero que puede evitar el avance de la enfermedad. Carballeda lo sintetiza: “Te agarrás el coronavirus porque no estás protegido, tenés síntomas y con la aplicacion del antiviral podés reducir la carga de síntomas y curarte más rápido. Es como el tamiflú”, ejemplifica.
Por eso, para este investigador del Conicet, especializado en virología, “el antiviral es otro cantar. Hay muchísimos antivirales que ya están licenciados en el uso para humanos”, explica. Y destaca que “hace poco hubo un reporte de que ya se podía cultivar el coronavirus en laboratorio. Es decir, tenerlo aislado y creciendo en células”. Esto habilita poder experimentar sobre él. En criollo: tirarle drogas para ver cómo reacciona. “Y esas cosas que le tiramos muchas veces son antivirales que funcionan para otros virus”, indica Carballeda. “Podemos hacer análisis de grandes cantidades de drogas y ver cuáles tienen algún efecto. Esto puede resultar mucho más rápido para el tratamiento específico que esperar a la vacuna”, resalta. Entre otras cosas, porque si es un antiviral que ya esta en el circuito comercial se evitan pasos como la tramitación de la licencia y la regulación internacional que es lo que más plata y tiempo consume.
En esta línea, Stamboulián señala que la Sociedad Argentina de Infectología se refirió a la posibilidad de dar hidroxiquinolona a pacientes con coronavirus que padecen cuadros severos. Se trata de un medicamento anti-inflamatorio que también se utiliza contra la Malaria. No es el único antiviral que tuvo una buena reacción. También el kaletra, que se utiliza en pacientes con HIV, pareciera que tiene algunas ventajas en quienes sufren una infección aguda. “Los pacientes con cuadros severos podrían tener algunas medicaciones que se están evaluando”, asegura el reconocido infectólogo a este medio. Los dos antivirales mencionados son de fácil acceso. “El remdesivir también todo indica que es muy bueno pero en nuestro país no está”, agrega. Esa medicación, que se creó para luchar contra el ébola, se está probando en los Estados Unidos.
“Si se comprueba que hay un antiviral que funciona, que no sea tóxico ni peligroso, se modifica la regulación y se puede usar -dice Carballeda-. Por ejemplo, un antiviral para el HIV se demostró que puede funcionar para el coronavirus. Hasta ahora toda la regulación es para el HIV entonces hay que hacer esa modificación. Es una cuestión de meses. Pero -insiste el investigador del Conicet- el limitante es ver que funcione en poblaciones, no en un solo caso. Y eso demora meses”.
“Se pueden adelantar pasos, al afinar la búsqueda en base a antivirales que ya se estén usando para virus similares. Pero sí o sí hay que pasar por las fases clínicas de pruebas en personas”, remarca Goñi.
“Urgente, no hay nada -aclara Carballeda-. Por eso hay que intentar seguir en la situación que estamos hoy: sin circulación autóctona, demorando lo máximo posible la aparición de nuevos casos porque en la actualidad no tenemos forma de combatir este virus, que se descubrió hace apenas dos meses”.