(Actualiza con que Austria se suma a los controles fronterizos)
Polonia, la República Checa y Austria anunciaron hoy su decisión de establecer controles en sus fronteras con Eslovaquia para frenar el flujo terrestre de migrantes irregulares, una cuestión que desde hace años tensa las relaciones dentro de la Unión Europea (UE).
"Desde esta medianoche, vamos a reintroducir controles en la frontera con Eslovaquia", dijo a la prensa el ministro del Interior de Polonia, Mariusz Kaminski, quien indicó que las medidas regirán durante 10 días.
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El funcionario señaló que Polonia está "trabajando en coordinación con los vecinos", en referencia a la República Checa, informó la agencia de noticias AFP.
La decisión se anuncia luego de que Alemania dijera la semana pasada que reforzará controles en las fronteras con Polonia y la República Checa para luchar contra la inmigración irregular luego de verificar una explosión de las demandas de asilo.
"El número de migrantes ilegales en la UE está empezando a crecer de nuevo. No nos lo tomamos a la ligera", dijo hoy el primer ministro checo, Petr Fiala, en la red social X.
Por su parte, Austria dijo que tomaría medidas similares. El gobierno informó que reforzaba los controles ya existentes, esta vez directamente en la frontera y no en las zonas aledañas, en 11 puntos diferentes.
"Tenemos que controlar de forma eficaz antes de que los traficantes cambien de itinerario", declaró el ministro del Interior, el conservador Gerhard Karner.
Desde hace años, Europa enfrenta la llegada de inmigrantes irregulares por tierra y mar que huyen de guerras o de la pobreza en sus países de origen, por lo general de África y Asia, desde Medio Oriente hasta Afganistán.
La crisis hizo eclosión en 2015, cuando más de 1 millón de migrantes llegaron a países de la UE en medio de guerras en Siria, Irak y Afganistán, la enorme mayoría de ellas en precarias embarcaciones que intentan el peligroso cruce del mar Mediterráneo.
La crisis volvió a escalar este año con decenas de miles de nuevos arribos, sobre todo a Italia, que desde hace tiempo se queja de que los demás países de la UE no la ayudan a recibir a los inmigrantes y reclama que sean repartidos entre los miembros del bloque.
La desconfianza sobre la capacidad o voluntad de los países vecinos para frenar la inmigración ilegal amenaza el Tratado de Schengen de libre circulación de personas por 26 naciones de Europa, incluyendo Alemania, Eslovaquia, Polonia y República Checa.
Eslovaquia vio cómo aumentaba recientemente el número de inmigrantes en sus fronteras, procedentes de Serbia, a través de Hungría.
En los primeros ocho meses del año, el país detectó unos 24.500 migrantes que entraron de forma ilegal, casi 11.000 más que en todo el año anterior, según la policía eslovaca.
La mayoría de ellos se identifican como sirios que, según las reglas internacionales, no pueden ser detenidos ni expulsados.
El primer ministro eslovaco saliente, Ludovit Odor, prometió hoy una respuesta. Temiendo "un efecto dominó", estimó que la cuestión de la migración necesita "una solución europea".
Robert Fico, cuyo partido de izquierda Smer-SD ganó las elecciones generales eslovacas el sábado pasado, prometió introducir rápidamente controles en la frontera húngara si se convertía en primer ministro.
Con información de Télam