Aldo, un afable perro labrador de color crema miel, ayuda a los niños ecuatorianos a relajarse en la consulta de su dentista, permitiéndoles acurrucarse y acariciarlo para distraerlos de las ruidosas máquinas y los invasivos procedimientos bucales.
Con unos cinco años de experiencia en apoyo emocional, Aldo, de 8 años, entiende unas 30 órdenes y disfruta subiéndose encima de los niños sentados en el sillón dental de su dueña, Glenda Arias.
"Las visitas siempre suelen ser traumáticas, pero Aldo aporta tranquilidad y paz a mi hija", afirma su madre, Beatriz Armas. "Estas visitas son totalmente placenteras para ella".
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Arias dijo que la participación clínica de Aldo había ayudado a transformar el comportamiento de los niños que acudían a sus consultas.
"Aldo es esencial", afirmó.
Con información de Reuters