La costa de Brasil se erosiona más rápido que nunca a medida que avanza el Atlántico

30 de septiembre, 2024 | 11.05

La casa de dos pisos con piscina y jardín de Sonia Ferreira en la costa brasileña fue otra víctima del avance de las olas del océano Atlántico, empujadas más alto por el cambio climático.

En una visita reciente, la jubilada de 80 años echó un vistazo al montón de escombros que quedaron de la casa que abandonó antes de que fuera destruida en 2022 por las fuertes olas en Atafona, al norte de Río de Janeiro.

"He evitado volver aquí porque tenemos muchos recuerdos. Es muy triste", dijo mientras mostraba en su teléfono móvil imágenes de la casa que construyó hace 45 años.

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El calentamiento global, combinado con la sedimentación del río Paraíba, ha contribuido a la erosión de la costa de Atafona y ha provocado la destrucción de 500 casas, incluido el derrumbe de un edificio de cuatro pisos junto a la playa.

Esta es una de las innumerables comunidades costeras que están perdiendo sus batallas contra el océano a lo largo de los 8.500 kilómetros de costa atlántica de Brasil.

El nivel del mar ha aumentado 13 centímetros en la región alrededor de Atafona en los últimos 30 años y podría subir otros 16 para 2050, según el informe de Naciones Unidas "Mares agitados en un mundo en calentamiento" publicado el mes pasado.

Las zonas costeras como Atafona podrían ver el océano avanzar tierra adentro hasta 150 metros en los próximos 28 años, dijo Eduardo Bulhoes, geógrafo marino de la Universidad Federal Fluminense.

"La combinación del cambio climático y el calentamiento global (...) con un río que ya no lleva arena a las playas de Atafona, ha provocado una catástrofe para sus residentes y no hay esperanza de que esta situación se revierta", dijo a Reuters.

Aunque dramática, la situación de Atafona no es única en Brasil.

La playa de Ponta Negra, uno de los balnearios más populares del noreste de Brasil, también está menguando. En las últimas dos décadas ha perdido 15 metros de arena blanca que se han ido al mar. El gobierno local está trayendo arena de otros lugares en un costoso esfuerzo por recuperar la playa.

La desembocadura del poderoso río Amazonas es un frágil ecosistema que está amenazado por la pérdida de biodiversidad debido a que el río ha perdido fuerza durante la sequía más severa registrada en la región, permitiendo que el agua salada del océano avance río arriba.

"El agua salada llega más arriba del río y eso cambiará toda la biodiversidad de esa zona", dijo el oceanógrafo Ronaldo Christofoletti, de la Universidad Federal de Sao Paulo.

El año pasado, el agua salada llegó casi hasta Macapá, una ciudad a 150 kilómetros de la desembocadura del Amazonas, matando peces de agua dulce y afectando a las comunidades pesqueras locales.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, el organismo de la ONU encargado de evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático, informó que los niveles del mar están aumentando más rápido que nunca, con una tasa que se ha más que duplicado en los últimos 10 años a 0,48 centímetros al año, en comparación con 0,21 anuales en 1993-2002.

Christofoletti dijo que la pérdida de tierras en las ciudades costeras y las playas es inevitable con el aumento del nivel del mar y se preguntó por qué la planificación urbana no se había adaptado.

"Es chocante ver cómo se destruyen las casas en Atafona. Pero no se suponía que allí se construyeran casas. Debería haber bosques, un manglar, un banco de arena, ecosistemas que naturalmente estarían preparados para contener el mar", planteó.

(Escrito por Anthony Boadle; editado en español por Natalia Ramos.)