Reino Unido autorizó hoy el desarrollo del campo de petróleo y gas de Rosebank, el más grande sin explotar en el Mar del Norte, lo que provocó una ola de indignación por parte de activistas medioambientales en medio de un relajamiento de Londres de sus metas climáticas.
A pesar de las alertas previas de la Agencia Internacional de Energía y de los llamados del secretario general de la ONU, António Guterres, para detener la exploración de hidrocarburos, el ente regulador británico aprobó el proyecto petrolero y gasífero.
La Autoridad de Transición del Mar del Norte otorgó una aprobación para el desarrollo del campo petrolero Rosebank, tras evaluar el impacto medioambiental y considerar las metas de neutralidad de carbono.
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Este permiso se otorga en medio de cambios en los compromisos climáticos del Gobierno, incluido el retraso en la eliminación de vehículos de nafta y diésel.
El ministro de Finanzas británico, Jeremy Hunt, reiteró que el país seguirá necesitando petróleo y gas en las próximas décadas y que es preferible obtenerlo de aguas británicas.
Esta decisión fue criticada por organizaciones como Greenpeace, que acusan al gobierno británico de "demostrar una vez más poner los beneficios de las compañías petroleras por encima de los de la gente común".
Diversas razones fueron esgrimidas por Londres para justificar la decisión, entre ellas la guerra en Ucrania, el Brexit y la creciente crisis económica en el Reino Unido.
El primer ministro, Rishi Sunak, defendió la acción al afirmar que "a medida que se haga la transición a las energías renovables, se seguirá necesitando petróleo y gas y tiene sentido utilizar el nuestro".
El proyecto Rosebank se enfrentó también a la resistencia de académicos, ONGs y dirigentes opositores.
El primer ministro escocés, Humza Yousaf, se mostró "decepcionado" y el Partido Verde consideró la decisión "moralmente obscena".
La decisión fue calificada como "el mayor acto de vandalismo medioambiental en mi vida", según Caroline Lucas, diputada de la fuerza ecologista, a los medios de prensa británicos.
El campo Rosebank "tiene el potencial de emitir CO2 equivalente al funcionamiento de 56 centrales eléctricas de carbón durante un año", contraatacó Philip Evans, de Greenpeace.
Por otro lado, el proyecto fue defendido en términos de seguridad energética: Claire Coutinho, ministra encargada de la transición ecológica, dijo que el Reino Unido debe ser "pragmático", y destacó que aún se necesitará petróleo y gas para satisfacer las necesidades del país.
Keir Starmer, líder del opositor Partido Laborista, afirmó por su parte que no retirarían la licencia del campo petrolífero de Rosebank si ganan las próximas elecciones.
Sin embargo, señaló que bajo su liderazgo, "no se concederían nuevas licencias" y enfatizó su compromiso con la transición a las energías renovables, al aspirar a alcanzar "energía limpia para 2030".
Además, mencionó la importancia de esta transición para garantizar facturas menos costosas y proteger al Reino Unido de las influencias externas, aludiendo al presidente ruso, Vladimir Putin.
Con información de Télam