(Por Camil Straschnoy) Estonia va a las urnas mañana para elegir al nuevo Parlamento que designará el próximo Gobierno, en unos comicios marcados por la guerra en Ucrania al tratarse de un país miembro de la OTAN fronterizo con Rusia, uno de los que más inflación tuvo como consecuencia del conflicto y el que más ayuda brindó a Kiev en términos de porcentaje de su PBI.
Los sondeos indican que el Partido Reformista (centroderecha), de la primera ministra Kaja Kallas, volverá a obtener la mayoría de los votos y la primera mujer en gobernar esta exrepública soviética de 1,3 millones de habitantes se quedará en el cargo que ocupa desde comienzos de 2021.
El resto de los 101 asientos del Parlamento unicameral (llamado Riigikogu) quedarán fragmentados entre cuatro o cinco agrupaciones, incluyendo el Partido Popular Conservador de Estonia (EKRE), una fuerza de extrema derecha antiinmigración y ultranacionalista en ascenso que logró 19 escaños en las elecciones de 2019.
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EKRE esté recibiendo un poco menos de atención que en anteriores elecciones, en parte porque sus temas estrella como la inmigración o los derechos de las minorías LGBTIQ+ no son el centro de atención en esta ocasión. Sin embargo, sigue ocupando una posición destacada como principal adversario del Partido Reformista, explicó a Télam Mari-Liis Jakobson, profesora de Sociología Política en la Universidad de Tallin, casa de estudios de la capital de Estonia.
Parecen tener posibilidades reales de obtener el segundo mejor resultado en las elecciones ya que cuentan con una base de seguidores bastante estable y devota, añadió.
La guerra en Ucrania acaparó gran parte de la campaña de todo el espectro político, en un país que vio como la inflación subió al 18.8% interanual durante 2022 como consecuencia del conflicto, una de las tasas más elevadas en las economías que tienen al Euro como moneda.
Las cuestiones de seguridad internacional y la posible amenaza rusa han sido las principales preocupaciones para las elecciones. Para muchas personas la elevada inflación y los precios de la energía también importan, pero esto no generó en todos los casos un voto de protesta contra el gobierno prooccidental en funciones, indicó a esta agencia Tõnis Saarts, politólogo y profesor también en la Universidad de Tallin.
Sin embargo, aclaró que otros votantes justamente elegirán al partido populista de derecha radical EKRE debido a la inseguridad y las penurias económicas.
Miembro de la OTAN, ubicada en el flanco oriental de esa alianza militar y fronteriza con Rusia, Estonia dio a entender a través de su gobierno que la lucha de Ucrania es también la propia.
Vemos claramente que nuestra defensa en estos momentos también empieza por Ucrania, porque Ucrania lucha contra la misma amenaza, dijo Kallas, la premier de 45 años que se ganó el apodo de Dama de Hierro por sus declaraciones contra el presidente ruso, Vladimir Putin.
Entre los principales partidos que se presentan a las elecciones no hay ninguno prorruso, aunque sí hay diferencias en cómo se posicionan internamente frente a la guerra, sin dejar de condenar la invasión: EKRE, por ejemplo, acusó al Gobierno de prestar demasiada ayuda a Ucrania.
El país báltico destina actualmente el 1,07% de su PBI en asistencia a Kiev, una cifra que incluye el apoyo militar, financiero y humanitario, según el Instituto Kiel para la Economía Mundial, un think tank alemán.
Por otro lado, aproximadamente un 25% de la población de Estonia es rusoparlante, lo que es más notable en Narva, ciudad ubicada en el extremo oriental del territorio, en la frontera con Rusia, y la tercera con más habitantes después de la capital Tallin y Tartu.
Ahora mismo no hay tensiones étnicas visibles en Estonia. Las voces y fuerzas pro Kremlin han quedado prácticamente marginadas, e incluso si bien un tercio de esta minoría (según las encuestas) siguen apoyando las acciones de Rusia en Ucrania, no están movilizados políticamente, manifestó Saarts.
Los rusos más o menos pro Occidente votarían al Partido de Centro, de centroizquierda, y los votantes pro Putin probablemente preferirían abstenerse porque no tienen un partido propio que se presente a las elecciones. Algunos rusos también apoyarían al populista EKRE por razones económicas, agregó.
Es evidente que la minoría rusoparlante vive estas elecciones de forma diferente, comentó Jakobson.
En primer lugar, no todos ellos tienen derecho a voto: aproximadamente una cuarta parte posee la ciudadanía rusa y Estonia no permite la doble nacionalidad; y una proporción ligeramente inferior tiene el llamado pasaporte gris, que solo les da derecho a votar en las elecciones locales, matizó.
En segundo lugar, la guerra de Ucrania crea sentimientos mucho más encontrados en esta comunidad, en la que algunos son fervientes partidarios del régimen de Putin, los que votan en Rusia lo apoyan abrumadoramente, mientras que otros se ponen claramente del lado de Ucrania, y muchos incluso son originarios de allí, manifestó.
Tras las elecciones comenzarán las negociaciones entre fuerzas para formar un Gobierno de coalición, lo que podría implicar la continuidad de la actual sociedad entre el Partido Reformista con Isamaa (demócrata cristiana y conservadora) y los socialdemócratas.
Estas agrupaciones, con diferentes posiciones ideológicas, se unieron el año pasado bajo los grandes objetivos comunes de luchar contra la creciente inflación, especialmente a través de una reforma del mercado energético, reforzar la seguridad e introducir desde 2024 al estonio como lengua unitaria de la educación, lo que implica que los niños de la minoría étnica rusa ya no dispondrán de centros educativos separados.
Las conversaciones tras los comicios también podrían llevar a revivir la sociedad entre el Partido Reformista y el Partido de Centro (centroizquierda) que se rompió en 2022 por diferencias sobre la política de subsidios familiares, o sumar a Estonia 200, una fuerza liberal joven que no logró meterse en el Parlamento hace cuatro años, pero que desde entonces cosechó buenos resultados en elecciones municipales.
Otra opción, en principio con menos chances, es que el Partido Reformista no siga al Gobierno pese a sacar mayor cantidad de votos, pero eso implicaría que EKRE logre convencer a otras agrupaciones de juntarse para formar una mayoría, lo que fue descartado de antemano por varias de esas fuerzas.
Con información de Télam