Todo estuvo coordinado. Primero, el Gobierno de Estados Unidos anunció que levantaba algunas de sus sanciones contra Venezuela para que la petrolera estadounidense Chevron pueda negociar con Caracas la reactivación de su producción en ese país. Poco después, el Ejecutivo de Nicolás Maduro confirmó est giro de Washington y, un par de horas más tardes, la oposición venezolano hizo el último anuncio: se reanuda el diálogo político entre chavismo y antichavismo en la Ciudad de México.
“La delegación de la Plataforma Unitaria para la negociación entre venezolanos, conforme al memorando de entendimiento suscrito en la ciudad de México en fecha 13 de agosto del 2021, informa a los venezolanos y a la comunidad internacional que ha dado inicio a conversaciones formales con nuestra contraparte, con fines de lograr su pronta reactivación”, anunció la coalición opositora en un comunicado publicado en las redes de uno de sus negociadores, Gerardo Blyde. La oposición aseguró que el objetivo de la nueva ronda de diálogo será "precisar y acordar los elementos necesarios para el pronto reinicio de este proceso de negociación, que no debió haber sido suspendido".
Uno de los principales logros del diálogo antes de quedar en suspenso fue la firma del entendimiento de agosto de 2021. Este documento establecía los objetivos de la mesa de negociaciones: establecer un cronograma electoral que dé garantías con vistas incluso a que se levanten las sanciones internacionales, en especial de Estados Unidos. La primera parte era el principal interés de la oposición, mientras que la segunda, del Gobierno, que estaba aún más asfixiado económicamente que ahora.
Desde entonces, el Gobierno de Maduro tuvo gestos concretos orientados exclusivamente a reconectar con una comunidad internacional liderada por las potencias occidentales que hace tiempo le habían cerrado las puertas con múltiples sanciones e, incluso, reconociendo al entonces principal líder opositor como el presidente legítimo del país. Esta política de presión extrema no funcionó, según los estándares de esas mismas potencias occidentales, por lo cual también ellas comenzaron a buscar otro enfoque para destrabar la crisis política e institucional que vive Venezuela.
En marzo pasado, esta nueva realidad política quedó expuesta con una reunión de primer nivel entre Maduro y el asesor de mayor confianza del presidente estadounidense Joe Biden para la región, Juan González. Se habló de energía -en medio del alza dramática de precios internacionales por la guerra en Ucrania- y Caracas liberó a dos ciudadanos estadounidenses, pero las críticas de los referentes del lobby hispano más duro hicieron que el diálogo no prosperara, al menos de manera rápida. Dos meses después, el proceso parece haberse reactivado.
Una de las exigencias del Gobierno de Estados Unidos para hablar de un levantamiento de sanciones era que Maduro y sus funcionarios se volvieran a sentar en la mesa de negociación con la oposición para garantizar que el próximo proceso electoral será reconocido y aceptado por todos. Anoche, al anunciar la reactivación del diálogo, la oposición sostuvo: "Reiteramos nuestra total disposición para construir de manera urgente un gran acuerdo político que permita lograr la recuperación de Venezuela a través de la reinstitucionalización democrática del país, la celebración de elecciones libres, justas y transparentes y la restitución de los derechos fundamentales para todos los venezolanos”.
Minutos después, el titular de la Asamblea Nacional de Venezuela y el principal negociador por la parte del Gobierno, Jorge Rodríguez, publicó una foto con Glyde e informó que ya habían tenido su primera "reunión de trabajo". "En reunión de trabajo para planes de futuro. En el rescate del espíritu de México", escribió.
El funcionario luego publicó un hilo en la misma red social para aclarar que su Gobierno seguirá pidiendo, incluso en la mesa de negociación en México, la libertad de Alex Saab, un empresario colombiano que Estados Unidos acusa de ser un testaferro del chavismo y al que Maduro lo designó como parte del equipo negociador cuando iba a ser extradita a Estados Unidos desde África. De hecho, el Gobierno argumentó que su extradición fue una de las razones para suspender el diálogo.
Uno de los primeros en celebrar esta noticia fue México, el país que fue sede de las primeras rondas del diálogo venezolano. "Muy positivo el anuncio de la reanudación del diálogo entre Gobierno de Venezuela y la Plataforma Unitaria de Venezuela", escribió en Twitter el canciller Marcelo Ebrard y agregó que el país está "dispuesto y listo para recibirles y contribuir a que sean todo un éxito. Enhorabuena".
Aún no hay una fecha concreta para el primer encuentro de esta nueva ronda de diálogo en la capital mexicana.