El referéndum de Uruguay dejó un solo resultado, pero muchas lecturas. El gobierno de Luis Lacalle Pou ganó y salvó las principales reformas que impulsó en sus primeros dos años de mandato; el Frente Amplio (FA) perdió, por muy poco -22.556 votos-, pero perdió. Sin embargo, el domingo a la noche el mandatario -que posee una popularidad por encima del 50%, mayoría oficialista en ambas cámaras y tres años de mandato por delante- no festejó a lo grande: "Etapa superada. Mañana seguimos con el mismo optimismo, con las mismas ganas, con una coalición que ha demostrado firmeza en la adversidad", aseguró, cuando la mínima diferencia era ya irremontable. En paralelo, en el comando del FA y de los sindicatos, movimientos y organizaciones sociales que impulsaron el 'Sí' a derogar las reformas, el clima no era de derrota y pesimismo como en 2019, cuando la fuerza de centro-izquierda perdió por el poder tras 15 años de gobiernos sucesivos. No había alegría, pero sí un optimismo moderado de que habían demostrado su fuerza y comenzado a reconstruir su capacidad de movilización de cara a las elecciones generales de 2024.
El resultado final fue 49,9% de los votos habilitados a favor del 'No' y 48,8% por el 'Sí' a la derogación de los 135 artículos más cuestionados de los más de 400 de la Ley de Urgente Consideración (LUC) que el gobierno pidió aprobar de forma exprés en los primeros meses de su mandato, en 2020. El número de votos en blancos fue mayor a la diferencia que sacó el oficialismo de Lacalle Pou para dejar firme el paquete de medidas que incluye la inclusión de una regla fiscal para limitar el crecimiento del gasto, aumento de combustibles decididos por el Ejecutivo, cambios al Código Penal para ampliar la figura de legítima defensa y aumentar las penas para ataques a la Policía, y un régimen paralelo de alquileres que habilita los desalojos exprés.
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Tanto Lacalle Pou como el flamante presidente del FA, el ex líder de la principal central sindical del país Fernando Pereira, fueron cautos, moderados y equilibristas en sus discursos de la noche del domingo. Saben que ni el gobierno ni la oposición lograron romper el empate que desnudó el balotaje presidencial de 2019, incluso ambos perdieron algunos votos. Y eso permite al menos tres lecturas: 1. el FA sigue siendo un protagonista político que no puede ser ignorado en el proceso de toma de decisiones del gobierno; 2. el gobierno puede avanzar con su programa de gobierno y, principalmente sus reformas, pero sabe que casi la mitad del país no apoya el rumbo político que promete; y 3. es una posibilidad muy grande que el empate se repita en un balotaje presidencial de 2024, por lo que los dos, oficialismo y oposición, deben seguir sumando, especialmente para ganarse a los 20.000 o 30.000 que terminan definiendo el resultado.
"El concepto de grandes mayorías que prometió construir Pereira es retórico, para movilizar. El FA ganó tres elecciones seguidas y siempre fue por pequeñas minorías. Un 2% se desplaza para un lado y gana uno, se desplaza para el otro lado y gana el otro. Toda la evolución del FA fue un proceso lento. Primero fue creciendo como oposición y luego, en 2019, cuando perdió, fue por un margen de 0,5%. No hubo un gran descalabro, aún luego de 15 años de gobierno", explicó a El Destape el sociólogo uruguayo Gerónimo de Sierra, ex presidente de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sociología), ex directivo de Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y ex vice rector de la Universidad para la Integración Latinoamericana (UNILA).
El Partido Nacional de Lacalle Pou, en tanto, consiguió volver al poder en 2020, pese a sacar menos votos que en la elección anterior. "La genialidad fue la coalición con los colorados y Cabildo Abierto porque apenas obtuvo un 28% en la primera vuelta", recordó De Sierra y alertó: "Uno de los problemas del gobierno es que es un gobierno de Lacalle Pou, no de la coalición. El poder une, claro, pero la coalición oficialista es más endeble que el FA, que es un frente institucionalizado."
Un país de dos mitades
En diálogo con este medio, la secretaria ejecutiva de Clacso, la doctora uruguaya en Sociología, Karina Batthyany, coincidió en que el resultado del referéndum confirmó que Uruguay es "un país de dos mitades, no hay una mayoría consolidada". Y, mientras para el FA es el principio de una reconstrucción en el camino para recuperar el poder en dos años, al gobierno le marcó un límite claro de cara a esa misma elección.
"Para el FA, aún habiendo perdido el referéndum, fue una prueba exitosa en coordinación con los movimientos y organizaciones sociales. El primer impacto de la derrota de 2019 cuando se perdió el gobierno fue muy duro, un momento muy complejo de ciertas incertidumbre. Ahora con la designación de nuevas autoridades y el liderazgo de Pereira, el FA se va articulando con los movimientos y organizaciones sociales. Este ha sido el origen y el camino del FA. Quizás 15 años de gobierno lo llevaron a desviarse de ese camino", agregó.
El propio Pereira, en su discurso del domingo a la noche planteó la derrota en el referéndum como el primer paso en una pelea que no termina y también lo usó para marcarle la cancha al gobierno en los tres años de mandato que le quedan: "No sé cómo lo explicarán, con todo el poder, con la conferencia de prensa, con todos los medios, con toda la estructura a su favor les hicimos un partido parejo y con 15 minutos más seguro se lo ganamos", aseguró y agregó: "Los uruguayos demostramos que la mitad estamos de este lado. ¿Qué gobernante no escucharía a una mitad con atención y sensibilidad?"
Para De Sierra, el resultado tan parejo -aunque hace solo unos meses los sondeos pronosticaban una victoria más cómoda del 'No'- "le dio una inyección al FA, especialmente a sectores no muy numorosos pero intensos, como los jóvenes, que retoman un protagonismo frente a las burocracias internas del frente". "El FA volvió a mover los músculos de su larga tradición opositora, algo que había ido perdiendo como fuerza oficialista".
Mientras el FA se plantea reconstruirse y volver a ganar en las urnas a esa pequeña minoría flotante desde la oposición y con la promesa de resistir y cuestionar a las reformas aún pendientes del gobierno, el presidente Lacalle Pou "se encuentra en un momento crítico", según Batthyany. "Está a mitad de camino: o se hacen las reformas o quedan para más adelante. Después están las internas y las elecciones", explicó.
El domingo a la noche, en su discurso sobrio, el mandatario adelantó cómo seguirá su agenda: "Nosotros mañana estamos de nuevo en nuestros temas, temas que son urgentes, temas que venimos trabajando aún a pesar de la pandemia, así que como presidente de todos los uruguayos en nombre de todo el Consejo de Ministros: es una etapa superada, una ley que queda firme." Entre los temas "urgentes" que mencionó están reformas a la educación, la seguridad social, la apertura comercial internacional -“perteneciendo a un bloque que tiene que entender que tenemos que abrirnos al mundo" y que es "demasiado proteccionista"- y el sistema tributario, con una posible baja de impuestos.
"La pregunta no es tanto si van a avanzar, sino si van a poder avanzar. El referéndum mostró que acá hay dos mitades y que hay que trabajar también con esa otra mitad. Porque para algunas reformas la ajustada mayoría del Congreso no alcanza y además el gobierno debe mantener unida a su coalición y eso no sucede en todos estos temas", afirmó la secretaria general de Clacso, quien descartó, sin embargo, que la oposición pueda volver a disputar de esta manera, en las urnas, una reforma del oficialismo, al menos hasta la próxima elección general de 2024.
"Desde el punto de vista práctico no queda margen, todo este proceso llevó casi dos años (la LUC se aprobó a mediados de 2020). Es dificil pensar en un proceso como este con este gobierno, en este mandato. En dos años aquí ya estamos en año electoral. Y tampoco será razonable iniciar otro proceso así", agregó.