El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, hizo dos anuncios en materia de política exterior que sacudieron el frente interno y regional. Días previos a celebrarse la última Cumbre del Mercosur, Lacalle Pou contó que había terminado el acuerdo de factibilidad entre Uruguay y China y esta semana habló de la intención de que su país suscriba al Acuerdo Transpacífico. Ambos anuncios muestran a un Uruguay que está explorando alternativas unilaterales, que cuestiona los términos del Mercosur y que toma la política exterior para jugarla en el tablero de la política doméstica.
Desde que el presidente uruguayo anunció que había terminado la primera etapa de conversaciones con China -que duró casi un año e implicó analizar qué sectores productivos se verían beneficiados por un eventual acuerdo y cuáles perjudicados- ya hubo un primer encuentro entre equipos técnicos pero todavía ni la oposición ni los productores que se verían afectados conocen la letra del acuerdo. Ante esa situación, la oposición del Frente Amplio citó al canciller a la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado para que el próximo tres de agosto de algunas precisiones sobre el texto.
"En relación al acuerdo con China hay una opacidad y falta de información que a nosotros nos preocupa. Porque este tipo de acuerdos, en caso de que se concreten, tienen resultados que perduran en el tiempo y que pueden tener consecuencias positivas y negativas, pero que es bueno que toda la sociedad conozca", contó en diálogo con El Destape, Daniel Caggiani, senador del Frente Amplio y ex presidente del Parlamento del Mercosur.
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Tanto en el acuerdo con China como en el Acuerdo Transpacífico, Uruguay evoca una intención de "abrirse al mundo" en la que los vínculos que tiene con sus socios regionales quedan en un segundo plano. Esa narrativa -explicó Caggiani- está dirigida al sector agrícola uruguayo que, a diferencia de lo que sucede en los países vecinos, exporta el 80 por ciento de lo que produce: un paquete que incluye carne, soja, celulosa y algunos lácteos. "Esa vocación agroexportadora siempre ha tenido una mirada un poco reticente al proceso de integración y ha intentado desarrollar una pata por fuera de lo que es el mercado regional", explicó el senador y afirmó que, por el asenso de China en los últimos años, esos altos volúmenes de exportación se redirigieron mayoritariamente hacia la potencia asiática.
Para Caggiani, la lectura política que hace el gobierno uruguayo al priorizar un acuerdo bilateral es "poco inteligente". Porque el agronegocio representa cerca del 12 por ciento del PBI y casi el 14 por ciento del trabajo nacional, cuando el 86 por ciento restante surge del trabajo local vinculado a los bienes que se producen en Uruguay y luego se exportan a los países del Mercosur.
"Solo en el comercio de bienes el Mercosur representa cerca de un 22 por ciento si se tienen en cuenta los servicios logísticos, turísticos y la inversión extranjera directa. Entonces ahí el Mercosur es para Uruguay el principal socio comercial en realidad. Porque ahí radica la mayor cantidad de trabajo nacional", expuso Caggiani. Y agregó: "Entonces creo que lo que no puede hacer el actual gobierno de Uruguay es amputarse la posibilidad de querer avanzar en un acuerdo comercial con China y cerrar la puerta del Mercosur. Lo inteligente es de tratar de abrir ambas puertas y lo más inteligente sería hacerlo en conjunto, que sin dudas eso no es lo que está primando en la visión del gobierno".
La política exterior al servicio de la política interna
Una de las lecturas que hacen desde el Frente Amplio sobre el anuncio de acuerdo con China y la intención de sumarse al Acuerdo Transpacífico es que el Gobierno uruguayo intenta tapar su falta de respuesta en el frente nacional con anuncios de política exterior. "Lacalle Pou no tiene muchos resultados para mostrar en relación a los compromisos que asumió en la campaña. Prometió que iba a mejorar la seguridad, pero la seguridad empeoró, prometió que iba a bajar el costo país -en referencia a los costos energéticos y al costo del Estado- y tampoco lo hizo. Entonces esto es como una frutilla que toma el gobierno para mostrarle a su base social que está haciendo algo", explicó Caggiani.
La doctora en Relaciones Internacionales, Julieta Zelicovich, también propuso en diálogo con El Destape una lectura política sobre el anuncio de Lacalle Pou: "¿Cuándo un gobierno decidió hacer prensa con un estudio de factibilidad sobre un acuerdo de libre comercio? Nadie hace prensa con eso", opinó. La magister en Relaciones Comerciales Internacionales toma además las otras experiencias frustradas que tuvo Uruguay al intentar avanzar en acuerdos bilaterales para poner en duda la viabilidad de la negociación con China y lo enmarca en una línea de tensiones en la que insiste el país hace varios años y que se materializa en debates sobre la flexibilización del bloque.
"El anuncio de Lacalle está lejos de indicar que efectivamente Uruguay vaya a alcanzar un acuerdo de libre comercio con China. Primero porque del lado uruguayo hay muchas resistencias. Y segundo, porque Uruguay tiene una historia de abandono de negociaciones unilaterales. Esta no es la primera vez que lo hace y en todas, ya sea cuando negoció con Estados Unidos o cuando quiso entrar al TISA, la mesa doméstica uruguaya puso fin a esos proyectos de apertura unilateral", repasó Zelicovich. Por otro lado -apuntó la doctora en Relaciones Internacionales- China también hace un juego de equilibrios. En los últimos años el país asiático optó por una estrategia de bilaterización pero sin que ello suponga grandes costos en los vínculos con sus otros socios, y ese es un elemento a tener en cuenta.
Las declaraciones en relación al Acuerdo Transpacífico también responden a las tensiones que hay al interior del Gobierno uruguayo. El tratado, que lo integran 11 países, se constituyó inicialmente para ponerle un freno a la avanzada china y Uruguay, en caso de entrar, lo haría teniendo que suscribir a su carta orgánica. "Este acuerdo tiene regulaciones en algunas disciplinas ya establecidas que colindan incluso con la propia Constitución del Uruguay, por ejemplo en lo que hace a la gestión de empresas públicas que, de mínima, plantea un escenario complejo", explicó Caggiani.
Para el senador del Frente Amplio el gesto de simpatía hacia ese tratado puede leerse como una respuesta de Lacalle Pou hacia sectores de la colación que responde al Partido Colorado que no ven con buenos ojos el vínculo tan cercano con China y que sugieren acercarse hacia el otro polo.
Los desafíos del Mercosur
En diálogo con el Destape, Zelicovich interpretó la decisión de Uruguay de avanzar unilateralmente con acuerdos por fuera del bloque como un síntoma de cierto estado de quietud en el que está el Mercosur. "El accionar de Uruguay tensiona el Mercosur y plantea una discusión en la que el bloque aparece como poco atractivo para los países que lo integran", consideró la doctora y agregó: "Bolsonaro decidió no ir a la última cumbre, Uruguay busca ir por otros lados y Argentina, si prestamos atención al discurso que dio el presidente Alberto Fernández, puso más el acento en la presidencia de la CELAC que en la agenda propia del bloque".
En relación a la última cumbre que se celebró el julio, Zelicovich destacó que a nivel técnico hubo mucho trabajo en discusiones sobre el arancel externo común, en la agenda con Singapur y la exploración de nuevas negociaciones comerciales, pero advirtió que eso no tuvo traducción a nivel de líderes y de sistemas políticos nacionales. "La falta de liderazgos fuertes hace que no se generen nuevos incentivos que muevan a los países miembros a valorar el Mercosur y no relegarlo a un segundo plano y, por otra parte, aquello que el bloque hoy ofrece es costoso de abandonar. Entonces no es esperable que el Mercosur se rompa como tal, sino que tenga unas largas y prolongadas crisis", analizó la doctora en Relaciones Internacionales. Y subrayó, como principales cuestiones a trabajar, la coordinación de políticas macroeconómicas, la consolidación del territorio aduanero común y la fluidez en la logística y el comercio entre fronteras.