La discusión sobre si la ciudad de Mariupol fue ocupada o no totalmente ya por tropas rusas, la polémica sobre la presunta imposibilidad de los ucranianos de rendirse, el blanqueo de parte de Moscú de que pretende tomar todo el sur de Ucrania para conectarlo con Crimea y la advertencia de la ONU sobre posibles crímenes de guerra de parte del Ejército invasor marcaron la jornada, en la que también hubo cruce de acusaciones por el freno en las negociaciones.
Sobre Mariupol, que ayer el presidente Vladimir Putin dio por ocupada y a la que ofreció "una tregua en la totalidad o una parte" para que se rindan los soldados que aún combaten, su par Volodomir Zelenski afirmó hoy que "sigue resistiendo".
"En el sur y en el este de nuestro país, los invasores continúan haciendo todo para tener un motivo para hablar de al menos alguna victoria", dijo Zelenski en un video, al negar que la ciudad portuaria sobre el mar de Azov esté en manos rusas.
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Unos 2.000 soldados ucranianos siguen atrincherados en el complejo metalúrgico de Azovstal, de unos 4 kilómetros cuadrados de superficie, donde también hay refugiados civiles, según Kiev, y a ellos Putin les ofertó hoy todas las garantías para rendirse.
Putin consideró "irresponsable" que el gobierno de Zelenski impidiera rendirse a los ocupantes de la planta siderúrgica.
Mariupol viene siendo blanco constante de los ataques y el asedio de las tropas rusas, que buscan crear un corredor entre la anexionada península de Crimea y los territorios separatistas rusoparlantes de Donetsk y Lugansk, en la región esteña del Donbass.
Las autoridades ucranianas solicitaron un corredor humanitario de inmediato para permitir la salida de los civiles y los combatientes heridos de la acería de Azovstal, a la que Putin ordenó asediar de manera externa tras descartar un asalto final para evitar un alto costo en vidas de combatientes de ambos bandos.
Horas más tarde, el ejército ruso afirmó estar dispuesto a una tregua en "la totalidad o en una parte" de esa zona industrial para permitir la evacuación de los civiles y la rendición de los combatientes.
"El punto de partida de esta tregua humanitaria sería que las tropas ucranianas levanten una bandera blanca en una parte o en la totalidad de Azovstal", indicó en un comunicado el Ministerio de Defensa ruso.
Según esa cartera, los civiles que salgan tendrán la posibilidad de elegir si van a territorios bajo control ruso o ucraniano, mientras que los soldados ucranianos van a recibir buenos tratos y los heridos serán atendidos.
Putin conversó hoy por teléfono con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, a quien trasladó su denuncia de que Kiev no deja a los soldados ucranianos atrincherados en Azovstal aprovechar la opción de deponer las armas.
Además, Putin le contó a Michel las medidas "tomadas de manera permanente para proteger a la población civil, la apertura diaria de corredores humanitarios y el anuncio de un régimen de alto el fuego para la evacuación segura de los ciudadanos de la zona de combate".
Aún contra la palabra de Putin, Michel reveló que le reclamó la implementación de corredores humanitarios, en coincidencia con la Pascua ortodoxa, anunció el propio dirigente en Twitter.
Sobre el movimiento de tropas, un responsable militar ruso puso en palabras lo que se percibía y se había sugerido: Moscú pretende controlar totalmente el sur de Ucrania y la región del Donbass en busca de tener un puente terrestre hacia Crimea, que se anexó en 2014.
"Desde el inicio de la segunda fase de la operación especial, que comenzó hace dos días, uno de los objetivos del ejército ruso es establecer un control total sobre el Donbass y el sur de Ucrania", declaró Rustam Minnekayev, subcomandante de las fuerzas del distrito militar del centro de Rusia.
Ello "va a permitir asegurar un corredor terrestre hacia Crimea y una influencia en las infraestructuras claves de la economía ucraniana, como los puertos del mar Negro a través de los cuales se realizan los despachos de los productos agrícolas y metalúrgicos", afirmó el militar, citado por agencias de noticias rusas, en una reunión con empresas en un complejo militar-industrial en Ekaterinburgo.
Según Minnekayev, el control del sur de Ucrania también va a permitir ayudar a los separatistas prorrusos de Transnistria, que desde 1992 controlan un territorio de Moldavia fronterizo con el oeste de Ucrania.
"El control del sur de Ucrania es también un corredor hacia la Transnistria, donde también observamos casos de opresión de la población rusoparlante", afirmó el general, de acuerdo con una reseña de la agencia de noticias AFP.
En medio de ese cuadro, la ONU acusó al Ejército ruso de acciones "que podrían constituir crímenes de guerra" tras la invasión del 24 de febrero, incluidos bombardeos indiscriminados que provocaron la muerte de civiles y la destrucción de escuelas y hospitales, y las ejecuciones de al menos 50 civiles en la ciudad de Bucha, un suburbio de Kiev.
"Las fuerzas armadas rusas bombardearon de manera indiscriminada zonas habitadas, mataron a civiles y destruyeron hospitales, escuelas y otras infraestructuras civiles, en acciones que podrían constituir crímenes de guerra", declaró la vocera del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Ravina Shamdasani.
La funcionario aclaró que "aunque le corresponde a un tribunal determinar concretamente si es así", cada vez hay "más pruebas de que se cometieron crímenes de guerra", y dejó abierta la chance de que también Ucrania también haya violado el derecho humanitario.
En el terreno diplomático, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, aseguró que las negociaciones con Ucrania se encuentran estancadas, mientras el responsable de Exteriores de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, atribuyó a Putin el freno en las conversaciones.
Las negociaciones "se han estancado, porque la propuesta que hemos entregado hace cinco días a los negociadores ucranianos, teniendo en cuenta sus comentarios, no ha recibido respuesta", dijo Lavrov en una conferencia de prensa en Moscú junto a su homólogo kazajo, Mukhtar Tileuberdi, consignó la agencia de noticias AFP.
El canciller ruso también dijo que tenía dudas sobre la voluntad de los dirigentes ucranianos de continuar las negociaciones.
"Me resulta muy extraño escuchar todos los días declaraciones (...), incluso del presidente (ucraniano) y sus asesores, que dan la impresión de que no necesitan en absoluto estas negociaciones", aseguró Lavrov.
Borrell, en tanto, culpó a Putin del fracaso de las charlas, y reseñó que, por eso, a la UE no le queda otra que "ayudar a Ucrania a defenderse".
Con todo, Putin aceptó reunirse el martes próximo, en Moscú, con el secretario general de la ONU, António Guterres, que esta semana había enviado cartas al mandatario ruso y a Zelenski pidiendo conversar.
Aún con esas gestiones en marcha no parece reinar el optimismo: el primer ministro británico, Boris Johnson, consideró hoy como una "posibilidad realista" que la guerra dure hasta fines de 2023.
Con información de Télam