La política ucraniana, la causa detrás de la escalada entre EEUU y Rusia

La interpretación dominante es que Rusia movilizó tropas para frenar un posible ingreso de Ucrania a la OTAN, pero el propio presidente ucraniano reconoció esta semana que la alianza militar mantiene "puertas cerradas" para Kiev. Entonces, ¿por qué estalló la actual crisis que amenaza con confrontar militarmente a Rusia y EEUU?

21 de febrero, 2022 | 00.05

En medio de las alertas cada vez más dramáticas de una posible invasión rusa y las noticias sobre movilizaciones de tropas de Rusia y evacuaciones de civiles, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, le recordó este sábado a sus aliados que hace años que su país intenta ser miembro de la OTAN y reclamó que lo acepten de una vez por todas. Pero si los miembros de la alianza militar occidental nunca habilitaron esta posibilidad, entonces, ¿por qué Moscú ve ahora a su vecino como una amenaza y se está al borde de una posible guerra?

En 2008, cuando aún gobernaban en Ucrania los gobiernos de la llamada Revolución Naranja que buscaron acercarse a Europa y Estados Unidos y salir de la influencia total de Rusia, la OTAN firmó un documento en el que inició un difícil equilibrio: por un lado, no aceptó los pedidos de Kiev para ingresar a la alianza militar, pero por otro, instaló la llamada política de “puerta abierta”. “La puerta de la OTAN permanecerá abierta para las democracias europeas que estén dispuestas y puedan asumir las responsabilidades y obligaciones de una membresía”, escribieron los líderes de la organización al cerrar la cumbre de Bucarest.

Es cierto que no todos los gobiernos posteriores en Ucrania han mostrado interés en ingresar a la OTAN -la alianza militar encabezada por Estados Unidos y las potencias europeas creada a principios de la Guerra Fría para frenar el avance de la URSS-, pero desde 2014, la intención y los pedidos han sido constantes, incluso el ex presidente Viktor Poroshenko lo incluyó en la Constitución Nacional.

Mapa de los países miembros de la OTAN en Europa.

En los últimos meses, el análisis que domina todas las noticias es que Rusia movilizó alrededor de 150.000 militares cerca de las fronteras con Ucrania como disuasión para que Estados Unidos, Europa y Ucrania abandonen la idea de expandir la OTAN hasta allí. Pero, si el gobierno ucraniano seguía teniendo “las puertas cerradas” en la alianza militar, como Zelensky mismo dijo este sábado, entonces, ¿cuál es la explicación detrás de esta escalada que hace temer una guerra internacional?

Para Volodymyr Ishchenko, sociólogo ucraniano e investigador asociado del Instituto de Estudios de Europa del Este de la Universidad Libre de Berlín (Freie Universität Berlin), una posible explicación se puede ubicar en “la escalada de la represión contra la oposición ucraniana”. “El punto clave fueron las sanciones contra Viktor Medvedchuk”, sostuvo el académico en diálogo con El Destape

La política interna ucraniana, en el centro del conflicto

Hace casi exactamente un año, el gobierno de Zelensky impuso sanciones a Medvedchuk, como suelen hacer los Estados con ciudadanos o instituciones extranjeras. Medvedchuk es un oligarca (como se conocen en esa región a los empresarios multimillonarios que amasaron su riqueza al calor de su buena relación con el poder político), el líder del partido con la principal bancada opositora en el Parlamento y la fuerza más popular en los sondeos en ese momento. Además, es un amigo personal del presidente ruso Vladimir Putin (quien es padrino de su hija) y es considerado el principal referente de los sectores del país que piden tener una mejor relación política con Moscú. 

Sin mediar un proceso o un fallo judicial, Zelensky suspendió las licencias de sus canales de televisión y congeló sus activos y los de su familia, entre ellos un importante gasoducto que transporta gas desde Rusia hasta Europa. El gobierno de Estados Unidos -que ya lo había sancionado en 2014 y que ha denunciado esta práctica en otros países- aplaudió la medida, mientras que el ruso -que no es precisamente reconocido por respetar a la oposición- la denunció como una forma de persecución política.

Pero la verdadera respuesta de Moscú llegó apenas dos días después y de manera más críptica: el Ministerio de Defensa anunció el despliegue de 3.000 paracaidistas en la frontera con Ucrania para “ejercicios de gran escala” y para entrenarlos para “capturar estructuras enemigas y conservarlas hasta la llegada de la fuerza principal”, según publicó hace solo unas semanas la revista Time, en uno de los pocos artículos de la prensa estadounidense que vinculó este episodio con la escalada actual. 

“En el gobierno de Rusia creían que iban a perder a Ucrania para siempre. Consideraron que ya no iban a poder esperar cambios más favorables en el futuro a partir de elecciones”, explicó Ischenko. Después de todo, los tiempos políticos en Kiev han demostrado ser muy cambiantes: seis años después de la Revolución Naranja que tanto ilusionó a las potencias occidentales, un gobierno pro ruso retornó al poder con Viktor Yanukovich, el mismo dirigente que luego fue derrocado en 2014 con un nuevo levantamiento popular pro occidental.

“Además, (el gobierno ruso) dejó de creer que cualquier negociación con Zelensky tendría sentido, que los acuerdos de Minsk no serían implementados bajo este gobierno”, agregó Ishchenko, en referencia a los acuerdos firmados por Ucrania, Rusia, Francia y Alemania para intentar de abrir un proceso de paz que ponga fin en la guerra separatista que enfrenta al gobierno de Kiev con milicias ucranianas pro rusas en dos provincias orientales, fronterizas con Rusia. 

Los intereses de EEUU

Pero si esto explica por qué Putin comenzó a ver a Ucrania como una amenaza irreversible, no alcanza para entender por qué el presidente Joe Bidenun dirigente que asumió convencido de que no quería mantener los costos de una guerra extranjera y de que los frentes internos eran más urgentes en medio de la pandemia y la crisis económica, lidera ahora una campaña pública -ridiculizada incluso por el mismo Zelensky- de constantes advertencias de una invasión que nunca llega. 

“Hay otra parte de la historia: Estados Unidos y Reino Unido. Ellos tienen sus propios intereses para la escalada entre Ucrania y Rusia. Algunos los vinculan con su política interior, la derrota en Afganistán, los problemas de (el primer ministro británico Boris) Johnson y el Nord Stream 2, el gasoducto entre Rusia y Alemania. Es evidente que la campaña mediática sobre una invasión inmediata está dirigida hacia Alemania, para que Alemania entienda que no puede relacionarse con Rusia de la manera en la que venía haciéndolo”, sostuvo el académico ucraniano.

Es cierto que Biden y algunos de sus aliados europeos vienen anunciando hace semanas una invasión rusa como algo casi seguro y esto no sucede. Pero también es cierto que la situación está escalando más allá de las palabras. Esta semana, recrudeció la guerra separatista en el este ucraniano, dos soldados murieron del lado controlado por el gobierno de Zelensky, las milicias separatistas pro rusas anunciaron una evacuación de toda la población civil a Rusia, algo que aún no está claro cómo funcionaría, y los ejercicios militares rusos continúan a lo largo de casi toda la frontera oriental de Ucrania. 

Ishchenko opinó que “es muy improbable que haya una invasión a gran escala” y que “la estrategia rusa es subir la apuesta para que Occidente haga algunas concesiones”, pero también reconoció que “Ucrania no ha visto este tipo de nivel de amenazas”. Y, como si este escenario incierto no fuera suficiente, está cada vez más claro que Zelensky perdió el control de la estrategia que inauguró el año pasado.

“Antes de enero, el gobierno ucraniano trató de explotar este miedo impulsado por los medios de habla inglesa: pidió armas y sanciones preventivas para Rusia, pero cuando se volvió más serio y se empezaron a ver las consecuencias económicas -moneda más volátil, alertas de corridas cambiarias y salida de inversores- comenzó a decir que no hay una amenaza de una invasión inminente”, sostuvo el sociólogo y agregó: “Al día de hoy, Zelensky no logró capitalizar políticamente la situación. La oposición nacionalista (el partido del ex presidente Poroshenko) está ahora arriba en las encuestas.” 

Horizonte sombrío

En resumen, por un lado, Ucrania tiene un gobierno al que ya no le queda otra que presionar públicamente a sus aliados para que cumplan su promesa de abrirle la puerta a la OTAN, un sector ultranacionalista minoritario pero ruidoso e influyente internacionalmente que no acepta ninguna concesión a Rusia para desescalar la tensión, y una guerra separatista en el este del territorio que podría profundizarse con consecuencias imprevisibles.

Por otro lado, mientras el gobierno estadounidense de Biden lanza amenazas diarias contra Rusia, pero no responde a ninguno de los pedidos de Zelensky, ni sanciones preventivas ni una hoja de ruta para ingresar a la OTAN; Putin mantiene sus ejercicios militares cerca de la frontera con Ucrania en su país, Bielorrusia y la anexada península ucraniana, y denuncia que las Fuerzas Armadas ucranianas están cometiendo crímenes en las zonas en guerra con los separatistas pro rusos, un elemento que muchos analistas occidentales ven como una posible excusa para invadir. 

Son muchas las soluciones que se están barajando para esta crisis, algunas más realistas que otras. Pero de la misma forma en que esta escalada se originó en Ucrania, la solución también debe nacer allí para que funcione más allá del corto plazo. Sin embargo, cuanto más escala la tensión y las amenazas internacionales, más se empodera el sector ultranacionalista de la sociedad ucraniana que ya analiza todo en términos de patriotas y traidores, y que se construyó un rol protágonico en el debate político interno a fuerza de gritos, violencia y aprovechándose de la impericia, debilidad y corrupción de los gobiernos en Kiev.