(Por Camil Straschnoy) La velocidad con la que se examina la adhesión de Ucrania y el temor a que crezca la influencia de Rusia en otras partes del continente aceleraron las discusiones en la Unión Europea (UE) para integrar también a los países de los Balcanes Occidentales, tema que se abordará el jueves en un encuentro de líderes en Bruselas y que enfrenta varios obstáculos por conflictos entre Estados y demandas de reformas internas no cumplidas.
Macedonia del Norte, Montenegro, Albania y Serbia obtuvieron el estatus de candidatos para ingresar al bloque en distintas fechas entre 2005 y 2014, mientras que Bosnia-Herzegovina y Kosovo son miembros potenciales, pero todavía no obtuvieron ese visto bueno que se le otorgó a Ucrania y a Moldavia en tiempo récord debido a la guerra.
Los Balcanes Occidentales son importantes para la UE, y la UE es importante para los Balcanes Occidentales. Por consiguiente, debemos reactivar el proceso de ampliación y avanzar en la integración de nuestros socios, indicó hoy el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la carta de invitación del encuentro de líderes que se realizará el 23 y 24 de junio en la capital belga.
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El dirigente visitó la región la semana pasada de cara a esta cita, lo mismo que hizo este mes otro peso pesado del bloque: el canciller alemán, Olaf Scholz, efectuó una gira por Kosovo y Serbia, donde afirmó que los Balcanes Occidentales pertenecen a Europa.
Si la ampliación hacia los Balcanes Occidentales, que comenzó hace más de dos décadas, no se completa o no se le da un mayor sentido de urgencia, hay poca credibilidad en hacer que este proceso funcione para Ucrania, explicó a Télam Florian Bieber, politólogo experto en la región y docente de la Universidad de Graz (Austria).
Una segunda razón por la que existe una sensación de urgencia para la ampliación, es que en las zonas no integradas hay un mayor riesgo que otros actores, como Rusia, puedan ser una fuente de inestabilidad, y desde ese punto de vista también hay una razón geopolítica para la integración, añadió.
Pero este nuevo impulso para expandir el bloque europeo choca con una serie de obstáculos, muchos de ellos difíciles de sortear, lo que hace prever que las discusiones serán ríspidas.
El más difícil es integrar a Kosovo, cuando hay cinco miembros de la UE que ni siquiera lo reconocen como Estado independiente (España, Eslovaquia, Rumania, Grecia y Chipre) y sus habitantes son los únicos ciudadanos de los Balcanes que deben obtener una visa para ingresar a la UE.
El territorio declaró unilateralmente su independencia de Serbia en 2008 y el diálogo para normalizar las relaciones no avanza a más de dos décadas de la guerra que causó 13.000 muertos, en su mayoría kosovares albaneses.
Macedonia del Norte, miembro de la OTAN y que en 2005 obtuvo el estatus de candidato de la UE, tuvo que cambiar su nombre para lograr destrabar el conflicto con Grecia por el uso del término Macedonia, que quedó para denominar a una región del norte griego, pero sigue manteniendo una disputa con Bulgaria.
Este último país mantiene su veto al ingreso de Macedonia del Norte al bloque europeo y para levantarlo exige que se garanticen los derechos de la minoría búlgara en el país, que reconozca que hay una historia y una cultura común, y que elimine de los textos escolares las referencias a la ocupación de su territorio durante la Segunda Guerra Mundial por parte de Bulgaria, aliada entonces con la Alemania nazi.
La Comisión Europea y sobre todo Francia, como presidente de turno de la UE, se ofrecieron para mediar y quitar del medio todos los problemas que impiden sumar al país, que en marzo fue noticia por dejar afuera a Italia del próximo Mundial de fútbol en Qatar.
Otra traba que deberán superar los líderes de los Balcanes Occidentales y de la UE en su próximo encuentro es la negativa mostrada hasta acá por Serbia de sumarse a las sanciones contra el Kremlin, principalmente por su dependencia del gas ruso.
Ante tantos obstáculos, Bieber opinó que la única posibilidad de avanzar en la integración es si la UE trabaja no solamente para ofrecer a los países ser miembros, sino también como un actor más activo en política exterior en los Balcanes Occidentales, con un enfoque estratégico más claro". "Eso es algo que aún no hemos visto y soy escéptico sobre si se va a materializar, apuntó.
Además de los conflictos entre Estados, existe la cuestión de los pocos avances en algunas de las reformas demandas por Bruselas en democracia, gobernabilidad y migración, entre otros temas.
El mayor reto es cómo hacer que los países sean más democráticos. Esto es algo que no se puede hacer desde fuera, pero la UE podría ser más crítica con las tendencias autocráticas e identificarlas más claramente, en particular en el caso de Serbia, manifestó el politólogo que coordina Grupo de Asesoramiento Político sobre los Balcanes en Europa.
Desde mi punto de vista, hay que hacer reformas. Muchas de ellas podrían llevarse a cabo con mucha más rapidez si los gobiernos estuvieran realmente comprometidos e invirtieran toda su energía en la adhesión a la UE, pero ese no fue el caso en varios países de la región, agregó.
Y concluyó: Las otras reformas necesarias serían mucho más fáciles de llevar a cabo si existiera tanto la voluntad política interna, como por parte de la UE de poner en marcha el proceso, y en ese sentido, al menos, la guerra de Ucrania y su solicitud de adhesión dieron a todo el debate un impulso y la oportunidad de ser tomado más en serio tanto en Bruselas como en la región.
Con información de Télam