Uno de los últimos cuatro fugitivos buscados por su papel en el genocidio de Ruanda perpetrado en 1994, compareció hoy ante un tribunal de Ciudad del Cabo, dos días después de haber sido detenido en Sudáfrica.
Detenido tras más de dos décadas prófugo, el ruandés de etnia hutu Fulgence Kayishema se mostró imperturbable en el banquillo de los acusados, informó la agencia de noticias AFP
Este antiguo inspector de policía nacido en 1961 había sido inculpado de "genocidio, complicidad en genocidio, complot para cometer un genocidio y crímenes contra la humanidad".
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Lo acusan, en concreto, de haber asesinado junto a otros individuos a más de 2.000 hombres, mujeres y niños refugiados en la iglesia de Nyange, en el municipio de Kivumu, en torno al 15 de abril de 1994.
El Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) había emitido en 2015 una orden de detención internacional contra él.
El sospechoso, que utilizaba el nombre falso Donatien Nibashumba, fue detenido en un predio vinícola en Paarl, a unos 60 kilómetros de Ciudad del Cabo, indicó la Policía sudafricana en un comunicado.
Buscado por su papel en el genocidio que a lo largo de un centenar de días arrojó la muerte de 800.000 tutsis y hutus moderados, Kayishema se encontraba prófugo desde 2001, informaron los fiscales en un comunicado.
Según el acta de acusación, Kayishema es responsable, y también cómplice, de asesinato y lesiones graves a la integridad física o mental de miembros de la población tutsi, entre el 6 y el 20 de abril de 1994.
De acuerdo con la acusación, habría "participado directamente en la planificación y ejecución" de la "masacre" de Nyange, "especialmente consiguiendo y distribuyendo combustible para incendiar la iglesia con los refugiados en el interior".
"Cuando esto falló, Kayishema y otros utilizaron un cargador frontal (bulldozer) para derribar la iglesia, enterrando y matando a los refugiados en el interior", precisó el documento.
En los días que siguieron a los hechos, el acusado y otras personas habrían supervisado el traslado de cadáveres desde el templo a fosas comunes.
Los sucesos de Nyange fueron uno de los más brutales del genocidio, en el que tanto milicias hutus como civiles asesinaron a un gran número de miembros de la minoría étnica tutsi: hombres, mujeres y niños.
La matanza terminó cuando las tropas del Frente Patriótico Ruandés (FPR), dirigidas por el actual presidente Paul Kagame, derrotaron a los rebeldes hutus y tomaron el control del país.
Los sobrevivientes "se esforzaron para demostrar sus crímenes e impulsar su detención (de Kayishema)", declaró Naphtali Ahishakiye, secretario ejecutivo de Ibuka, la organización que nuclea a los sobrevivientes del genocidio.
Numerosos ruandeses fueron condenados por la justicia de su país, tribunales internacionales o de países occidentales, por hechos vinculados al genocidio.
El TPIR condenó a 62 personas, mientras otros, como Augustin Bizimana, uno de los principales cerebros de la matanza, murieron sin haber comparecido ante la justicia internacional.
Los jueces de la ONU suspendieron en marzo el proceso a Félicien Kabuga, supuesto tesorero del genocidio ruandés en 1994, para decidir si su estado de salud le permitía estar en el banco de los acusados.
El Programa de Recompensas por Crímenes de Guerra de Estados Unidos había ofrecido una recompensa de hasta 5 millones de dólares por información sobre Kayishema y los demás prófugos buscados por perpetrar el genocidio ruandés.
Con información de Télam