El socialista Pedro Castillo asumirá hoy la presidencia de Perú, donde tendrá asuntos urgentes que abordar como el brote del COVID-19 más letal del mundo, la reactivación de la economía y la recuperación de la confianza en un país fracturado por constantes crisis políticas.
Castillo, un profesor de primaria de escuela pública e hijo de campesinos, jurará al cargo a las 12.00 hora local en el Congreso e inmediatamente después ofrecerá su primer mensaje a la nación con el plan para su quinquenio de Gobierno.
El político que dará un giro a la izquierda a Perú ha dicho que gestará un "verdadero modelo" propio en su Gobierno y que buscará elevar impuestos a la industria minera para financiar su objetivo de mayor inversión en salud y educación.
Sus planes, de los cuales se esperan más detalles en su discurso inaugural, han sacudido a la elite económica después de más de tres décadas de políticas favorables al mercado que han convertido al país en un refugio relativamente seguro en la volátil América Latina.
"El mensaje de Castillo va marcar los lineamientos del inicio de su gobierno, pero más repuesta del rumbo y la forma la va a dar el equipo, el gabinete que anunciará", dijo a Reuters Jeffrey Radzinsky, máster en gobernabilidad y gestión pública.
A diferencia de anteriores presidentes electos que tenían conformado su gabinete a víspera de su toma de mando, Castillo ha mantenido bajo llave la conformación de su equipo. De acuerdo a la agenda oficial, Castillo juramentará a los miembros de su gabinete de ministros a las 16.30 hs.
Fuentes cercanas a Castillo solo han mencionado a su asesor económico Pedro Francke, un moderado economista de izquierda y exdirector de la agencia de seguridad social, como el mas fuerte candidato para el Ministerio de Economía.
Perú, el segundo mayor productor mundial de cobre, busca dejar atrás una larga lista de crisis en los últimos años que se agudizó el noviembre, cuando el país tuvo hasta tres presidentes en medio de choques entre el Congreso y el Gobierno.
Castillo ganó las elecciones del 6 de junio por sólo unos 40.000 votos a la derechista Keiko Fujimori, tras una amarga batalla legal por el resultado. Su rival, la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, ha prometido luchar contra lo que llama los planes comunistas del nuevo mandatario.
ALA DURA
Opositores de derecha temen de que Castillo importe un modelo de gobierno de izquierda como los de Venezuela, Cuba y Bolivia, algo de que el mandatario electo ha rechazado. Sin embargo, analistas sostienen que un Congreso fragmentado limitará su poder para realizar cambios económicos abruptos.
Esta semana, una alianza de partidos de oposición ganó la elección para dirigir el Congreso unicameral peruano, en un primer revés para el líder socialista, que tendrá que bregar duro para sacar adelante sus planes de reforma.
Tradicionalmente, el partido que gana la presidencia encabeza también el Congreso al inicio del gobierno, pero uno de los obstáculos de su partido Perú Libre para encontrar consensos en el parlamento fue su plan de reescribir la Constitución, una promesa de campaña de Castillo.
Perú Libre, liderado por el exgobernador y médico Vladimir Cerrón, está presionando por reformas radicales y podría convertirse en un dolor de cabeza para Castillo.
El "ala dura" de legisladores oficialistas ha afirmado públicamente que no renunciará al plan de impulsar una asamblea constituyente para una nueva Constitución, pese a que según la medición de fuerzas en el Congreso no tienen apoyo suficiente.
"Castillo tiene que cohesionar a su núcleo más duro y tiene que hacerlo sin desprenderse de la lectura ciudadana, que se opone al radicalismo", afirmó Radzinsky.
Presidentes y jefes de Gobierno como el de Argentina, Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador y el Rey de España, entre otros, han llegado a Lima para el cambio de poder que coincide con la celebración del bicentenario de la independencia de Perú.
La transmisión de mando se realizará bajo las restricciones de la pandemia del coronavirus, que ha llevado al Perú a tener la tasa per cápita más alta del mundo de muertos por COVID-19, con 196.000 fallecidos, y 2,1 millones de contagios.
Con información de Reuters