El sorpresivo anuncio, al menos para Estados Unidos, de la OPEP+, sobre nuevos recortes en la producción de petróleo, ha puesto en vilo a "Occidente". La decisión expresa una maniobra que habla no sólo de la guerra que se libra en otras dimensiones, sino también del desplazamiento que se viene desarrollando del epicentro de la geopolítica global hacia el "Oriente". Algo que quedó confirmado este jueves con el restablecimiento de las relaciones entre Arabia Saudita e Irán, propiciado por China.
Hace poco más de una semana, un conjunto de países miembros de la OPEP+, entre los que se encuentran Arabia Saudita y Kuwait, anunciaron un recorte voluntario de la producción petrolera que suma cerca de 1,1 millones de barriles diarios.
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Rusia, por su parte, también anunció un recorte en la producción de 500 mil barriles diarios. Tales medidas, que no tardaron en interpretarse como una acción coordinada de quienes lo anunciaron, fueron justificadas como una búsqueda de estabilizar la relación entre la oferta y la demanda, pero lo cierto es que ya produjeron impacto en los precios del petróleo que el lunes pasado registraron 5% de aumento. La decisión, que tiene antecedentes similares en marzo de este año y en octubre del año pasado, terminará de sentirse en mayo, cuando la misma entre en vigencia.
Sin dudas el aumento del precio del petróleo -como ya sucedió en febrero de 2022 al iniciarse el conflicto entre Rusia y la OTAN, en Ucrania- golpeará a la temblorosa economía estadounidense y colateralmente a la del resto del mundo, a la sombra de procesos recesivos, colapsos bancarios y recomendaciones de suba de tasas para paliar la situación crítica con ajustes en la liquidez. La medida, que agrega un nuevo capítulo a los recortes de 2 millones de barriles anunciados en octubre del año pasado, supone también un revés de las sanciones impuestas a Rusia por occidente, ya que el aumento de los precios, según avizoran indignados varios actores de la política norteamericana, favorecerá al país caucásico con recursos para financiar su avance sobre Ucrania. Un golpe más en el terreno de los enfrentamientos, que como ya hemos mencionado en varias ocasiones, no sólo involucran a Rusia y a Ucrania y no se producen únicamente en el campo de batalla tradicional.
Pese a que el presidente Joe Biden intentó minimizar el efecto de la medida el lunes pasado, al afirmar que “no va a ser tan duro como ustedes piensan”, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby afirmó a los medios que estaban al tanto de la noticia antes de que fuera anunciada y que al conocerla, habían expresado su postura. “No creemos que los recortes a la producción sean recomendables en este momento dada la incertidumbre del mercado, y dejamos claro eso”, afirmó. También observó que la situación del mercado no es igual que hace un año cuando se inició la guerra en Ucrania.
Aunque, en términos de producción -no de reservas- Estados Unidos lidera el ranking a nivel mundial con más de 16 millones 500 mil barriles diarios, no logra abastecer la totalidad de su demanda. En la lista le sigue Arabia Saudita con más de 10 millones 900 mil barriles diarios, que es el principal productor de la OPEP+. En tercer lugar se encuentra Rusia, con un volumen de producción similar al de Arabia Saudita, según datos de 2021.
En octubre, cuando el organismo anunció recortes en la producción, las declaraciones habían sido más duras. El presidente Biden hizo pública su decepción, mientras advirtió que se tomarían medidas y se revisaría el vínculo con Arabia Saudita. Mientras, en el senado se presentó un proyecto para dejar de venderle armas a la potencia petrolera de Medio Oriente. Desde 2021, Estados Unidos ha solicitado de manera sostenida al organismo controlar a la baja los precios del crudo, para cuidar el consumo en su país.
Ante el impacto que produjo en el mercado la guerra en Ucrania Biden había autorizado al Departamento de Energía en octubre a vender parte de su reserva estratégica para controlar el mercado y se había comprometido a reponer dichas reservas cuando el precio del crudo bajara. Sin embargo y pese a que el precio del barril se acercó a los 60 USD, el Departamento de Energía informó que recomponer tal reserva podría llevarle años, cosa que molestó a los sauditas. Sin la concreción de esa demanda, se hace difícil sostener el precio, por lo que el recorte de la producción, ya anunciado por los saudíes como una posibilidad, se torna en una herramienta para tal fin.
De todas formas, el gobierno estadounidense devolvió el gesto a Arabia Saudita en octubre y suspendió una reunión del Consejo de Cooperación del Golfo -del cual Arabia Saudita es miembro principal- destinada a tratar temas de Defensa ante posibles ataques iraníes a la región.
Al parecer, las históricas relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos, nunca han estado libre de tensiones; sin embargo, la llegada de Biden a la Casa Blanca, las complejizaron un poco más. Así lo afirmó el senador por Connecticut, Chris Murphy, el año pasado ante aquél recorte en la producción: “Durante mucho tiempo, Arabia Saudita fue un aliado realmente imperfecto. Ahora, se cuestiona si son un aliado en absoluto”.
La centralidad de Asia-Pacífico y la disputa por su control
Los últimos movimientos de Arabia Saudita en su relación con la región deben ser leídos en el marco del conflicto que ordena la geopolítica en cada territorio del mundo, y en el cual se vienen agudizando las luchas por la gobernanza global: la batalla del “G2”, la ya conocida guerra económica, financiera, tecnológica y estratégica entre Estados Unidos y China. Sin desconocer que las redes que constituyen el entramado de poder económico y político van mucho más allá de los Estados nación, siendo éstos un instrumento subsumido a una estrategia que los utiliza como herramientas institucionales en una superestructura jurídica, política e ideológica que los rebasa.
Tal disputa ha ido delineando una nueva geopolítica mundial, con el desplazamiento del centro de gravedad económico del mundo hacia el eje de Asia-Pacífico, y a la que la geopolítica de la actual administración de la Casa Blanca comenzó a denominar como el Indopacífico. En relación a esta “nueva región” publicó un documento de carácter estratégico-militar en marzo del 2022, denominado “La Estrategia Indo-Pacífica”, delimitándola como el nuevo teatro de operaciones central de los Estados Unidos.
En este sentido, China ha desplegado desde esa región, hacia el resto del mundo, su proyecto estratégico, el cual podemos representar en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, con instrumentos regionales e internacionales como la Cooperación de Shangai (OCS) o el BRICS, entre otros.
En relación a estos espacios en los que la influencia China es principal, resulta relevante mencionar la solicitud de Arabia Saudita (como también de Irán) realizada el año pasado para incorporarse formalmente al bloque de los BRICS. Además, a fines de marzo, el gobierno del país árabe decidió unirse como Estado "socio de diálogo" a la OCS. El movimiento de Arabia Saudita plantea una ruptura a su alineamiento geopolítico histórico, como la gran potencia árabe aliada en Medio Oriente.
En esta región se encuentran contenidos, entre otras cosas, países petroleros de primer orden mundial, así como también sus rutas marítimas, elementos que han sido fuente de conflictos intrarregionales, como por ejemplo la guerra subsidiaria iraní-saudita, que data desde fines de la Revolución iraní hasta estos días, y que algunos autores han denominado la “Guerra Fría de Medio Oriente”.
Este jueves, a un mes de la propuesta formal de China para restablecer las relaciones entre estos países, de orientaciones islámicas divergentes y que se encontraban suspendidas desde 2016, se constituyó como uno de los hechos recientes de mayor relevancia geopolítica en el mundo. La reunión realizada en China entre los ministros de Asuntos Exteriores de Irán y Arabia Saudita es un hecho de relevancia sin precedentes que, por supuesto, deberá mostrarse como una alianza con capacidad de perdurar en el tiempo. Tras la reunión, los representantes de los países de Medio Oriente emitieron un comunicado conjunto en el que expresaron que “los equipos técnicos continuarán la coordinación para examinar las formas de ampliar la cooperación, incluida la reanudación de vuelos y visitas bilaterales de delegaciones oficiales y del sector privado y facilitar el otorgamiento de visas para los ciudadanos de los dos países”.
Queda a la vista que los enfrentamientos comerciales en el sector petrolero son una maniobra más en la disputa por el control de Medio Oriente y de Asia-Pacífico en plena efervescencia.