El papa Francisco expresó este domingo su "preocupación y dolor" por la situación en Nicaragua y reclamó un "diálogo abierto y sincero" para resolver la crisis en el país centroamericano, a dos días de la detención de un obispo crítico del Gobierno del presidente Daniel Ortega.
"Sigo con preocupación y dolor la situación creada en Nicaragua que involucra personas e instituciones", dijo el pontífice en el Vaticano tras rezar el tradicional Ángelus dominical. "Quisiera expresar mi convicción y mi deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se puedan encontrar aún las bases para una convivencia respetuosa y pacifica", continuó y concluyó: "Pedimos al señor, por intercesión de la purísima, que inspire en el corazón de todos esa concreta voluntad."
El viernes, la Policía de Nicaragua ingresó a la residencia del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y lo detuvo acusado de intentar "desestabilizar" el Gobierno. Álvarez permanecía en el interior de la sede de su diócesis junto a una decena de personas desde el pasado 4 de agosto. La policía informó que lo trasladó a Managua, donde lo puso "bajo arresto domiciliario". El resto de los detenidos fueron llevados a una cárcel local.
El obispo Álvarez se había recluido después de denunciar el cierre por parte de las autoridades de cinco emisoras católicas y reclamar al presidente Ortega respeto a la "libertad" religiosa en Nicaragua, un país muy creyente de abrumadora mayoría católica.
Además, esta semana, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el obispo de San Isidro monseñor Oscar Ojea, había manifestado su "preocupación" por la situación de la Iglesia en Nicaragua en una carta al Cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua y primado del país centroamericano. En nombre de los obispos argentinos, Ojea manifestó su “cercanía fraterna” y su oración “para que puedan llevar adelante el ministerio pastoral, sin restricciones de ninguna índole”.
En paralelo, la Organización de los Estados Americanos (OEA) había condenado a Nicaragua por "el hostigamiento" a la Iglesia Católica, el "cierre forzado" de ONGs y la "persecución" de la prensa, a la vez que volvió a reclamar al Gobierno la liberación de lo que el ente considera "presos políticos", una situación que la ONU también ha denunciado.
La detención de Álvarez no es la primera ni entre el clero ni entre los detractores del Gobierno de Ortega, un ex guerrillero de 76 años que se mantiene en el poder desde el 2007, luego de tres reelecciones sucesivas, la última alcanzada tras poner tras las rejas o en prisión domiciliaria a los principales precandidatos presidenciales de la oposición.
La ola de detención de sus rivales electorales en el mismo año electoral provocó una ola de críticas que no se limitó a la OEA y los países de la región gobernadores por fuerzas de derecha o abiertamente alineadas con la política exterior de Estados Unidos.
Sin embargo, Ortega no aceptó ninguna crítica y ahora el presidente, que fue parte clave de una revolución que en 1990 derrocó a una dictadura apoyada por Estados Unidos, acusa a los obispos de "golpistas" por apoyar las protestas opositoras que pidieron su dimisión en 2018.
La tensión entre Ortega y la Iglesia nicaragüense ya provocó que varias Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe emitieran comunicados manifestando su fraternidad con la Iglesia nicaragüense. Hasta ahora, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Bolivia, México, Uruguay, Ecuador, Brasil, Perú, Colombia y Argentina han condenado enérgicamente lo que fue catalogada como "la creciente hostilidad del gobierno a la Iglesia y han exhortado a construir la paz", según el sitio web oficial del Vaticano Vatican News.
Con información de Télam