China quiere un TLC, pero sin "interferir "en los asuntos internos del Mercosur"

Una delegación de la potencia asiática se reunió este lunes en Montevideo con el canciller de Uruguay, el país impulsor de un tratado de libre comercio, que divide al bloque sudamericano. 

25 de julio, 2022 | 17.42

A solo unos días de un nuevo cruce público entre los Gobiernos de Argentina y Uruguay por las negociaciones bilaterales que este último avanza con China para firmar un tratado de libre comercio, una delegación de la potencia asiática se reunió este lunes con el canciller uruguayo, Francisco Bustillo, en Montevideo para continuar discutiendo esta posibilidad. El director general para América Latina y el Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Cai Wei, sostuvo que su país está interesado en llegar a un acuerdo con Uruguay y con todo el Mercosur, pero destacó que siempre "con la premisa de la no interferencia en los asuntos internos del Mercosur”.

“La parte china está abierta a la cooperación tanto con el Mercosur en conjunto como con el país miembro particular. Nos gustaría profundizar aún más la cooperación de beneficio mutuo por medio de muchas maneras, incluyendo un TLC, con la premisa de la no interferencia en los asuntos internos del Mercosur”, aseguró el representante chino, citado por el diario local El País. 

Wei se cuidó de no quedar preso de la interna abierta dentro del bloque de integración sudamericano y aclaró: “China como firme partidario del libre comercio está dispuesta a negociar y suscribir un TLC con todos los países interesados”. Y luego agregó: “Igual que Uruguay, Brasil y Argentina también son buenos amigos de China.”

Eso si, pese al gesto diplomático, el funcionario dejó en claro que su Gobierno está interesado en un tratado de libre comercio con Uruguay, si el resto del bloque no se suma. “Estamos convencidos de que con los esfuerzos de ambos países la asociación estratégica entre China y Uruguay alcanzará seguramente un mañana mejor. Esperamos que las partes del Mercosur puedan negociar de manera amistosa entre sí, a fin de crear un mejor entorno para la cooperación del libre comercio chino-uruguaya”, concluyó. 

Por su parte, el anfitrión de la reunión, Bustillo trató de bajarle el tono a la interna dentro del Mercosur y le dijo a sus invitados chinos que trabajarña para que el resto de sus socios del bloque se puedan sumar al proceso. "Nosotros vamos a seguir negociando. Anhelamos y auguramos que en algún momento el resto de los países miembros del Mercosur se van a sumar en las negociaciones. Ya vimos en un primer avance en ese sentido, el propio presidente argentino hizo saber la inquietud de poder sumarse. Paraguay también y Brasil ha impulsado los trabajos que viene realizando Uruguay”, sostuvo.

Más allá de la interpretación que hizo el canciller uruguayo, lo que dijo el presidente Alberto Fernández en la cumbre de presidentes del Mercosur de la semana pasada fue que no se negaba a discutirlo, pero que el análisis, la decisión y las negociaciones tenían que ser siempre en conjunto, no individuales: "Yo no me niego en nada a analizar todo lo que haya que analizar, eso que Luis Lacalle Pou llama flexibilización, porque vivo en un mundo que está cambiando -sostuvo el mandatario y agregó- En estos cambios estamos caminando en la cornisa y no quiero que ninguno de nosotros se caiga en la cornisa, quiero que superemos juntos esta etapa."

Además, lanzó una advertencia poco velada a su vecino rioplatense: "En ese escenario difícil, lo que pido es que no nos ilusione la idea de buscar soluciones individuales, de que puedo salir con un proyecto propio que me alcanza a mí porque eso es de corto aliento."

Pese a que la interna está protagonizada en este punto por el presidente Alberto Fernández y su par uruguayo, Luis Lacalle Pou, la posición argentina no es la única traba que enfrenta Montevideo y Beijing dentro del Mercosur. Paraguay, otro de los cuatro miembros fundadores del bloque, reconoce a Taiwan como la República de China, una posición única en Sudamérica y muy minoritaria en el mundo ya que, según la política de "una sola China" de la potencia asiática, implica una afrenta directa y obstaculiza cualquier acuerdo político, comercial o financiero significativo.