Hace varios años que los partidos de derecha en América Latina buscan articularse por vía de foros o grupos de presión dentro o fuera del poder. Estando al frente de gobiernos han podido impulsar iniciativas como el Grupo de Lima -con Mauricio Macri y Jair Bolsonaro a la cabeza- cuyo único objetivo fue brindarle apoyo a la oposición más radical en Venezuela para contribuir al derrocamiento de Nicolás Maduro. Cuando se encuentran fuera del poder organizan conferencias y seminarios convocando expresidentes y personalidades reconocidas para influir con cartas o declaraciones, muchas veces liderados por Mario Vargas Llosa o José María Aznar, expresidente del gobierno español entre 1996 y 2004.
Muchas de estas personalidades suelen definirse de centro o de centro derecha, ya que ser “de derechas” a secas en América Latina no tiene buena prensa y está asociado a los golpes cívico-militares de otras épocas, mientras que estas derechas dicen ser modernas, antiautoritarias y democráticas. Dicen.
Durante la presidencia de Donald Trump, uno de sus principales asesores, Steve Bannon, estuvo en varios países de la región para tender puentes entre grupos de la extrema derecha latinoamericana, aunque sin demasiado éxito. Ahora VOX, el partido de la extrema derecha española, racista, homofóbico y que reivindica la dictadura franquista es quien toma la iniciativa.
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Dos de sus figuras más conocidas viajaron a Ecuador para la asunción de Guillermo Lasso donde no ocultaron que tuvieron reuniones “con muchos aliados dispuestos a frenar el avance del comunismo en la Iberosfera”, palabra -esta- acuñada por VOX en sus discursos y comunicados, aunque no termina de quedar claro a qué región se refieren.
Por otra parte, desde su fundación Disenso, VOX impulsó la Carta de Madrid, un breve compendio de frases por la “libertad” y contra el comunismo cuyo lenguaje recuerda los momentos más intensos de la Guerra Fría. Esta declaración de principios fue firmada por referentes de diversos partidos de derecha y extrema derecha, principalmente latinoamericanos y europeos. Entre otras “personalidades” aparecen Arturo Murillo, ex jefe de gabinete de la presidenta de facto de Bolivia Jeanine Añez, hoy preso en los Estados Unidos; Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente de Brasil y María Corina Machado, que fue una pieza clave del golpe de Estado en 2002 contra Hugo Chávez en Venezuela. También firman la carta Roger Noriega, uno de los halcones republicanos más recalcitrantes que ocupó importantes cargos en diversos gobiernos estadounidenses, y personas con nostalgia de dictaduras militares, como la argentina Victoria Villarruel.
Ya no son solamente los líderes del Partido Popular español como José María Aznar quienes buscan articular las derechas iberoamericanas, ahora aterriza VOX con un discurso radical que parece fuera de época. O tal vez no. Tal vez creen que son el último bastión para impedir el avance del tibio progresismo latinoamericano al que ven con anteojos del siglo pasado.