Hace dos años, en la ciudad de Puebla, se realizó un encuentro que tuvo poca repercusión mediática porque ni siquiera fue público. En realidad, nadie sabía si aquel encuentro sería uno más de los tantos que se organizan, o si tendría algún tipo de continuidad. “Progresivamente, un nuevo impulso progresista, 30 líderes de 10 países” era la difusa convocatoria del 12, 13 y 14 de julio de 2019 para debatir sobre la situación política en América Latina y el Caribe.
Marco Enriquez-Ominami de Chile, Aloizio Mercadante de Brasil y Alberto Fernández de Argentina, entre otros, mantuvieron diálogos entre ellos pensando cómo contrarrestar la ola conservadora que se afianzaba en la región e iba destruyendo los organismos de integración a su paso -como la UNASUR- y congelando la CELAC. Por dicho motivo decidieron convocar a expresidentes, excancilleres y algunos diputados y diputadas, para intercambiar ideas sobre la situación regional. Luego de dos días de debates se planteó la necesidad de comunicar en público que la reunión había existido y que -además de criticar a los gobiernos neoliberales- había que revitalizar las alternativas progresistas. Es así que se emitió un comunicado firmado por cada persona a título personal, dinámica que se mantiene hasta el día de hoy y surgió la necesidad de armar una estructura que pudiera dar su opinión sobre diversos temas.
Seguramente, quienes definieron que se lo denominara Grupo de Puebla pensaron contraponerlo al Grupo de Lima, conformado por diferentes gobiernos alineados con Estados Unidos y cuyo único fin era contribuir al derrocamiento de Nicolás Maduro en Venezuela. Y Puebla tiene su historia. La ciudad es conocida por su gran tradición política, su pujante movimiento universitario y porque allí, en 1979, se realizó la tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM) con la presencia del papa Juan Pablo II y representantes de la Teología de la Liberación, que culminó con el famoso “Documento de Puebla”, sin olvidar, claro está, su exquisita tradición culinaria con el famoso mole poblano o el delicioso chile en nogada.
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Unos dos meses antes, en diciembre 2018, Andrés Manuel López Obrador había asumido la presidencia de México marcando un importante cambio para la región. Nadie podía imaginar entonces que el segundo encuentro, ya con un Grupo de Puebla consolidado y reconocido, se realizaría en la Argentina en noviembre 2020 y que Alberto Fernández estaría en su apertura como presidente electo. Tampoco nadie podía imaginar que durante el encuentro llegaría la noticia que Evo Morales estaba siendo derrocado y que minutos después abandonaría el Palacio de gobierno en La Paz.
Los argentinos y mexicanos que estaban reunidos en Buenos Aires comenzaron frenéticamente a realizar llamadas telefónicas para coordinar su salida. En el registro histórico quedará que el Grupo de Puebla fue clave para salvarle la vida a Evo Morales.
Dos años después de la reunión de julio 2019, en el Grupo de Puebla hay 52 dirigentes de 16 países, incluyendo dos presidentes en ejercicio -Alberto Fernández y Luis Arce- y 10 expresidentes. Tiene una dimensión jurídica con destacadas figuras a nivel continental y ya es un referente de consulta de organismos internacionales.
Mientras, el Grupo de Lima se fue diluyendo porque su único sentido era derrocar un gobierno, en poco menos de dos años el Grupo de Puebla se fue desarrollando y articulando propuestas de integración regional. Y ya nadie puede ignorarlo.