El 31 de diciembre suele marcar el fin de un año y el comienzo de otro. Así lo determina de manera caprichosa el calendario gregoriano que se usa en toda América Latina y el Caribe, aunque varios de los pueblos originarios tengan sus propios calendarios. No es extraño ver el 1 de enero en las comunidades zapatistas que sus habitantes trabajen la tierra o realicen las tareas de la vida cotidiana como si no existiera el calendario.
De todas maneras, no es menos cierto que suele ser un momento de balances y de mencionar los hechos que tuvieron un mayor impacto a nivel regional. En este sentido no cabe la menor duda que la pandemia del coronavirus atravesó el 2020 -y continuará-atravesando la política de la región en el 2021 con respuestas contradictorias y zigzagueantes de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. No podía ser de otra manera. Basta mirar a las principales potencias económicas y militares del mundo que -en teoría- estaban bien preparadas para enfrentar una pandemia. Ya sabemos que fue sólo “en teoría”. América Latina, con altos niveles de pobreza y políticas neoliberales que fueron achicando el rol del Estado y la salud pública, no podía ser ajena a las dificultades, ni a la politización de la pandemia, porque la salud es un tema político.
Este 2020 vio a Evo Morales regresar a Bolivia poco antes de que se cumpliera un año del golpe de Estado que lo destituyó el 10 de noviembre de 2019. Es muy poco común que un presidente derrocado y obligado a exiliarse pueda retornar pronto a su país. La historia latinoamericana es profusa en casos de presidentes derrocados que no pudieron retornar de sus exilios, y mucho menos que su partido venciera en elecciones a quienes lo derrocaron por la fuerza. El triunfo del MAS en Bolivia demuestra que América Latina sigue en disputa entre una corriente heterogénea amplia, progresista/nacional/popular/de izquierdas y otra liberal/conservadora/de derechas. Hasta comienzos del siglo XXI estas disputas se resolvían de manera contundente con golpes de Estado cívico-militares sin retorno a corto plazo de quienes habían sido derrocados.
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En abril de 2002 Hugo Chávez retornó al poder en menos de tres días; Evo Morales con su candidato Luis Arce en menos de un año. Vale la pena señalarlo para tomar en cuenta de los cambios que se producen en la región.
Y si de cambios hablamos y pasamos la hoja del calendario podemos afirmar que el 2020 se cierra con una gran victoria para las mujeres en la Argentina. La aprobación de ambas cámaras de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) seguramente tendrá un efecto multiplicador en la región por el lugar que ocupa la Argentina y por el grito antipatriarcal que resonó en las calles y en los discursos de quienes dieron su apoyo a la ley. Si de movimientos sociales se trata, el feminista -en toda su amplitud y dimensiones- aparece hoy como el más disruptivo, radical y movilizador, como lo reflejan sus multitudinarias convocatorias en numerosos países, especialmente en la Argentina, Chile y México.
En el horizonte de pandemia y vacunaciones asoman las elecciones en Ecuador, Chile y Perú, casi como si el 2020 continuara y se fundiera en el 2021.