La alianza de extrema derecha en Italia mostró su primera fractura sin ni siquiera tener lista la formación de gobierno para presentarle al presidente Sergio Mattarella. Este jueves, juraron 400 diputados y 200 senadores, a la vez que se eligieron las autoridades de ambas cámaras, y lo que sorprendió a todos fue que la líder de la coalición, Giorgia Meloni, logró que el neofacista Ignazio La Russa consiguiera los votos para convertirse en presidente del Senado pero sin el apoyo del tercer socio clave, Silvio Berlusconi y su Fuerza Italia. ¿La extrema derecha dividida? ¿Quién aportó los votos si no fue Berlusconi?, titulaban los principales diarios italianos.
El movimiento sorprendió a propios y ajenos. Un día antes la propia Meloni se había mostrado "optimista" ante la posibilidad de alcanzar un acuerdo con Berlusconi y el ex ministro del Interior y líder de La Liga, Matteo Salvini, aunque son conocidos los chispazos que hay para definir a quienes conduzcan las tres principales carteras: Economía, Interior y Relaciones Exteriores.
Mientras Salvini quiere volver a la cartera que condujo entre 2018 y 2019 y desde la cual impulsó duras políticas anti inmigratorias o, en todo caso, quedarse con el de Infraestructura, el problema serían los "excesivos" pedidos de Berlusconi que para Meloni son inaceptables. El jefe de Fuerza Italia quiere hacerse con el Ministerio de Justicia, por lo menos uno entre Educación, Agricultura y Salud para su partido y el control de la televisión pública. La negociación habría terminado de romperse el jueves por la mañana en los pasillos de la cámara alta cuando Berlusconi se anotició que el pedido que había hecho para que su heredera política, Licia Ronzulli, presida un ministerio, fue desoído.
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El momento en que Berlusconi agarró al nuevo presidente del Senado y le dijo se sentía estafado fue registrado por periodistas parlamentarios y rápidamente se viralizó: "Me vueltearon, me prometieron un lugar para Licia... andate a la mierda", le lanzó Berlusconi a La Russa.
Cuando los parlamentarios estaban dispuestos para votar a La Russa como nuevo presidente -que las paradojas de la política italiana hicieron que sea una senadora sobreviviente de Auschwitz quien presidiera la sesión y proclamara al neofacista como máxima autoridad de la cámara- todos quedaron boquiabiertos. Sin los votos de Fuerza Italia parecía imposible sacar adelante el nombramiento de La Russa, pero alguien había negociado con miembros de la oposición para esquivar las amenazas de Berlusconi. Todos miraron a la banca del partido de Matteo Renzi (Italia Viva) como el que había dado los votos, ávido de estar en un nuevo gobierno, pero rápido respondió: "Si hubiéramos sido nosotros, en primer lugar, lo habríamos dicho y entonces hubiésemos pedido algo a cambio. Además, lo admitiría con orgullo".
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La realidad, sin embargo, es que ni siquiera con los votos del líder de Italia Viva y de su partido La Russa podía haber llegado a los 116 apoyos que obtuvo. "Agradezco a los que me han elegido, también fuera del centroderecha”, recogió Ansa Latina las palabras de La Russa en su primer discurso sin que nadie supiera a quién se dirigía exactamente. Una incógnita por estas horas pero que se develará cuando Meloni tenga que saldar esa deuda. Lo único seguro, de momento, dijo Berlusconi, es que allí terminó su pulseada para llevar a la diputada de Licia Ronzulli al equipo de gobierno y al mejor estilo de una amenaza italiana lanzó: "Esto no significa nada bueno".
El nuevo mapa de poder de Italia
Según varias versiones, Meloni podría recibir el encargo de Mattarella para formar un nuevo Gobierno entre el 21 y 22 de octubre, fecha en la que debería presentarle la lista de ministros para la aprobación y así poder recibir el voto de confianza en el Parlamento el próximo 25, un desafío que en principio se daba por descontado debido a que tiene mayoría simple en ambas cámaras pero el último movimiento de Berlusconi introduce dudas.
Si la coalición sortea este tambaleo se convertiría en el primer gobierno de extrema derecha post segunda guerra mundial. Un rasgo ratificado el jueves con el nombramiento del presidente del Senado, el segundo cargo institucional más importante. La Russa es un veterano político, de 75 años y 30 de actividad parlamentaria: estuvo involucrado en todas las maniobras políticas de la derecha italiana. Hijo de quien fue secretario del Partido Nacional Fascista, La Russa militó desde chico en el Movimiento Social Italiano y fue diputado y senador del partido que fue heredero del fascismo después de la segunda guerra, el mismo que transitó Meloni. El flamante presidente del Senado es conocido también por su colección de reliquias fascistas y estatus y medallas de Benito Mussolini: "Fue un gran estadista", opinó.
De ratificarse la fórmula ganadora en septiembre, el poder terminará de repartirse en línea con el lugar que alcanzó cada uno: Los Hermanos de Italia (Meloni) lideran la coalición luego de haber conseguido más del 24 por ciento de los votos y se espera que sea la propia Meloni quien se convierta en la primera ministra, el segundo lugar fue para Salvini (8,7 por ciento) quien, según las últimas negociaciones se quedaría con el ministerio de economía para uno de los suyos, y el socio minoritario, Berlusconi (8 por ciento), que juega al límite para conseguir lo que quiere.