“Tres presidentes en quince días”. Ayer, en Casa Rosada, la frase se escuchaba como un mantra en boca de los funcionarios que acompañaron al Presidente Alberto Fernández durante su bilateral con el ecuatoriano Guillermo Lasso. Los más avezados en cuestiones de agenda regional remarcaban, además, que los tres mandatarios que habían visitado Buenos Aires desde principios de abril no solo retrucaban a los agoreros de la “Argentina fuera del mundo” sino que apuntalaban, con tres perfiles ideológicos muy distintos, el costado dialoguista que Alberto Fernández buscó imprimir a su gestión desde el día uno.
En ese marco, no es casual que Fernández haya elegido acompañarse de uno de los presidentes conservadores de América latina y el Caribe para hablarle a la región acerca de la posibilidad de normalizar y recomponer —acorde a cada caso— los vínculos políticos con Venezuela. Y hacerlo a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), un espacio que desde la presidencia pro témpore argentina se trabaja para afianzar como el nuevo punto de encuentro de la región, a la usanza de la desmantelada Unasur. ¿La meta? Que represente la voz de la región en un mundo en permanente cambio.
“Pensamos que ha llegado el momento de hablar de Venezuela, y como primer paso la Argentina quiere volver a recuperar su vínculo diplomático pleno” con ese país, sostuvo Fernández. El gobierno se apresta a oficializar el nombre de Oscar Laborde para la embajada en Caracas, y así elevar el rango de la representación argentina que, desde el gobierno de Juntos por el Cambio, sigue con estatus de Oficina de Negocios.
No obstante, no quiere hacerlo solo sino como un gesto acordado con el resto de los miembros de la CELAC, muchos de los cuales dejaron de reconocer al gobierno de Nicolás Maduro cuando se alinearon con Estados Unidos detrás del entonces titular de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó. El gobierno de Mauricio Macri fue uno de ellos.
“Como presidente pro témpore de la CELAC, convoco a todos los países de América Latina y el Caribe a que repensemos la situación de Venezuela, porque ha pasado un tiempo difícil y creemos que es momento de ayudarla a que en el diálogo recupere plenamente su normal funcionamiento, y no lo vamos a lograr si la dejamos sola, sin embajadores y sin nuestra atención”, sostuvo el jefe de Estado al momento de brindar una declaración a la prensa junto a Lasso en el Salón Blanco de la Casa Rosada.
“Hoy se terminó de morir el Grupo de Lima y su política de aislamiento a Venezuela”
Consolidar un espacio semejante requiere no solo de la comunión de los que piensan igual sino la convivencia de gobiernos progresistas y conservadores. Después de todo, su regla madre es el consenso. “Hemos coincidido en cuanto a que la CELAC puede servir de plataforma para reconstruir esa unidad de América Latina y el Caribe para que sepamos manejar nuestras diferencias en un ambiente de diálogo que propicie hacia la prosperidad de nuestros pueblos”, señaló el mandatario visitante. Y agregó “lo importante que es defender esos principios (de la democracia), aun cuando las consecuencias de esa defensa no nos sean convenientes”.
Si bien no dio una respuesta afirmativa sobre Caracas, prometió pensarlo. Bastó para que los más optimistas, dentro del Gobierno, martillaran un último clavo al cajón del Grupo de Lima como representante de la política punitivista de otra época. “Hoy se terminó de morir el Grupo de Lima y su política de aislamiento a Venezuela”, describió uno de los funcionarios argentinos, con reserva de nombre, ante la consulta de El Destape. Otros, más cautelosos, se limitaron a reivindicar el avance de “la iniciativa argentina para tener buenas relaciones con todos” y, en ese “todos”, por supuesto, incluían al gobierno bolivariano.
Elisa Trotta, la representante de Guaidó en la Argentina, antes reconocida como embajadora por el gobierno de Juntos por el Cambio, cuestionó la decisión: “Si la intención real es ayudar a los venezolanos, no es darle un espaldarazo al opresor la forma en la que podrá lograrlo. Mucho menos cuando, siendo parte del Grupo de Contacto Internacional, no ha acompañado con su firma ninguna de las últimas declaraciones en conjunto. Ante tanta miseria, no puede un demócrata callar, ni mucho menos repetir una mentira fabricada por aquellos que se dedican cada día a generar más dolor a un pueblo que ha sufrido más de lo que muchos pueden creer".
Agenda en común
Al igual que frente al presidente chileno Gabriel Boric y el líder boliviano Luis Arce, la búsqueda de puntos de contacto con Lasso persigue también un segundo objetivo político, indefectiblemente unida al fortalecimiento de la CELAC: aunar posiciones entre América Latina y las naciones del Caribe de cara a la próxima Cumbre de las Américas, a realizarse en junio. En este caso, con una agenda que apunta hacia el mundo financiero internacional, las deudas que condicionan el desarrollo soberano y los precios de los commodities en este escenario de alta volatilidad jaqueando el acceso a alimentos y energía. El propio Lasso enfrenta duras negociaciones con el Fondo Monetario Internacional en su país.
Protagonistas de la cita bilateral destacan la “buena onda” entre dos jefes de Estado que, a priori, representan dos administraciones con una cosmovisión del Estado y el mercado muy diferente. Lasso, un ex banquero que construyó su carrera política desde Guayaquil como un férreo opositor a Rafael Correa —referente del Grupo de Puebla, al igual que Fernández—, ahora opta por un tono más pragmático siguiendo el modelo Piñera de relacionamiento regional. Mira al norte y se acerca al mexicano Andrés Manuel López Obrador y replica la estrategia hacia el sur, con la Rosada, donde halla a un interlocutor político “lo más al centro” dentro del espectro opuesto, resaltan en estas latitudes.
Tras un primer encuentro en Lima, en julio del año pasado, donde ambos coincidieron en la asunción de Pedro Castillo, Fernández y Lasso volvieron a cruzarse en China, en febrero último, en ocasión del ingreso de Ecuador y la Argentina a la iniciativa de La Ruta y La Seda. Un mes después, se vieron en Chile con motivo de la jura de Gabriel Boric al frente de La Moneda. En todo este tiempo, habían planeado una visita bilateral que Fernández no pudo concretar por lo que finalmente fue el ecuatoriano quien hizo un alto en Buenos Aires antes de seguir viaje hoy hacia Uruguay. Ahora Fernández podría devolverle el gesto en julio próximo y visitar Ecuador, acorde a lo conversado.
Lasso llegó escoltado por el ministro de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, Juan Carlos Holguín; el ministro de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca, Julio José Prado Lucio-Paredes; la ministra de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, Vianna Maino, y el embajador de Ecuador en Buenos Aires, Xavier Monge Yode. Además de la bilateral entre los presidentes, hubo rondas de reuniones de cada uno de ellos con sus pares locales: Santiago Cafiero (Cancillería), Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Julián Domínguez (Agricultura, Ganadería y Pesca), Cecilia Todesca Bocco (Relaciones Económicas Internacionales), Claudio Ambrosini (Enacom), y el embajador ante Ecuador, Gabriel Fuks.
La agenda tuvo varios puntos en común, muchos de los cuales se plasmaron en una Declaración Presidencial Conjunta al final: el respaldo de Ecuador al reclamo de soberanía argentina sobre las islas Malvinas; el interés por cooperar en el campo científico en la Antártida y el comercio bilateral, con énfasis en el sector automotriz y las carnes, del lado argentino, y las bananas, para Ecuador. El intercambio, en crecimiento en 2021, revirtió su tendencia y ahora es superavitaria para nuestro país.
Asimismo, hay interés del gobierno de Lasso por el desarrollo de satélites nacionales, así como conversaciones sobre el campo de las telecomunicaciones. En particular, los funcionarios ecuatorianos mostraron interés por el funcionamiento del Fondo Fiduciario de Servicio Universal, integrado con los aportes de los prestadores de servicios telcos para financiar obras de conectividad en zonas de bajo o nulo interés para las grandes empresas. Además, se firmó un Memorando de Entendimiento de Cooperación en Asuntos Consulares a nivel de Cancillería para el intercambio de información.
“El balance es sumamente bueno en lo político, en especial, porque Alberto Fernández está ejerciendo un liderazgo importante sin barreras ideológicas de ningún tipo”, destacó Fuks en diálogo con este medio. Desde fines del año pasado que aguarda porque la comisión de Acuerdos del Senado trate su pliego, aunque en la práctica ya trabaja como el representante argentino ante Quito. De demorarse el trámite más tiempo, el Presidente podría optar por un nombramiento temporal en comisión, vía decreto.
“América Latina necesita despegar de una vez por todas”, enfatizó Fernández. Y en línea con ello, resaltó la importancia de “recrear la unidad plena para que nuestros pueblos vivan mejor”. “También con Arce y Boric tuve la oportunidad de hablar sobre la necesidad de aunar nuestros esfuerzos para que los acuerdos entre América Latina y el Caribe se profundicen cada vez más”, dijo.
Después de todo, el camino para reconstruir la integración no solo pasar por coincidir con quienes se piensa parecido, sino también acercarse a los opuestos, como alguna vez se pudo conseguir en América del Sur. En ese sentido, puede que el encuentro con Lasso opere como un gesto significativo en esa dirección, la que conduce, bajo riesgo de ilusión, a reunir una vez más a la región en torno a una identidad en común frente al mundo.