La situación humanitaria en Ucrania empeora minuto a minuto, aún luego del compromiso anunciado por el gobierno local y el ruso de imponer treguas en algunas de las ciudad bajo ataque y en medios de combates para permitir que los civiles puedan escapar. Este domingo, por segunda vez, estas evacuaciones fracasaron en la ciudad portuaria de Mariupol, ubicada en un punto estratégico del sureste del país, según informó la Cruz Roja, y ambos lados se volvieron a acusar mutuamente.
En este escenario se sumó una nueva denuncia del presidente ucraniano Volodimir Zelensky, quien acusó a las fuerzas rusas de estar por lanzar un ataque masivo contra otra ciudad portuaria estratégica del sur, Odessa. "Están preparándose para bombardear Odessa. ¡Odessa!", exclamó Zelenski en un mensaje por video. "Será un crimen militar. Será un crimen histórico", sumó el mandatario, en momentos en que el Ejército ruso, procedente de la Crimea anexionada, continúa avanzando en el sur de Ucrania.
"Los rusos siempre han venido a Odesa. Siempre han sentido solo calidez en Odessa, solo sinceridad. ¿Y ahora qué? ¿Bombas contra Odessa? ¿Artillería contra Odessa? ¿Misiles contra Odessa?", insistió Zelenski en su mensaje. Cerca de un millón de personas viven en Odesa, un importante puerto en el sur de Ucrania. Su población habla ucraniano y ruso y en ella hay minorías búlgara y judía.
Esfuerzos internacionales
Frente a este escenario, los pedidos internacionales para que se detengan los ataques y los combates no cesan.
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Primero, el papa Francisco imploró "que cesen los ataques armados" y condenó la "guerra" en Ucrania, en un mensaje con fuerte tono crítico a la invasión rusa durante el que también planteó que "la Santa Sede está dispuesta a hacer de todo" por la paz. "En Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas. No se trata solo de una operación militar, sino de guerra, que disemina muerte, destrucción y miseria", criticó el Papa durante el Ángelus de este domingo desde el Vaticano, según la agencia Télam.
"Las víctimas son cada vez más numerosas, así como las personas que huyen, especialmente madres y niños", lamentó el pontífice de cara a los fieles que, muchos con banderas de Ucrania, lo escucharon en la Plaza San Pedro. "En ese país martirizado crece la necesidad de asistencia humanitaria. Reitero mi llamado para que se aseguren los corredores humanitarios, que se garantice la ayuda a las zonas asediadas para ofrecer vital socorro a nuestros hermanos y hermanas", reclamó el Papa.
Poco después. el secretario general de la ONU, António Guterres, mostró el mismo nivel de desesperación: "Es absolutamente necesario lograr una pausa en los combates en Ucrania para permitir a la población civil abandonar de manera segura Mariupol, Járkov y Sumi, así como otros lugares donde el conflicto está en curso, así como para garantizar suministros humanitarios vitales para los que se quedan", escribió en su Twitter.
Además, continúan los esfuerzos de algunos dirigentes con buen vínculo con las potencias occidentales y con el mandatario ruso Vladimir Putin. Luego que el primer ministro israelí, Naftali Bennett, se propusiera como mediador este fin de semana, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, habló este domingo con su par ruso para buscar maneras de resolver esta guerra de manera diplomática. Según el Kremlin, Putin se declaró dispuesto a negociar una resolución pacífica, pero ratificó las mismas condiciones que ya le transmitió a Zelensky: que reconozca a la península de Crimea (anexada por Moscú en 2014) como territorio ruso y a las dos regiones separatistas del este del país, bajo el control hace ocho años de milicias pro rusas, como Estados independientes.
La realidad humanitaria, cada vez peor
Hasta ayer, la agencia de la ONU para los refugiados, la Acnur, había informado que más de un millón y medio de ucranianos ya escaparon del país, la mayoría a través de la frontera con Polonia, país miembro de la Unión Europea en donde ya fueron aceptados más de 100.000 pedidos de asilo político, un nuevo récord que contrasta con la política de puertas casi cerradas que mantuvo el bloque y ese país en particular desde la llamada crisis de refugiados de 2015, cuando un flujo constante de cientos de miles de personas de Medio Oriente y Asia Central llegaron a esa zona para escapar de la violencia y la pobreza estructurales.
En este contexto, las dos primeras rondas de diálogo entre Ucrania y Rusia solo habían dejado un primer acuerdo: establecer corredores humanitarios en las ciudades que están en el centro de los ataques y combates para permitir la salida de los civiles. Un primer intento de evacuación de Mariupol y de Volnovaja, otra ciudad de la provincia oriental Donetsk de 20.000 habitantes, fracasó el sábado después de que Rusia y Ucrania se acusaron mutuamente de incumplir una tregua.
Este domingo lo volvieron a intentar. La municipalidad de Mariupol dijo en un comunicado que había alcanzado un nuevo acuerdo de alto el fuego con las tropas rusas hasta las 21 para intentar un nuevo proceso de evacuación desde el mediodía. Sin embargo, horas después, un funcionario del Ministerio del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, dijo en Telegram que la nueva tentativa había fracasado debido a continuos bombardeos de las tropas rusas, según Télam.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) confirmó la información: "En medio de escenas devastadoras de sufrimiento humano en Mariupol, hoy se 'interrumpió' un segundo intento de comenzar a evacuar a unas 200.000 personas de la ciudad."
Las autoridades locales de Mariupol y Volnovaja denuncian que las dos ciudades están mayormente sin luz ni agua, con desabastecimiento en farmacias y en tiendas de comida, y que hay personas que fallecen porque no pueden recibir atención médica.
A esta denuncia se suma otra de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este domingo la agencia de la ONU informó que al menos seis personas murieron y 11 resultaron heridas en Ucrania en seis ataques registrados contra instalaciones sanitarias desde el inicio de la invasión rusa, hace diez días, mientras que el Gobierno ucraniano informó que ya son 34 los hospitales que no están funcionando.
La OMS "condena enérgicamente" estos ataques, realizados en su mayoría por fuego de artillería, dijo el organismo de salud de la ONU en un comunicado publicado en su página web y agregó que está investigando "informes adicionales" de otros ataques a hospitales, lo que el derecho internacional considera como un crimen de guerra.
Mañana lunes se espera una tercera ronda de conversaciones entre Ucrania y Rusia, según adelantó David Arajamia, un miembro de la delegación ucraniana, y aunque no se conocen los detalles de la agenda, se espera que al menos se superen los problemas para poder garantizar los corredores humanitarios.
Frente militar
Tras denunciar constantes ataques de las Fuerzas Armadas ucranianas a las milicias pro rusas separatistas en Donetsk y Lugansk, Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero pasado desde tres frentes, atacando y sitiando ciudades del este y sur del país y avanzando sobre Kiev desde el Norte con una enorme columna de tanques y blindados, mientras bombardea esporádicamente localidades cercanas. Dos proyectiles de artillería cayeron este domingo en un puesto de control de la localidad de Irpin, al noroeste de Kiev, y mataron a tres personas, entre ellas dos niños, según un asesor de la Presidencia ucraniana.
Mientras que la columna que avanza hacia la capital Kiev, más al norte, está frenada hace días, las tropas rusas han logrado victorias en el sur de Ucrania como parte de un esfuerzo de cortar su salida al mar de Azov y el mar Negro, desde donde se llega al Mediterráneo y uno de los puntos centrales para su comercio exterior. La semana pasada, el Ejército ruso tomó Jerson, una ciudad portuaria de 290.000 habitantes ubicada a orillas del mar Negro, y comenzó a bombardear y a sitiar Mariupol, 400 kilómetros más al Este, sobre el mar de Azov, y de 430.000 habitantes. Ahora, según el presidente ucraniano, avanza hacia otra ciudad portuaria clave, Odessa.
En ese escenario militar, el gobierno ucraniano pide cada vez con más fuerza que la OTAN imponga una zona de exclusión aérea sobre todo el país para frenar los bombardeos aéreos y el desembarco desde el aire de tropas. El sábado, Putin advirtió que Rusia considerará como un acto hostil si cualquier país accede a este pedido.
Pese a que algunos dirigentes hablan de la declaración de una zona de exclusión aérea como una sanción o una medida diplomática más, en realidad se trata de una medida claramente militar ya que la única manera de hacer cumplir esa exclusión aérea es derribando o atacando a las naves que violen esa declaración. En otras palaras, participar activamente del frente militar de la guerra, algo que tanto la OTAN como Estados Unidos siguen rechanzando.