Desde hace un mes, Francia carece de un gobierno propiamente dicho. La renuncia del Primer ministro Gabriel Attal el 16 de julio, tras la derrota del campo macronista en las elecciones legislativas anticipadas provocadas por la disolución de la Asamblea Nacional, no produjo ningún efecto. Desafiando a las instituciones de la Va. República, Emmanuel Macron se refugió en una supuesta tregua olímpica para evitar nombrar a Lucie Castets, la candidata a Primera ministra presentada por el Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición de la izquierda, que se impuso el 7 de julio.
Un mes y medio después de su derrota, Emmanuel Macron actúa como si hubiera ganado y todo siguiera dependiendo de él. Un retraso inédito y preocupante que pone al país en una situación totalmente insólita, con ministros encargados de los «asuntos corrientes» pero que siguen tomando decisiones cruciales (preparar el próximo presupuesto, por ejemplo), mientras participan en las primeras votaciones del Hemiciclo (sobre el reparto de cargos, en julio), desafiando la separación de poderes.
El diario Le Monde cuenta que Macron quiere elegir un Primer ministro que dé «sabor a cohabitación» sin cambiar de política. Es decir, permanecer en el centro del juego y construir una coalición a su alrededor, a pesar de la derrota electoral y de la situación aritmética en la Asamblea Nacional, desafiando a las fuerzas políticas de la izquierda que obtuvieron 193 diputados, una mayoría relativa frente a los 168 de la coalición macronista y a los 143 diputados del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen. Por primera vez en la historia de la Va República se produce una situación de “cohabitación” sin que ninguna fuerza política obtenga la mayoría absoluta (289 diputados) en el Parlamento.
Según el diputado socialista Arthur Delaporte «estamos pasando del clásico rol institucional del Presidente de la República, garante del equilibrio de poderes, a un Presidente que abusa de su cargo, tergiversa el espíritu de la Constitución e intenta hacerse con el poder». Los cuatro partidos que integran el NFP denuncian una negación democrática por parte del presidente Macron.
¿Quién es Lucie Castets, la candidata del NFP?
Tras las tentativas iniciales de Huguette Bello y Laurence Tubiana, rechazadas por el PS y la LFI respectivamente, fue una tercera mujer, poco conocida por el gran público y surgida de la sociedad civil, la que finalmente obtuvo el consenso en el seno de la alianza de izquierda.
Luego de estudiar en Sciences Po París y en la Escuela Nacional de la Administración, Lucie Castets (37 años) fue nombrada en varios puestos en la administración francesa, primero en la Dirección General del Tesoro y luego como directora de una de las ramas del servicio de inteligencia financiera Tracfin. En 2020 fue contratada como Asesora Financiera y Presupuestaria de Anne Hidalgo, la alcaldesa de París. Mientras que en septiembre del 2023, es nombrada Directora de Finanzas y Adquisiciones del ayuntamiento de Paris, siendo la primera mujer que ocupa este cargo.
Castets es, además, cofundadora de la asociación “Nos services publics” (Nuestros servicios públicos), dedicada a luchar contra los recortes presupuestarios y contra el «enfoque gerencial» de los servicios públicos por parte de los gobiernos neoliberales.
Tras haber pasado parte del verano viajando por diferentes ciudades para darse a conocer ante el gran público y presentar las propuestas del NFP, la candidata a Matignon intentó recuperar la iniciativa al día siguiente de finalizados los Juegos Olímpicos. En una carta dirigida a los parlamentarios -excluyendo a la extrema derecha- y firmada por todos los presidentes de grupo de la coalición de izquierda, la candidata reafirma las prioridades de su hipotético gobierno y tiende la mano a otras fuerzas políticas, afirmando que “será necesario convencer más allá de las filas del Nuevo Frente Popular para construir mayorías parlamentarias”.
En esa carta se enumeran «cinco grandes prioridades: poder adquisitivo y justicia social, incluyendo un aumento del salario mínimo y la derogación de la reforma de las pensiones; la bifurcación ecológica de la economía; prioridad a la educación, los servicios públicos y el restablecimiento de una “fiscalidad justa” aumentando los impuestos a las familias más ricas, las multinacionales y una lucha reforzada contra el fraude y la evasión fiscal».
Éric Coquerel, diputado de La Francia Insumisa y Presidente de la Comisión de Finanzas, defiende la coherencia del programa del NFP: «El programa tiene una lógica que no negociaremos y que contradice todo lo que se ha hecho en los últimos siete años, es una lógica de reparto de la riqueza, de fiscalidad que ataca las rentas del capital para transferirlas a las rentas del trabajo, de aumento de los salarios. Entonces, contrariamente a lo que hizo Emmanuel Macron durante años, nosotros imaginaremos compromisos con los miembros de la Asamblea, y estoy a favor de ello.»
«La lógica institucional es que el Presidente nombre al o la Primer/a Ministro/a en función de la mayoría parlamentaria, no que el Presidente elija a un ayudante con la esperanza de que siga aplicando sus políticas», concluye Lucie Castets en un reportaje.
La cita del 23 de agosto
En un comunicado del Elíseo, Emmanuel Macron invita a los presidentes de los grupos parlamentarios y a los líderes de los partidos representados en el Parlamento a «una serie de encuentros» el 23 de agosto, “con vistas a intentar formar Gobierno”.
«El nombramiento de un Primer Ministro será consecuencia de estas consultas y de sus conclusiones», anunció también la Presidencia. El Elíseo, que recuerda que los franceses expresaron «una voluntad de cambio y de amplia unidad» en las elecciones legislativas de julio, espera que esta reunión «siga avanzando hacia la constitución de una mayoría lo más amplia y estable posible al servicio del país», precisa el comunicado.
Las cuatro formaciones del NFP (Parti socialiste, La France insoumise, Les Ecologistes y Parti communiste français) tienen previsto comparecer juntas en la reunión del 23 de agosto, con la presencia de Lucie Castets, según declaró Manuel Bompard, el coordinador de La France Insoumise a la Agence France-Presse (AFP). El Presidente de la República se declaró dispuesto a recibirla, según indicó su entorno a la misma agencia.
Cabe recordar que Macron, luego de sostener que “nadie ganó las elecciones legislativas”, ya había descartado la opción de Lucie Castets el 23 de julio, afirmando que «la cuestión no es un nombre. La cuestión es qué mayoría puede surgir en la Asamblea».
Las múltiples tentativas del presidente de armar una coalición de los macronistas con la derecha (47 diputados) y con algunos supuestos socialistas “rebeldes”, apostando a una ruptura del frente de izquierda, no prosperaron hasta ahora. Sin embargo varios nombres alternativos circulan en los medios como el de Xavier Bertrand, actual presidente conservador de la región de Altos de Francia y que ejerció como ministro durante las presidencias de Nicolas Sarkozy y Jacques Chirac. Otro nombre que circula es el de Bernard Cazeneuve, ex ministro del interior y primer ministro del socialista François Hollande. En 2022, Cazeneuve abandonó el Partido Socialista tras el acuerdo de su formación con La Francia Insumisa para crear una alianza con ecologistas y comunistas (la NUPES).
Legalmente, no existe en Francia un plazo determinado para que el presidente nombre al Primer ministro. Sin embargo, el tiempo apremia ya que el país debe aprobar los presupuestos para 2025 y presentarlo a más tardar el primer martes de octubre en la Asamblea Nacional. También deberá presentar un plan, antes del 20 de septiembre, explicando cómo corregirá el rumbo de sus finanzas públicas, después de que Bruselas abriera un expediente a París por déficit excesivo. Las normas europeas fijan el límite del déficit en el 3% del producto interior bruto (PIB). El de Francia, la segunda economía de la UE se situaba en el 5,5% en 2023.
La procrastinación de Macron se explica porque quiere seguir siendo “le mâitre des horloges” (el dueño del tiempo). Y también porque sabe que en el momento en que el nuevo o la nueva Primera ministra forme un gobierno que supuestamente refleje el voto de los franceses - que han expresado un profundo deseo de cambio -, él empezará a pasar a un segundo plano y a depender del juego parlamentario. Si Macron se toma su tiempo, es también para escapar al espectro de su desaparición programada, algo que para este presidente “jupiteriano” es algo impensable.