En crisis y sin rumbo: el Partido Demócrata de Estados Unidos inicia la era pos Biden

Los demócratas vuelven a la oposición, pero esta vez con mayores problemas que en 2020. Pérdida de votos y liderazgos cuestionados pronostican un 2025 con pronóstico reservado.

21 de diciembre, 2024 | 00.05

El Partido Demócrata termina el año a la baja, mientras se espera la llegada de un Donald Trump radicalizado. El movimiento político del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se cuestiona lo que sucedió en las recientes elecciones, la pérdida de votos con respecto al 2020 de su tradicional base electoral y cómo el Partido Republicano logró la mayoría en el Congreso con una Corte mayoritariamente conservadora. Entre tanta incertidumbre de lo que puede suceder tras la asunción del republicano el 20 de enero, hay mayor claridad de que los demócratas atraviesan una crisis de liderazgos, sin un rumbo declarado y con un 2025 que se avecina indescifrable.

La derrota del Partido Demócrata

Sin dudas las elecciones del pasado 5 de noviembre marcaron el año para el mandatario actual y el Partido Demócrata. En materia económica no fue necesariamente una mala administración, es válido recordar que llegó en medio del golpazo tras la pandemia y logró un crecimiento económico del 2,2%, mejora en el empleo aunque con una leve caída en los últimos meses e incluso bajó la inflación anual a 2,5%. Sin embargo, en campaña Trump fue muy hábil para instalar el recuerdo de los altos precios del 2022 que llegaron a superar el 9%, un número alto para Estados Unidos y se instaló como uno de los principales temas de crítica a la gestión actual.

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Tampoco ayudaron los meses de incertidumbre sobre la salud de Biden, en medio de las burlas por sus inconsistencias en el habla ni las críticas desde su propio Partido e incluso de medios de comunicación reconocidos por su simpatía con los demócratas. La breve campaña de Kamala Harris intentó ganar las elecciones con dos temas centrales, el aborto y la narrativa de que se jugaba la democracia. Mientras que el republicano apostó a criticar la inflación, la economía en sí, y la migración. Temas que lograron calar más profundo,  incluso en los sectores de migrantes que sostenían que llegaban al país en búsqueda de un futuro económico mejor y que no les importó que Trump afirmara que de sus países venían violadores y criminales, ni vieron un riesgo democrático en su llegada.

“El Partido Demócrata está en una crisis muy profunda, mucho más que en elecciones pasadas. Son evidentes las transformaciones demográficas de la base electoral del Partido que están erosionando por todos lados, ya no por la obvio de la base trabajadora que desde el New Deal en adelante apoyaba, sino también por las minorías étnicas, los latinos, entre otros”, afirma el  Magíster en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad de San Martín (UNSAM), y doctor por la New School for Social Research, Martín Plot, al hacer referencia al cambio en el apoyo que solía recibir fuertemente el espacio político de Biden.

Los demócratas obtuvieron casi seis millones de votos menos de lo que había recibido Biden en el 2020, y parte de sectores que apoyaban fuertemente a ese espacio no votaron o lo hicieron por Trump. Mientras que el republicano que sumó un poco más de dos millones de votos desde la última elección ganó también con apoyo del voto popular y no solo del Colegio Electoral como había sido en el 2016, además de la mayoría en el Congreso y una justicia en la que nominó a tres jueces y tiene mayoría conservadora. Todo eso con una campaña radicalizada y que llevará nuevamente a la Casa Blanca al ex mandatario, pese a tener varias investigaciones en curso.

Biden había surgido como un candidato del establishment, aunque buscó tener una faceta más progresista en lo social o incluso de un fuerte llamado a la sindicalización. La campaña de Harris, que si bien había sido cuestionada por su pasado en la justicia con una postura más punitivista, también hizo una campaña con guiños a los sectores más progresistas. Esta semana, la reconocida legisladora Alexandria Ocasio-Cortez, del ala más de izquierda, no logró liderar un puesto clave como es la Comisión de Supervisión y Responsabilidad de la Cámara, que quedó en manos de un representante más de centro como Gerry Connolly y que quizás sea un adelanto de una pulseada que pueden ganar terreno los sectores más conservadores de los demócratas.

“Emerge la duda de que si efectivamente la crítica de Bernie Sanders de hace 10 años, era la crítica a que este proceso estaba ocurriendo de que el Partido Demócrata no respondía más positivamente de lo que responde, Biden se inclinó un poquito a la agenda de Sanders pero en general el Partido lo rechazó y fue creciendo una alianza con los sectores neoliberales y neoconservadores que eran más dominantes en el Partido Republicano”, agrega Plot, sobre algunos de los análisis que surgen en este momento sobre la postura en la que se encuentra el movimiento político del oficialismo.

En una línea similar, la investigadora del Conicet con sede en UNSAM , Luciana Ghiotto, coincide en que en el Partido Demócrata hay una crítica desde el ala más de izquierda por considerar que perdieron una oportunidad de ser un espacio más progresista. “Consideran que en el 2011 cuando fue la movida de Wall Street tendrían que haber dado una discusión más fuerte sobre el sistema financiero en Estados Unidos y el rol de las corporaciones. En el gobierno de Biden se arrastró esa lógica más neoliberal, más cerca del establishment que a su vieja base de representación”.

“Por eso a Trump le resultó tan fácil ganar el cinturón de obreros metalúrgicos, estados del centro del país, donde estaban las viejas fábricas de General Motors y Ford. Fuerte crítica a los demócratas que perdieron esa base electoral es post de un discurso más radical de Trump que apuntó al corazón de algunos puntos del capitalismo, que tiene que ver con la lógica del libre comercio y cómo ha a afectado  a la clase trabajadora en Estados Unidos, lo cual es correcto, la entrada de creación del OMC, de los tratados de libre comercio como el Nafta especialmente con México lo que hizo fue reducir la capacidad de negociación colectiva de los trabajadores estadounidenses y reducir los puestos industriales de una manera muy notoria”, agregó Ghiotto.

El 2025 de Trump

En materia económica, se espera que Trump vuelva con la idea de su primera gestión acerca de las empresas que se instalan en otros países y que cuestione la dependencia de los productos chinos. De hecho, en su política exterior no será Rusia su mayor adversario en lo político, sino que se espera esa fuerte rivalidad con China en lo económico, y por ende, también en lo político sin descartar incluso alguna otra tensión en torno a Taiwán. Si bien hay que recordar que Biden tuvo continuidad en los aranceles impuestos por el republcano, el hecho de que el presidente haya dicho que también subirá los impuesto a países como Canadá y México, abrieron varias incógnitas de las repercusiones que pueden tener también en lo doméstico.

“Se espera de Trump lo que se llama como la guerra de arancel, cualquier país que ponga un arancel Estados Unidos le va a contestar con el mismo o más, es como un ojo por ojo arancel por arancel. Posiblemente esto tenga un gran impacto en Estados Unidos, que aumenten los precios al aumentar los aranceles de textiles, útiles escolares y otras cosas que llegan de China”, explica Ghiotto, quien sostiene que esto también podría tener un impacto en el mundo y que varios empresarios en Estados Unidos se stockean de productos antes de que llegue el nuevo mandatario por temor a quedarse sin esos productos en un futuro próximo.

En lo político, se espera un Trump recargado con los poderes a su favor y ante un Partido Demócrata debilitado. “Trump va a decidir sí convierte a su Gobierno en una cruzada medio fanática de guerra contra sus adversarios y enemigos del gobierno de sectas o si da algunos pasos para construir una mayoría más amplia”, agrega Plot en cuanto al temor a que sea un mandatario revanchista con quienes fueron críticos de su administración. Sin olvidar, que es investigado por su rol en el intento de la toma del Capitolio del 6 de enero de 2021 y que considera nacionalistas a quienes llevaron adelante la revuelta, además de que no se descarta que los indulte.

Si bien hay varias pautas que indican cómo podría ser el 2025 con Trump, sus consecuencias o medidas sorpresas vaticinan posiblemente un año de mucho movimiento. Los gobiernos se mantienen a la expectativa de la llegada de un hombre que amenaza nuevamente con terminar con los organismos internacionales que no funcionan y cambiar las reglas del juego económico, pero que sin dudas más allá del análisis si son acertadas o no, van a tener repercusión en todo el mundo.