La presidencia de Joe Biden seguramente traerá a mediano plazo un nuevo discurso para América Latina y el Caribe diferente al que tenía Donald Trump y sus funcionarios republicanos. De todas maneras, en líneas generales, tanto el partido demócrata como el republicano consideran que nuestra región es su ámbito “natural” de intervención e influencia desde la famosa Doctrina Monroe que rezaba “América para los americanos”.
Estados Unidos, como potencia hegemónica, siempre vela por sus intereses en todo el planeta y hace años que en la Casa Blanca se considera que Rusia y la República Popular de China representan una amenaza a su supremacía. Lo novedoso, ahora, es que esta “amenaza” llegó a lo que denominan el Hemisferio Occidental; “su” hemisferio.
Los funcionarios norteamericanos de alto rango que visitan América Latina y el Caribe en los últimos años manifiestan abiertamente su preocupación por la presencia rusa y china en un tono que recuerda la llamada “guerra fría”. La pandemia le agregó una nueva preocupación, la que ahora definen como “diplomacia sanitaria”, impulsada por Rusia, China y Cuba. Esto se desprende claramente del último informe presentado por Craig Faller, jefe del Comando Sur, ante el Senado. Con absoluta transparencia Faller plantea que por cuestiones humanitarias y estratégicas Estados Unidos tiene que asumir el liderazgo para vacunar las Américas porque Rusia, China y Cuba buscan desplazar la influencia de Washington enviando vacunas y material sanitario de todo tipo. “Si no vacunamos las Américas Washington perderá su estatus como principal socio regional”, afirmó. Más aún, en su exposición ante el senado hablo de “amenazas” y desafíos a la seguridad nacional, un mantra que en Washington se usa siempre para justificar una intervención, sea en Cuba, Irak, Afganistán o el mar de China.
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Faller, y quienes diseñan la política exterior norteamericana, suelen utilizar un lenguaje diplomático durante sus visitas. Pero ante el Senado, Faller dijo sin medias tintas que el hemisferio “está siendo asaltado, por organizaciones violentas criminales y trasnacionales, y por China y Rusia”. También, que China debilita las instituciones democráticas en la región y tiene prácticas “depredatorias” en la pesca, mientras que Cuba es un actor “maligno” con influencia “corrosiva”. En la visión de Washington los tres países se aprovechan de la pandemia para ganar influencia a través de la diplomacia sanitaria, ofreciendo dinero para infraestructura médica y campañas de desinformación.
La realidad atormenta a quienes deben diseñar la estrategia norteamericana para América Latina y el Caribe porque ante la peor crisis sanitaria de los últimos 100 años Estados Unidos hasta ahora ha sido incapaz de ayudar a la región. Por eso se alzan voces que piden a gritos “vacunen a las Américas” para recuperar el liderazgo regional. La primera potencia mundial tiene los recursos, gobiernos de derecha afines y poderosos medios de comunicación que gustosos brindarán su ayuda para retomar la iniciativa.
En esta partida de ajedrez Rusia, China y Cuba están moviendo sus piezas. Pero como en el ajedrez, una buena partida se puede prolongar por mucho tiempo. Por ahora Estados Unidos piensa. Habrá que ver cómo mueve sus piezas.