El Consejo nacional del Partido Socialista aprobó el jueves 5 de mayo por 62% de sus 300 miembros el acuerdo programático propuesto por La Francia Insumisa. Sobre un total de 577, la Francia Insumisa llevará los colores de la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES) en 360 circunscripciones, los ecologistas en 97, el PS presentará sus candidatos en 70 circunscripciones y el PCF en 50. Para obtener la mayoría en la Asamblea Nacional se necesitan 289 diputados.
La inesperada e insospechada dinámica de la unión de la izquierda y los ecologistas para imponer un cambio de mayoría parlamentaria y, en consecuencia, una cohabitación con el presidente reelegido, transforma las elecciones legislativas en un evento político de envergadura.
Tal como lo analiza Edwy Plenel, fundador del medio digital francés Mediapart, el mérito corresponde en primer lugar a La France insoumise (LFI), que ha asumido la responsabilidad histórica que le confiere el resultado presidencial de Jean-Luc Mélenchon (21,95% de los votos emitidos), que se consagra por segunda vez como líder objetivo del campo alternativo a la derecha reaccionaria y conservadora, en sus diferentes variantes.
El candidato y su movimiento supieron aprender de su error en 2017, cuando no se aprovechó esta oportunidad. En aquel momento, Jean-Luc Mélenchon obtuvo el 19,58% de los votos emitidos, mientras que su contrincante del Partido Socialista, Benoît Hamon, detrás del cual se habían alineado los ecologistas, obtuvo el 6,36%, precisamente la suma de los resultados obtenidos en 2022 por Anne Hidalgo y Yannick Jadot (6,38% de los votos emitidos).
La elección de La France insoumise para liderar la campaña presidencial de 2022 bajo la etiqueta de "Unión Popular", reuniendo en su Parlamento a figuras de los movimientos sociales conllevaba la promesa de una apertura a la diversidad y pluralidad de las izquierdas democráticas, sociales y ecologistas. Las negociaciones abiertas al día siguiente de la reelección del presidente saliente han confirmado este compromiso.
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
Esta elección presidencial promovió y acrecentó no sólo la amenaza de una extrema derecha más poderosa que nunca (sus tres candidatos sumaron el 32,28% de los votos emitidos en la primera vuelta, frente al 27,85% de Emmanuel Macron), sino la persistente gangrena del debate público, mediático y político, e incluso intelectual, a través de sus obsesiones identitarias y de desigualdad, nacionalistas y racistas.
Bloquear a la extrema derecha
Se sabe que el presidente reelegido será incapaz de hacer retroceder la extrema derecha. Jugando constantemente con el fuego que luego dice apagar, no sólo cedió en el terreno ideológico - un retroceso del que su ley sobre el "separatismo" es el símbolo -, sino que con su política, Macron, durante cinco años generó resentimiento y rabia producto de su arrogancia sumada a su violencia social y policial. Por eso es importante asegurar que de las elecciones legislativas surja una nueva mayoría parlamentaria que pueda llevar a cabo una política diferente.
Además de esta necesidad antifascista, existe un imperativo democrático. Esta elección presidencial hizo más evidente el agotamiento del sistema institucional francés de la Va República, hasta el punto de que los propios expertos constitucionales reconocen que ya no cumple su misión de representar al electorado donde un número cada vez mayor de ciudadanos se siente excluido.
Mal reelegido, por su incumplimiento frente a la extrema derecha, el presidente saliente se encuentra, como lo resumió Lionel Jospin, con "un país frustrado, dividido y perturbado en los albores de un segundo mandato incierto de cinco años". Sin embargo, a pesar de un voto de apoyo minoritario (27,85% de los votos emitidos, es decir, el 20,07% de los inscritos en la primera vuelta), Macron intentará como sea, obtener una mayoría parlamentaria. Rebautizado “Renacimiento” su partido acaba de lanzar una confederación con los centristas del Modem y con Horizons, el grupo de Edouard Philippe, su ex primer ministro, que se presentarán en 340 circunscripciones bajo la etiqueta de “Ensemble”(Juntos)...
Los gritos de horror que suscita la unión de la izquierda y los ecologistas para las elecciones legislativas son asombrosos. Los mismos que hace unos días aleccionaban al electorado de izquierda para que bloqueara a la extrema derecha votando a Macron, ahora alertan sobre un mayor peligro que es la unión de la izquierda y el ecologismo detrás de Jean-Luc Mélenchon.
Los “dinosaurios” del PS como François Hollande, Bernard Cazeneuve, Stéphane Le Foll, Jean-Christophe Cambadélis o Julien Dray, sin olvidar al inefable Manuel Valls, que acusan a Jean-Luc Mélenchon de querer imponer el caos, expresan en realidad su miedo al cambio radical y revelan su verdadera esencia: la de sostener el orden social dominante. Miembros de la actual mayoría y de la derecha conservadora, se unieron al coro estigmatizador participando en todos los medios de esta violenta campaña de desprestigio de la única buena noticia para el campo de la emancipación, la del rechazo a la resignación y a la impotencia.
Por su lado Jean-Luc Mélenchon se consolida como la personalidad más apreciada por los votantes de izquierda, ocupando el segundo lugar (detrás de Edouard Philippe) para el conjunto de los franceses según la ultima encuesta de Elabe para "Les Echos" y Radio Classique publicado este jueves.
La naturaleza de la Nueva Unión Popular
Lejos de ser un mero pacto electoralista, la unidad de la izquierda alrededor de un programa de ruptura con el neoliberalismo es un salto cualitativo.
El texto acordado entre la LFI y el PS valida la re-valorización del salario mínimo a 1.400 euros netos y la congelación de los precios básicos. También la derogación de la ley El-Khomri, o ley laboral, votada en 2016 durante el gobierno de Hollande. Otro punto de acuerdo es la jubilación a los 60 años "para todos", "con especial atención a las carreras largas y discontinuas y a los trabajos difíciles". El texto incluye también "la defensa de la República laica y universalista". Respecto de Europa concuerdan en "acabar con el rumbo liberal y productivista de la Unión Europea"y acordaron que "no se respeten ciertas normas" que impedirían la aplicación del programa. "Estamos hablando de desobedecer para unos, derogar de forma transitoria para otros". Acordaron también en la planificación ecológica y en la necesidad de cambiar la constitución instaurando la VIa. República. El sábado 7 de mayo se dará a conocer el texto definitivo durante la Convención legislativa de la Nueva Union Popular.
Según Aurélie Trouvé, presidenta del Parlamento de la Unión Popular, “La izquierda ha salido del siglo XX para entrar por fin en el XXI... El momento en que la izquierda aclaró su anclaje, no en el social-liberalismo y en los ajustes marginales de un sistema que estaba sin aliento sino en una conciencia compartida de que el sistema debe cambiar para hacer frente a los inmensos desafíos ecológicos y sociales. Para ello, tuvimos que cambiar nuestro software. Tres innovaciones contribuyeron a ello. En primer lugar, una innovación programática. L'Avenir en commun (El futuro en común) es el primer programa que combina de forma precisa las cuestiones sociales y medioambientales. Ningún aspecto del funcionamiento de nuestra democracia se le escapa.”
“También una innovación organizativa: el Parlamento de la Unión Popular, que presido. Está formado por casi 300 personas, la mitad de las cuales son miembros de La France insoumise y la otra mitad son activistas de asociaciones, sindicatos y ciudadanos. Ha sido un motor de la campaña. Porque es en el contacto con los movimientos sociales, con todas esas mujeres y hombres que resisten al sistema capitalista de muchas maneras, donde se regeneran las ideas, y no en los tejemanejes del aparato. El reto exitoso de este parlamento es unirse sin estandarizar, según el modelo del "bloque arco iris" con el verde de la ecología, el rojo de los movimientos sindicales y el comunismo, el amarillo de los chalecos y las insurrecciones populares por la democracia, el morado del feminismo, el multicolor de las luchas antirracistas. Pero también es un "bloque popular", con una columna vertebral política, un programa y una estrategia comunes, en oposición frontal a los bloques de la derecha y la extrema derecha.”
“Por último, una innovación electoral: movilizar, además de los electores tradicionales, a los abstencionistas, aquellos que ya no votan porque están asqueados de décadas de traición política. Lejos de ser un producto del "voto útil", el "voto Mélenchon" marca a menudo un verdadero apoyo al proyecto propuesto por la Unión Popular, para el 80% de sus votantes según un sondeo de Ipsos logrando agregar fracciones del electorado cuya convergencia nunca se había producido. Ahora debemos hacer que esta convergencia sea duradera.”
Finalmente Aurélie Trouvé afirma: “Pero la inmensa esperanza suscitada por la Unión Popular durante toda la campaña presidencial sigue intacta. Mas aún: se transforma en una nueva aspiración, la de una tercera vuelta, para tomar el poder, la de imponer un gobierno de esta izquierda de ruptura instalando una mayoría de diputados el 12 y del 19 de junio. El hecho de que un presidente no obtenga la mayoría en el Parlamento al día siguiente de su elección sería sin duda una primicia desde la reforma de la legislatura de cinco años en 2000. Pero la crisis de nuestras instituciones es tan profunda, y la legitimidad de Emmanuel Macron tan débil, que nada es imposible.”
Carlos Marx en su Critica al programa de Gotha, escribió: “Cada paso de movimiento real vale más que una docena de programas". Pero cuando el movimiento real se consolida con un programa de izquierda radical, ecológico y social, ese paso deviene histórico e inmensamente esperanzador.