Cada inicio de año el presidente venezolano Nicolás Maduro otorga una extensa entrevista al periodista y escritor Ignacio Ramonet para dar a conocer la hoja de ruta del Gobierno. El diálogo de Maduro con Ramonet, director de la edición española de Le Monde Diplomatique y biógrafo oficial de Fidel Castro, es una pieza clave en la maquinaria narrativa chavista. En la edición del presente año Maduro otorgó dos highlights: aclaró que su Gobierno colaboró para esclarecer el asesinato de Canserbero, una celebridad del rap; a su vez, colocó el tema de su candidatura presidencial -las elecciones deben ocurrir en el segundo semestre, según el Acuerdo de Barbados suscripto con la oposición- en el terreno de la ambigüedad. En términos del béisbol, el deporte más popular de ese país, el mandatario consiguió un home run en el sentido que, al habilitar su relevo, rompió el ritmo del juego político, que venía desarrollándose a movimientos cortos y previsibles.
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Venezuela, su sistema político, atraviesa un momento particular. El Palacio Miraflores estableció tres movimientos de hondo calado el último tiempo: reflotó el diálogo bilateral con su par estadounidense, alcanzó acuerdos con la opositora Plataforma Unitaria para estabilizar el sistema institucional, y abrió su economía, lo que implicó el retorno de inversiones extranjeras en el sector del petróleo y el pronunciado descenso de su inflación. El índice de noviembre fue de 2,5%, el alza de precios más baja en los últimos doce años. Sin embargo, por fuera de esos hechos normalizadores, ha crecido de forma ostensible la popularidad de una dirigente, María Corina Machado, parte de los halcones del antichavismo, pero con cierto charme renovador en sus formas discursivas.
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Hija de un importante empresario siderúrgico expropiado en su momento por Hugo Chávez, Machado ganó con más del 90% de los votos la primaria del campo opositor. Según el diario madrileño El País, la última encuesta de relieve y que posee números muy distintos a los que maneja el Gobierno, elaborada por la firma Delphos, indica que el 85% de las y los venezolanos anhelan un cambio. La referente del sello Vente Venezuela, que no pertenece a la Plataforma Unitaria, es por el momento la dirigente que encarna esa categoría que viene perforando la perdurabilidad de los oficialismos sudamericanos, cambio.
Tal es la paradoja del Gobierno venezolano, en el preciso momento que ha alcanzado aguas serenas en la economía y en el diálogo con la oposición, una dirigente con anclaje por fuera del Acuerdo de Barbados, una auténtica free rider, parece tener los votos necesarios para clausurar una era política iniciada con el triunfo electoral de Hugo Chávez 25 años atrás. En resumen, Maduro abre carriles para dirigentes del PSUV en alza como el gobernador del Estado de Carabobo, Rafael Lacava; o su par del Estado de Miranda, Héctor Rodríguez. En paralelo, María Corina Machado no cuenta con el aval de la Justicia para su candidatura ya que pesa sobre ella una amonestación por haber presentado de forma errónea una declaración jurada. El veto, para la oposición, es de carácter político. Y es en ese terreno donde el chavismo parece enfrentar su mayor desafío en los últimos años.
En diálogo con El Destape, el consultor y politólogo venezolano Nicmer Evans, director de la plataforma comunicacional Punto de Corte, estimó que: “La declaración de Maduro buscó dar un barniz de apariencia democrática al gobierno de cara al mundo, también lanzar un anzuelo para identificar a los sectores cercanos que pretenden un método de selección interna del candidato presidencial. Dudo que tenga algún tipo de asidero su declaración, el régimen de Maduro es un sistema autocrático que necesita fingir legitimidad”.
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“Igualmente, es cierto que existen presiones internas en el PSUV sobre la candidatura de Maduro, dada la baja aceptación que tiene en la opinión pública, donde María Corina Machado le saca hasta 70 puntos porcentuales. Subrayo que el interés renovador parte de sectores del chavismo, y no del gobierno, porque el chavismo es mucho más amplio que el gobierno”, complementa Evans.
El periodista William Castillo, viceministro de políticas Antibloqueo del Ministerio de Finanzas, tiene naturalmente otra visión sobre el tema. Consultado por El Destape, puntualizó que: “Lo que dijo el presidente al escritor Ignacio Ramonet es que el PSUV aún no ha tomado una decisión oficial sobre la candidatura presidencial. Creo que, a veces, en el extranjero no se comprenden las particularidades del proceso político venezolano, donde un partido político, y no una persona, rige los destinos del país. Sin dudas que Maduro cumple un rol central en el proceso, pero no se puede desconocer el tejido organizativo y político que sostiene a la revolución bolivariana. Tampoco se puede soslayar el rol que juegan los movimientos sociales o comunales en el proceso, ya que tienen voz propia, y sirven para fortalecer la red de nuestro entramado político. El liderazgo de Maduro es una cuestión circunstancial y coyuntural, no se trata de un elemento eterno del paisaje oficialista”.
Nicmer Evans enfatizó la condición de inorgánica de Machado en el campo opositor: “Machado es la candidata de un sector de la oposición. También existen otros candidatos, algunos financiados por el propio Gobierno, que ocupan un lugar para fraccionar y sacar peso al bloque opositor. El dilema de ese campo político es que los partidos de mayor referencia histórica y prestigio internacional de la Plataforma Unitaria, como Primero Justicia o Acción Democrática, no apoyan plenamente el proyecto de Machado”.
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Por último, el consultor Nicmer Evans enumeró el póker de cartas políticas que el presidente venezolano esconde en sus manos para fortalecer su puesto de juego: “Maduro jugará cuatro fichas de negociación este año para aliviar las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea. La primera se relaciona con su poder de veto sobre la habilitación de la candidatura de Machado, el segundo versa sobre la administración de los flujos migratorios a los Estados Unidos, el tercero es el ítem energético- petrolero, en el sentido de calibrar su aval a la inversión extranjera, la cuarta ficha de canje es la cuestión del Esequibo, el litigio con Guyana lo puede utilizar para inflar la vena patriótica o, en caso de escalar el conflicto limítrofe hacia la arena militar, podría declarar un Estado de excepción para de esa manera suspender las elecciones”.
¿Tendrá oxígeno económico suficiente el Gobierno para transitar los meses calientes del 2024, cuando se juega la continuidad del proceso? El Destape buscó saber de boca de Castillo, un funcionario abocado precisamente a desarmar las líneas del bloqueo que frenan la capacidad exportadora de su país, si el diálogo con Estados Unidos podrá desarmar esa madeja.
“Traduzcamos el bloque en números: tenemos 60 buques petroleros sancionados que no pueden circular porque se exponen a sanciones. El país posee 30 mil millones de dólares secuestrados en el sistema financiero, treinta toneladas de oro incautadas en el Banco de Inglaterra, dos mil millones de dólares bloqueados en el Novo Banco de Portugal. Efectivamente, las licencias que ha otorgado Estados Unidos ha mejorado la situación petrolera, empresas como Chevron y Repsol ya están operando. El diálogo con Estados Unidos ha permitido incrementar la producción diaria de barriletes, que pasó de 300 mil a 800 mil barriles diarios, pero queremos transmitir que la mayor parte de las sanciones ilegales a nuestra economía aún persisten. Desde el 2018 hemos iniciado un programa de apertura heterodoxo, eso nos ha permitido salir de la hiperinflación. Se ha liberado el uso de la divisa y se eliminó el control de cambios, pero eso sí, no vamos a dolarizar nuestra economía”, puntualizó la fuente consultada.