Alemania asiste este domingo a elecciones anticipadas en una Europa sumida en el caos y con todas las miradas puestas en el desempeño del partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD por sus siglas en alemán), la apuesta fuerte del tándem Donald Trump-Elon Musk.
Si bien la mayoría de las encuestas ubican a esa fuerza en segundo lugar y sin posibilidad de liderar un gobierno, el solo hecho de conseguir un 20% de los votos le otorga poder de presión sobre los que van primeros, los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU). El histórico partido de Ángela Merkel y que hoy lidera Friedrich Merz se verá encerrado entre hacer acuerdos estratégicos con la AfD -una propuesta que ya intentó y fue rechazada- o activar el cordón sanitario y seguir con el elefante en la sala.


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De cualquier manera, AfD capitalizará su crecimiento meteórico desde las elecciones de 2021, cuando había obtenido el 10% y quedó sexta. Ahora, los nuevos ocupantes de la Casa Blanca le hacen la mejor publicidad. La descripción que el escritor italiano Giuliano da Empoli hizo en el libro Los ingenieros del caos recobró vigencia a partir de la victoria del líder republicano en Estados Unidos y Europa está dando cuenta de ello.
En diálogo con El Destape, el analista internacional y autor de Lucha de Tribus Eduardo Bayón describió este momento como uno de los más “inciertos” y opinó que la nueva administración de Estados Unidos está “resquebrajando” su vínculo con Europa como no había sucedido desde la Segunda Guerra Mundial. El respaldo que Trump dio esta semana a Vladimir Putin, a tres años de la guerra en Ucrania, sacudió el tablero europeo y mostró, para Bayón, una vuelta a estrategias del siglo XIX: avances territoriales y esferas de influencia.
Estados Unidos no solo dijo que será muy difícil que Ucrania recupere las fronteras que tenía en 2014, sino que descartó su ingreso a la OTAN y marginó a Zelensky y la Unión Europea de las negociaciones. AfD pide, al igual que Trump, levantar las sanciones contra Rusia y volver a comprarle gas, a la vez que se entusiasma con salir de la Unión Europea.
Para el analista, el apoyo y militancia activa de Elon Musk a la ultraderecha alemana se explica no sólo por afinidad ideológica -donde aparecen matices fuertes por el sentimiento anti-Estados Unidos de ese sector alemán- sino por una clara intención de desestabilizar. “Hay un trabajo para que los estados de la Unión Europea queden en una situación de mayor debilidad en el tablero global. Estamos asistiendo a una reconfiguración que busca desestabilizar el continente europeo”, analizó Bayón en diálogo con este medio.
La foto de hoy en Europa es bien distinta a la que tenía Trump en 2016, cuando asumió por primera vez. Por entonces el Viejo Continente descansaba en los liderazgos fuertes del francés Emmanuel Macron y la alemana Ángela Markel; ahora los hace bailar a su ritmo.
Después del apoyo de Trump a Rusia, los líderes europeos saltaron a armar un plan de contingencia, que solo evidenció la fractura interna y la debilidad del grupo de los 27 países del continente. Hay grandes diferencias entre Macron y la italiana Giorgia Meloni sobre el despliegue de tropas de paz en Ucrania, y el galo, junto al ministro de Reino Unido, Keir Starmer, viajan el lunes a Estados Unidos a decirle a Trump que “no sea débil” frente a Putin.
“China, Rusia y Estados Unidos buscan tener sus zonas de influencia y no colisionar. La situación en Estados Unidos es un giro de 180 grados. Ya había atisbos de esto en su primer mandato pero ahora no solo responde a los intereses económicos que la Casa Blanca pueda tener en Ucrania sino que también a Rusia le interesa desestabilizar el bloque europeo”, agregó Bayón.
Musk y Trump juegan para la ultraderecha, pero en las encuestas crece la izquierda
Las elecciones se dan en un momento decisivo para Alemania. En el frente económico, atraviesa una crisis de competitividad hace ya varios años frente a la industria china y al reciente proteccionismo de Estados Unidos. Esa crisis le valió la ruptura de la coalición de gobierno “semáforo” y precipitó las elecciones. A estos factores que explican la agitación política y el avance de la derecha radical se suma el descontento ante las políticas de fronteras abiertas a la inmigración.
“A este combo se une la falta de alternativa política”, opinó ante este medio el analista internacional Daniel Gil. A la larga era de Merkel le siguió la novedad de la coalición “semáforo”, una alianza de los socialdemócratas (SPD), los liberales (FDP) y los Verdes, que generó gran entusiasmo pero pocos resultados.
El deseo de cambio que apareció con el fin de la época Merkel, sobre todo en rechazo a su política abierta frente a la migración, no encontró un cauce en el gobierno de Olaf Scholz. “Por lo tanto, hay un electorado descontento que se ha quedado huérfano paulatinamente y que vio en las fuerzas de ultraderecha la mejor opción”, agregó Gil.
Con ese panorama, y con AfD con viento en cola después de haber ganado en Turingia y haber quedado segundo en Sajonia a fines del año pasado, Musk, el hombre más rico del mundo y propulsor de las derechas, se involucró activamente en la campaña.
Tras el escandaloso saludo nazi que hizo durante los festejos de asunción de Trump, participó por videoconferencia en un acto de campaña de la líder de AfD, Alice Weidel, y animó a la audiencia a mostrarse orgullosa de su cultura “milenaria” y a preocuparse menos de su culpa histórica. El mensaje encajó bien entre las filas del partido, cuyos líderes abogan por poner fin a la cultura del arrepentimiento de Alemania después de la Segunda Guerra Mundial.
Además de respaldar a AfD, Musk cargó en redes sociales contra el jefe de gobierno Scholz y lo llamó “tonto”. “Tienen que votar por el cambio”, dijo Musk en una conversación por X que tuvo con Weidel. “Es por eso que recomiendo firmemente que la gente vote por AfD”, pidió.
Más allá del denodado apoyo de Musk a la campaña de AfD, varios analistas coinciden en que no moverá demasiado el amperímetro. La encuestadora Forsa, que hace un detalle pormenorizado del desempeño de todas las fuerzas electorales en los últimos años, muestra que AfD supo tener en enero de 2024 el mismo 20% de intención de votos que tiene hoy. Fue justo antes de que apareciera la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), con la candidata homónima que se define como "conservadora de izquierda" que parece haberle comido el electorado durante buena parte de los últimos meses hasta que se desinfló a fines del año pasado y hoy está duda si entrará al Bundestag, el parlamento alemán.
El dato interesante para muchos es, en cambio, la remontada de Die Linke (La Izquierda) que llega a este domingo con un 8% de intención de votos, números que no tenía desde 2021. “No sabemos por qué se dio el alza de la izquierda, pero una hipótesis es que fue por el apoyo de Musk, que acá es visto por muchos como un ridículo, y por el crecimiento de la ultraderecha”, analizó ante este portal Jochen Kleinschmidt, analista internacional de la Universidad Técnica de Dresde.
Para el analista, el crecimiento de La Izquierda podría tener que ver con el gesto del líder de la CDU de buscar el apoyo de AfD para aprobar una moción en el parlamento contra la inmigración. La jugada desató una ola de protestas y críticas de la propia Merkel, pero anticipa, según Kleinschmidt, el quiebre que podría darse en la CDU si no hace una muy buena elección el domingo. El partido podría romperse y dividirse en un ala occidental más liberal y otra más derechista en el oriente.
Si las proyecciones no fallan, quienes parecen haber logrado capitalizar la insatisfacción con la coalición “semáforo” son los conservadores de la CDU, que subieron seis puntos desde la elección pasada, y las opciones consideradas radicales: AfD, La Izquierda y el movimiento de Wagenknecht. “De repente, La Izquierda vuelve a ser guay”, tituló esta semana en su portada el diario Taz.