Con una popularidad altísima, Nayib Bukele cumplió cuatro años de gobierno en El Salvador. Pese a las denuncias por violación de derechos humanos en su combate a las pandillas, o acusaciones de autoritarismo, el presidente salvadoreño goza de un apoyo popular que podría permitirle una reelección, incluso con los cuestionamientos de inconstitucionalidad. Cómo fue su gobierno hasta ahora, que desde afuera del país algunos lo colocan como referente exitoso de la mano dura y otros ven con simpatía sus críticas a Estados Unidos.
“El Salvador es otro país. Todavía no estamos donde queremos, en muchas áreas que también son importantes. Hay decisiones que no podemos seguir aplazando”, afirmó Bukele en su reciente discurso ante la Asamblea al cumplir cuatro años de su asunción. Allí, anunció las medidas que seguramente marcarán el rumbo del gobierno en los próximos meses y que posiblemente tengan repercusión internacional. Una de ellas, es la reducción drástica de la organización política administrativa, por la cual el país pasará de tener 262 alcaldías a 44 y el número de diputados será 60, cuando actualmente es 84.
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El otro punto central de los anuncios de Bukele, tiene que ver con lo que denominó como la guerra a la corrupción. En el discurso, contó que mientras él hablaba la Fiscalía allanaba las propiedades del ex presidente Alfredo Cristiani, quien gobernó el país entre 1989 y 1994 con el partido tradicional de derecha Arena. “Así como desplegamos fuerzas de seguridad y acorralamos a los pandilleros hasta llevarlos a la cárcel, así también perseguiremos a los delincuentes de cuello blanco, vengan de donde vengan”, afirmó el mandatario al anunciar la medida por la cual buscará posicionarse como una especie de vengador de la corrupción.
A los hechos
Los primeros motivos por los que fue reconocido internacionalmente el mandatario, fue por su modo de hacer política a través de las redes sociales. Tanto para recibir las demandas de la sociedad, como para comunicar políticas públicas. Una de las imágenes más reconocidas, es la de 2019 en pleno discurso en la ONU, pidió un momento para hacerse una selfie desde el estrado y se excusó: “Estar en la Asamblea es un privilegio y un honor que quise compartir con el mundo, ya que el nuevo mundo, ya no está en esta Asamblea General, sino en el lugar dónde irá esta foto. Creanmé, muchos más mirarán esta selfie de los que escucharán este discurso”. De esa manera, el mandatario comenzaba a tener una visibilidad mundial que no tuvieron sus antecesores.
Otro momento del gobierno de Bukele, fue cuando en diciembre de 2020 el mandatario irrumpió en la Asamblea acompañado por los militares y les exigió a los diputados que le aprueben un proyecto de un crédito para destinarlo a seguridad. Luego, siguió la destitución de los jueces de la Corte y de la Fiscalía. Estas son algunas de las medidas que generaron fuertes críticas de la oposición y rispideces con el gobierno de Joe Biden, por considerar que rompió con el orden democrático. Sin embargo, su popularidad le sirvió para obtener la mayoría absoluta en las elecciones legislativas siguientes. Por lo cual, sus medidas avanzan sin ningún tipo de restricción.
Apostar por una moneda digital fue otra de sus medidas más controversiales. Bukele estableció al bitcoin como moneda de curso legal junto al dólar. Una medida inédita en el mundo. En materia económica, la Oficina Nacional de Estadística y Censos (ONEC) publicó que en 2022, el 26,7 % de los hogares del país no tenían los ingresos suficientes para cubrir el costo de dos Canastas Básicas Alimentaria (CBA), el más alto en cinco años. La misma oficina a su vez, informó del aumento de los alimentos en el 2023, tienen alzas históricas en por lo menos 20 años.
Sin dudas, la medida que más resonancia generó fue la declaración del estado de excepción en marzo de 2022. En nombre de la “guerra contra las pandillas”, encarcelaron a casi 70 mil personas. Algunas de las consecuencias fue que pasó de ser uno de los países más violentos del mundo a tener días sin homicidios. La popularidad del mandatario, según algunas encuestas, supera el 90% y tanto propios como ajenos coinciden en que las pandillas ya no tienen el control de parte del territorio salvadoreño. La contracara son las denuncias por la violación de derechos humanos, especialmente por detenciones arbitrarias y denuncias por las condiciones de la cárceles.
Sin garantías
“A partir del inicio del régimen de excepción, comenzamos a recibir casos de personas que nos solicitaban asesoría, la mayor parte de personas que habían sufrido la detención arbitraria de algún miembro de su familia. También por muertes en las cárceles, ya llevamos 160 casos documentados. Hay evidencia de que fueron torturados, incluso con señales de que fueron asfixiados. Lo más dramático es que, a pesar de que hay una evidente prueba de que fue sometido a una serie de lesiones, los documentos de medicina legal, o incluso algunos documentos del Ministerio de Salud, consignan que la muerte se debió a razones naturales”, explicó a El Destape la directora de Investigaciones en Derechos Humanos de Cristosal, Rina Monti.
La directora de la organización que lleva adelante los casos de vulneración de derechos recordó un ejemplo de una persona que tenía un orificio que atravesaba su pulmón y que la nota médica forense sostuvo que murió por enfisema pulmonar. Monti sumó otros datos alarmantes como posibles fosas comunes dentro de las cárceles y consideraron que de los casi 70 mil presos, posiblemente quienes realmente sean parte de las pandillas sea solo un 30%.
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“La mayor parte de las personas que nosotros estamos consignando se trata de personas agricultoras, jornaleras, personas que tienen pequeños negocios. Se trata de personas que no tienen ningún vínculo con alguna estructura y más bien simplemente viven en zonas que han sido estigmatizadas como zonas de habitación de pandillas. Igual las han capturado en ese sentido sin tener ningún tipo de evidencia”, agregó Monti, sobre los casos de personas que no solo no pertenecen a las pandillas, sino que en muchos casos han sido víctimas de ellas y ahora son detenidas por el gobierno de Bukele.
¿Indefinible?
Bukele es un dirigente difícil de definir ideológicamente. Antes de sumergirse en la política fue publicista de las campañas electorales y finalmente acabó promocionándose él mismo. Una de las dificultades para encasillarlo en algún espacio es que sus primeros pasos y conocimiento como alcalde fue por pertenecer al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y ex guerrilla. Sin embargo, fue expulsado de ese movimiento y ganó la Presidencia con una coalición de derecha, que pertenecía a los sellos tradicionales.
“No hay dudas de que él se vendió como una opción progresista e incluso hasta de izquierda por el partido que le dio la oportunidad de ser conocido. Sin embargo, hoy Bukele es un hombre de derecha. Sus decisiones en todos los ámbitos han estado marcadas por un corte neoliberal, trabaja para favorecer a los grupos de poder económico tradicional en el país y él es también una expresión de un nuevo grupo de poder económico que está consolidándose a costa del poder que hoy tiene desde las instituciones del Estado, de los recursos públicos”, aseguró a El Destape, la diputada por el Departamento de San Salvador del FMLN, Anabel Belloso.
La diputada agregó que el estado de excepción que el mandatario vende como exitoso es en realidad “el reflejo de la incapacidad del Gobierno de establecer una verdadera política en materia de seguridad humana, que no implique suspender derechos humanos de manera generalizada, el régimen de excepción ha permitido que se captura a miles de personas inocentes que nunca tuvieron que ir a parar a la cárcel”. La legisladora, cuestionó además otro aspecto de la gestión: “Hay una crisis económica y es el gran ausente en toda la política pública de este Gobierno, no existe, no hay medidas reales que atiendan la fuerte crisis que golpea el bolsillo de las familias salvadoreñas”.
Otro punto clave de la administración del mandatario es la política exterior. Bukele critica a Estados Unidos, con algunos enunciados que podrían pertenecer a dirigentes que hablan de antiimperialismo.“No es un aliado de los Estados Unidos en este momento, especialmente con la administración Biden. Él de hecho se ha mostrado alineado a Trump. Tampoco podría decirse que es un aliado de China o de Rusia. Ha estado jugando, ha estado amagando con alinearse a ellos para provocar, pero sabe que eso podría traerle consecuencias mucho más fuertes, dado que El Salvador es, después de todo, un país muy pequeño, sin recursos y que depende mucho de los Estados Unidos”, afirmó El Destape el director de investigaciones en el Centro para Estudios Latinoamericanos de la Universidad Internacional de la Florida en Miami, Miguel Cruz.
Al ser consultado por la definición ideológica del mandatario, Cruz recordó una anécdota: “En su campaña presidencial, llegó a la Universidad de El Salvador, la Universidad Nacional, que es un reconocido centro de educación superior por su posición de izquierda, y él habló como un militante de izquierda. La siguiente semana fue a Washington, fue a un think tank de derecha y habló como un conservador o un neoconservador. En realidad, Bukele va a usar el discurso ideológico que le sirva en el momento específico”. Y esa característica es es quizás la que mejor describe la mayoría de la gestión de Bukele, un líder que sostiene que no hay que temerle a la palabra populista y, que pese a todos los cuestionamientos en su contra, mantiene una alta popularidad y tiene posibilidades de ser reelecto.