Zara Snapp sobre la guerra contra las drogas: “Seguimos la misma receta y esperamos un resultado distinto”

La especialista habló de la violenta experiencia de México. Los cambios en el mapa de drogas en su país y la región. Y es categórica sobre las políticas de prohibición y militarización: "La guerra contra las drogas ha sido una guerra contra las personas, ha sido una guerra contra las comunidades y ha perjudicado al Estado".

16 de marzo, 2024 | 00.05

A más de cinco décadas de lo que se conoció como la "Guerra contra las drogas" que impulsó el entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, los enfoques de cómo combatir el narcotráfico no han cambiado demasiado y los resultados son más consumo, más producción y más violencia. Argentina mira con preocupación lo que pasa en la provincia de Santa Fe, inmerso en una región que es la mayor productora de cocaína, está entre los principales productores de cannabis ilegal y se suma el fentanilo, por el cual en el país gobernado por Joe Biden mueren más de 70 mil personas de sobredosis solo por el consumo de esta fármaco.

“Antes algunos países sólo eran de tráfico o sólo de producción y ahora son todo”, explicó en una entrevista con El Destape la directora del instituto mexicano RIA, ONG de Investigación e incidencia en políticas de drogas y construcción de paz, con maestría en Políticas Públicas por la Universidad de Harvard y autora del Diccionario de drogas, Zara Snapp. La especialista cuestionó las políticas de prohibición y militarización que se han llevado adelante y que considera que han profundizado la violencia, la creación de grupos paraestatales con más peso que el propio Estado y la generación de ingresos de mercados ilegales que a su vez se expanden en otros delitos, como secuestros o tráfico de personas.

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Snapp participa en este momento en la 67 ª sesión de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas en Estados Unidos, a donde asistió por primera vez el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken. En territorio estadounidense mueren de forma anual más de 100 mil personas por sobredosis y casi un 70% es por el fentanilo, droga que a su vez ha llevado a más de un roce geopolítico con China, por considerarse que de ahí vienen los precursores, llegan a México y de allí cruzan al país del norte. Lo concreto es que no solo no baja el consumo, sino tampoco la producción, surgen drogas sintéticas más peligrosas y a su vez crece la violencia de la mano del narcotráfico.

- ¿Cómo se ha expandido la ruta de la droga desde la región al mundo y cuáles son los principales estupefacientes?

- Lo que producimos en América Latina, en los países andinos, principalmente Colombia, es la cocaína que va a todo el mundo. El 95% de la cocaína del mundo viene de Colombia. Ellos exportan y pasan por diferentes países: a veces por África o llega directo a Europa y Estados Unidos o pasa por México y Centroamérica para llegar a Estados Unidos. Después tenemos a México como segundo país productor de cannabis ilegal en el mundo, pero ahora ha cambiado mucho la dinámica de cannabis en el sentido de que se cultiva en más países y tiene una mayor capacidad de abastecer la demanda de cada país. 

México antes era el tercer país productor de amapola ilegal en el mundo y esto pues ha cambiado con la introducción del fentanilo. Los precursores vienen desde China, se produce en laboratorios en México y después se exporta a Estados Unidos y a Canadá. Vemos el surgimiento de más sustancias sintéticas dentro del mercado justo porque la prohibición exige - esta es una de las leyes de la prohibición- mayores ganancias económicas en productos más potentes y más compactos. Esto también reduce la necesidad de tener intermediarios con comunidades cultivadoras, como es el sentido de comprar heroína de cultivadores en Guerrero, pues ya no tienen que hacer eso, sino que pueden producirlo directamente en laboratorios y de ahí distribuirlo en Estados Unidos o Canadá. Entonces, como que quitas esa parte, ese eslabón en la cadena de producción. México también produce metanfetaminas que exporta a otros países, además de tener un consumo interno generalizado en el país.

- ¿Cómo analiza lo que se ha llamado guerra contra las drogas en la región?

- Creo que la guerra contra las drogas ha sido una guerra contra las personas, ha sido una guerra contra las comunidades y ha perjudicado al Estado. Ha justificado violaciones a los derechos humanos, ha empeorado el Estado de Derecho, ha creado vínculos entre gobierno y actores no estatales, ha generado una impunidad masiva en el país y ha creado incentivos perversos para mantener el status quo y corromper instituciones. Entonces, lo que vemos es que no ha logrado avanzar con sus objetivos declarados, que es generar mayor bienestar para las personas, asegurar un enfoque de salud y tener un Estado fuerte. Más bien, lo que vemos son los daños que ha hecho la prohibición.

- Cuando se habla del combate a las drogas, siempre surge también el planteo de si la prohibición es el camino acertado para combatirlo. ¿Cómo ve usted la posibilidad de otro enfoque?

- Tenemos que saber que un enfoque militarizado, un enfoque punitivista en la región nos ha llevado a este momento. Nos ha llevado a donde tenemos violencia, donde hemos creado y generado grupos no estatales con mayor poder, a veces más que el del Estado, y que esto entonces nos lleva a donde estamos creando ingresos con los mercados ilegales de drogas para que puedan cometer otros delitos. También es importante saber que esto sí está vinculado con el Estado y la complicidad del Estado sin una necesidad de generar una diferenciación. El Estado al no hacer una regulación legal de estas sustancias está abdicando su responsabilidad de proteger la salud de las personas. 

Las personas ya están consumiendo sustancias y, si ya estás consumiendo una sustancia, la prohibición alrededor de eso sólo genera mayores consecuencias. Entonces, lo que hemos hecho es fortalecer a los grandes grupos no estatales con la prohibición y, además, cuando estamos ahí quitando las cabezas, sólo fracturamos grupos y creamos grupos más chiquitos que entonces cometen otros delitos como cobro de piso, secuestro de personas migrantes, trata de personas, tráfico de armas, etcétera. Entonces sí hemos generado este problema desde la prohibición, tenemos que pensar cómo se va a desmantelar cada pieza de esta prohibición porque no ha funcionado y está activamente haciendo daño en nuestras comunidades.

- Hay otra droga que surgió con fuerza en los últimos años y que ocasiona más de 70 mil muertes por sobredosis al año en Estados Unidos y es el fentanilo, ¿Cuál es la situación actual?

- Hoy en la Comisión de Estupefacientes, por primera vez en la historia, vino el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, justo para promover la coalición global contra las sustancias sintéticas, una iniciativa de su país y en la que ya participan 150 países, incluyendo México. Tenemos que tener cuidado con el fentanilo que ha sido un fantasma y, si es un problema en Estados Unidos, deberíamos preocuparnos por eso. Porque es un problema para las personas que consumen heroína y opioides y que consumen fentanilo en México, que suelen ser personas en la frontera con Estados Unidos, personas que han sido retornadas, personas que tienen también otras necesidades. Puede ser que necesitan ser canalizados a otros servicios de salud. 

En estas circunstancias, diría que no es la sustancia en sí a la que deberíamos tener miedo, sino a las circunstancias que puede llevar a generar un uso crónico o problemático. En realidad, no deberíamos tener miedo a las sustancias, sino un respeto en el sentido de que fentanilo es una sustancia que también tiene un uso médico muy necesario en los cuidados paliativos, por ejemplo para personas que tienen cáncer. Puede aliviar el dolor en una forma muy importante. Por otro lado, Anthony Blinken dijo que una persona muere cada cinco minutos en Estados Unidos por una sobredosis. Para ellos, la primera causa de muerte de personas entre 18 y 45 años es sobredosis, tienen una crisis de sobredosis. En México, pues, la primera causa de muerte es la violencia. Entonces, estamos viendo los dos lados de la misma moneda y la necesidad de cambiar una estrategia. 

- ¿Cuáles son los planteos que surgen en la Comisión de Estupefacientes y qué pasa con los roces geopolíticos y acusaciones por el tráfico de drogas?

- Lo más frustrante de estar aquí, en la Comisión de Estupefacientes, es escuchar a países decir: 'No ha funcionado, tenemos que hacer algo diferente, necesitamos más dinero, vamos a poner más dinero, vamos a crear nuevos programas, nuevas coaliciones'. Pero, en realidad, tenemos que enfrentar la realidad. Tenemos que enfrentar la realidad que estos mercados existen, que las plantas y sustancias psicoactivas siempre han estado y tenemos que encontrar un nuevo abordaje hacia ellas. Por eso, las recomendaciones no excluyen la educación y la información; una educación sobre plantas y sustancias tanto legales como ilegales. 

Estamos viendo roces geopolíticos. Sabemos que cuando China baja su producción de fentanilo pre pandemia, esa producción cambió de lugar, cambió de Asia hacia México, donde ahora se importan los precursores, se crea la sustancia y se exporta a otros países. Entonces, sí deberíamos estar preocupados; sí deberíamos estar generando conciencia y estar ofreciendo servicios de análisis de sustancias para que una persona que va a usar una sustancia pueda tener mayor conocimiento sobre la composición de la sustancia que va a consumir. Esto es algo que se está haciendo más común en algunos países como Estados Unidos. Colombia tiene un proyecto que ya está muy bien consolidado que se llama Échele Cabeza. Tenemos que ver el tema del fentanilo, pero además no podemos quitar las miras de las otras sustancias que se consumen en México, como pueden ser las metanfetaminas y los riesgos que estas conllevan. O el policonsumo de varias sustancias.

Sí, vemos estos reacomodos geopolíticos. Creo que tenemos que estar atentos a cuál es el papel que juega México dentro de eso porque mucho se dijo antes de que estos países sólo eran de tráfico o sólo era de producción y ahora son todo. Entonces, decidimos mantener el status quo, mantener la prohibición. Estamos siguiendo la misma receta y esperando un resultado distinto. Esto también es importante porque no estamos viendo todo lo que está sucediendo, estamos, sí, siguiendo la misma línea cuando en realidad tenemos que ver cómo estaríamos desmantelando la prohibición y todos los intereses que existen en la prohibición para ofrecer una alternativa que realmente puede atender la crisis de sobredosis en Estados Unidos y la crisis de violencia que vivimos en México.

- ¿Cuál es la propuesta que hacen desde el Instituto RIA?

- Nosotras desde Instituto RIA y algunas otras organizaciones abogamos por poner en el centro a los derechos humanos de todas las personas que se vinculan con estos mercados ilegales. Ofrecer y ampliar el acceso a servicios de reducción de riesgos y daños y gestión de placeres, entendiendo que la mayoría de las personas que usamos sustancias ilegales en el mundo no tenemos un uso problemático. Según las Naciones Unidas, menos del 13% de las personas que consumen sustancias ilegales tienen un uso que ha generado problemas en su vida profesional o personal. Por eso, son los demás los que requieren estas intervenciones de reducción de riesgos y daños, información y un conocimiento para poder gestionar su decisión de consumir de una forma segura, como hacemos campañas alrededor del alcohol y el buen uso del alcohol, aunque siempre podríamos mejorar eso. 

También deberíamos estar hablando de sustancias legales e ilegales porque pueden causar daño igual. También debemos aprender a cómo tomar decisiones informadas y, finalmente, abogamos por la regulación legal de las plantas y sustancias psicoactivas con un enfoque de justicia social, entendiendo que si somos países productores entonces que haya un desarrollo de mercados horizontales, mercados con muchos actores, la posibilidad de utilizar las ganancias de estos mercados que son actualmente ilegales para poder reparar el daño que ha hecho la prohibición en el país, incluyendo medidas de educación, información, reducción de riesgos y daños, gestión de placeres, tratamiento de calidad voluntaria diferenciada para hombres y mujeres y hasta apoyos hacia la búsqueda de personas desaparecidas, que es uno de los grandes daños en nuestro país.