Noboa aspira a ganar el "conflicto interno" en Ecuador al estilo Bukele

Sin embargo, hay quienes temen que la guerra interna contra las organizaciones criminales termine en un escenario más parecido a México o Colombia. Las causas de la crisis y el plan del flamante Gobierno.

13 de enero, 2024 | 00.05

Ecuador es un polvorín. Los motines en las cárceles, escapes de prisioneros y hasta la toma de un canal dejaron al desnudo la debilidad del Estado frente al ataque de las organizaciones criminales. Frente a lo que algunos analistas consideran ya una guerra del narco del gobierno de Daniel Noboa, la dirigencia política mostró unidad absoluta y un fuerte respaldo a una mayor intervención policial y militar. En ese contexto, surge el interrogante de cuáles son los posibles escenarios que se abren para el país sacudido por la violencia, mientras se busca copiar el modelo de Nayib Bukele pero también sobrevuelan los recuerdos de lo que fue México 2006 con Felipe Calderón.

"Todo grupo terrorista se ha convertido en un objetivo militar. Se acabaron los momentos de gobiernos tibios”, afirmó Noboa, apenas unas horas después de decretar que el país se encuentra en un conflicto armado interno y que más de 20 organizaciones criminales que operan en el país serán consideradas de ahora en más como terroristas. El mandatario también apuntó contra los presos y les dijo que si son valientes se enfrenten a los militares, y admitió frente a embajadores de todo el mundo que considera que el país está prácticamente en una guerra con el narco.

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La postura de dureza de Noboa que asumió en noviembre, se condice con la que mantuvo durante la campaña en la cual prometió mano dura en un país que desde hace al menos cinco años ve acrecentar los indicadores de inseguridad. De hecho, fue una de sus apuestas para un mandato que será breve, ya que debe culminar con el período que le correspondía a Guillermo Lasso, en el 2025. Muchos analistas coinciden en que el joven mandatario tiene una gran apuesta con objetivos electorales y que mira con buenos ojos a El Salvador de Nayib Bukele y su lucha contra las pandillas.

La postura de mayor firmeza de Noboa con los criminales ahora considerados terroristas, es acompañada no solo por las Fuerzas Armadas que recobraron un rol relevante en estos días en las calles ecuatorianas, sino también por la dirigencia política en su conjunto. Uno de los primeros en salir hablar fue el ex mandatario, Rafael Correa, quien manifestó un total apoyo al mandatario y dijo que es momento de unidad nacional, que “el crimen organizado le declaró la guerra al Estado y el Estado debe vencer”, de hecho, le pidió al Presidente que no ceda en ese combate.

El apoyo manifestado por Correa en las redes, también se vio reflejado por su bloque en la Asamblea Nacional, donde los distintos partidos manifestaron un fuerte respaldo al Gobierno. El presidente del Parlamento, Henry Kronfle, afirmó: “Nos encontramos trabajando en unidad, sin importar las diferentes corrientes políticas e ideológicas que representamos. La situación actual exige colaboración y cohesión”, y anunció que apoyarán a las fuerzas de seguridad a las que les garantizarán indultos y/o amnistías en “los casos que sean necesarios para garantizar la tarea de los estamentos". Una luz verde para el accionar de las fuerzas.

¿Hacia la bukelización?

Antes de la semana de terror e incluso en campaña, Noboa propuso lo que denominó el “Plan Fénix”, que buscaba reforzar la inteligencia, equipar y preparar mejor a las Fuerzas Armadas y poner el foco en las cárceles, desde donde operan aún los líderes de muchas de las organizaciones. De hecho, la semana anterior había anunciado en tono jocoso una información para los “bukele lovers”, los seguidores del presidente salvadoreño, que en un plazo de 10 meses Ecuador va a contar con las cárceles “igualitas” a las de El Salvador, dado que hasta la mismas empresas constructoras se van a encargar de hacerlas. 

La popularidad de Bukele que logró bajar las tasas de homicidio notoriamente tras encarcelar a más de 70 mil personas, pese a las denuncias de los organismos de derechos humanos, puede resultar más que seductor para un Noboa que asume un país incendiado por la inseguridad. De hecho, los primeros anuncios tras decretar que el Estado se encuentra en un conflicto armado interno, fue una fuerte redada en la cual ya detuvieron a más de 300 personas, asesinaron a al menos 16 presuntos criminales, según el Ejército en enfrentamientos, y se vieron imágenes de cómo revisan a quienes circulan, incluso para constatar si tienen tatuajes alusivos a bandas criminales. Algo que parece bien calcado de El Salvador, donde las fuerzas de seguridad toman un rol central.

“En este momento es que tenemos una conflictividad social altísima y fue declarado ya como un conflicto armado. ¿Qué representa esto dentro del clivaje generalizado? Es que tú tienes ya el más alto grado de peligrosidad en el país, donde las Fuerzas Armadas pueden repeler las acciones criminales con armamento”, explicó a El Destape, el abogado y Máster en Democracia y Gobierno de la Universidad de Salamanca, y decano de la Universidad Internacional SEK, el ecuatoriano Esteban Ron, sobre las implicancias de los decretos firmados por el mandatario y el alcance del accionar policial y militar, y agregó que se conoce muy poco de cómo será en concreto la aplicación del “Plan Fénix”.

Cuando se habla de bukelización se destaca el accionar violento del cual el propio Presidente hace alarde para infligir temor en los pandilleros, como mostrar escenas en las cuales son detenidos y trasladados como ganado o las condiciones en las que los tiene en las cárceles. En el caso de Ecuador, la primera señal fuerte que buscó dar Noboa en ese sentido tuvo que ver con el traslado de prisioneros a cárceles de máxima seguridad. Como fue el caso de José Adolfo Macías, alias Fito, del grupo los Choneros, que dio origen al desenlace de esta semana y que logró escaparse horas antes de un traslado del cual no se tenía conocimiento, por lo cual quedó expuesta la connivencia que hay entre los círculos de poder y de las propias prisiones.  

¿Cómo se llegó a esta violencia?

Es difícil encontrar un factor que pueda explicar cómo en seis años, la tasa de homicidios que era en torno al 5 cada 100 mil habitantes en el 2017, se haya disparado arriba de los 25. Sin embargo, hay al menos dos factores que los especialistas consideran en sus análisis. Uno de ellos, y que es observado desde la Argentina con especial interés, tiene que ver con la dolarización. Ecuador no tiene moneda propia desde los 2000 y ningún mandatario ha podido o querido revertir esa situación. Acá coinciden que esto ha facilitado el lavado de activos, algo que podría haber resultado más atractivo para la instalación de las organizaciones criminales en el país.

Si bien algunas de las organizaciones criminales que operan en Ecuador con vínculos en otros países de la región se instalaron en los primeros años del 2000, es difícil concluir que solo el cambio de la moneda explique especialmente la violencia desatada casi dos décadas después. De todas maneras, sí puede haber contribuido al lavado de activos de estas bandas, que se dedican al sicariato y especialmente el tráfico de droga, de un país en tránsito no de producción, como son los casos de Colombia y Perú. 

Otro de los factores que destacan tiene que ver con la desregulación estatal y para eso citan el caso de la eliminación del Ministerio de Justicia en el 2018, debido a que era esa cartera la que tenía a su cargo los centros penitenciarios. Durante el gobierno de Lenín Moreno atravesó una escalada de desfinanciación. Vale recordar que para entender la inseguridad en las calles ecuatorianas, hay que destacar lo que ha pasado en los últimos años dentro de las prisiones, donde los líderes de las bandas criminales siguen operando. Además de la violencia de los motines, que han dejado un saldo de más de 400 muertos en los últimos dos años, parte del gobierno de Moreno y también de Lasso.

“A pesar de las advertencias que se le hizo al presidente Lasso, no fortaleció el sistema de inteligencia para justamente hacer labores preventivas. Hacia atrás, en el gobierno de Lenín Moreno, un gobierno transicional que definitivamente salía o fue la herramienta para salir del correísmo, se cambió el sistema de inteligencia nacional, se lo mermó de atribuciones y funciones, porque la inteligencia en Ecuador no sólo funcionaba como inteligencia preventiva en el ámbito de criminalidad en el gobierno de Correa, sino también como inteligencia política”, agregó Ron, sobre otro de los factores que puede haber contribuido al crecimiento de la violencia la falta de información de inteligencia que pueda haber previsto. 

Vale recordar que durante los gobiernos de Correa, la tasa de homicidios pasó de 15 a 5 cada 100 mil habitantes; sin embargo, quienes cuestionan al correísmo afirman que durante su gobierno también se dio el crecimiento de las organizaciones criminales. “En el gobierno de Correa hubo un fortalecimiento institucional por 10 años, pero creo que también hubo ciertos niveles de diálogo con la Policía y esa contención se hizo de manera fuerte hacia las Fuerzas Armadas desradicando cualquier postura política. Parece que tuvo un orden y generó un orden y no una permeabilidad directa de los grupos criminales. Pero claro, se especula mucho que en ese tiempo ese orden que se tuvo era porque efectivamente se tenían otros mecanismos para que fluya, digamos, que la criminalidad y principalmente el tráfico de estupefacientes de manera pacífica, si es que se le puede dar esta definición”.

Colombia o México

Con críticas a la Justicia, Noboa cuenta ahora con un fuerte respaldo de las fuerzas de seguridad y de prácticamente todo el arco político, más allá de algunas diferencias que ya se palpan. Ese apoyo se basa en una intervención mayor de los policías, y especialmente, de las Fuerzas Armadas para perseguir a los ahora denominados terroristas, que son en su mayoría miembros de organizaciones criminales vinculadas al narcotráfico, al sicariato y que mantienen conflictos entre sí por los territorios y que a su vez, en algunos casos, mantienen fuerte vínculo con otras organizaciones en el exterior. 

Los indultos y las amnistías que se espera brindar a las fuerzas de seguridad pueden complejizar más aún un entorno ya violento. La tarea de Noboa no es fácil, pero por lo pronto todo parece encaminado a un fortalecimiento de las fuerzas de seguridad en el combate de criminales, con el apoyo de la dirigencia política que al igual que parte de la ciudadanía pide más mano dura. En el espejo, el mandatario mira a Bukele que a priori, con las críticas a cuestas, ha dado una respuesta a quienes vivían atemorizados por la violencia pandillera, pero también en la palestra de opciones están las guerras llevadas adelante en Colombia y México que dejaron miles de muertos y el narco y el sicariato siguen prácticamente intactos.