Gobiernos de todo el mundo relajan las normas de cuarentena, revisando controles por el coronavirus y reduciendo las ayudas de emergencia de la época de la pandemia. Se trata de un intento por devolver a sus economías a una cierta normalidad aun en medio del rebrote de casos.
Las medidas, motivadas por la menor gravedad de la variante ómicron y la necesidad de mantener empleados a los trabajadores y a la recuperación mundial en marcha, fueron un soplo de optimismo que ha hecho subir los precios del petróleo y de las acciones. Expertos en salud afirman que la rápida propagación de la variante puede anunciar un punto de inflexión en la pandemia.
Sin embargo, añaden, mucho depende de cómo las autoridades gestionen los despliegues de vacunación en curso y equilibren otras medidas sanitarias aún necesarias, al tiempo que persuaden a sus ciudadanos para que no se descuiden. "Estamos dando un gran paso y eso también significa que estamos asumiendo un gran riesgo", afirmó la semana pasada el primer ministro neerlandés, Mark Rutte, antes de que comercios, peluquerías y gimnasios volvieran a abrir sus puertas, tras un levantamiento parcial del confinamiento a pesar de un récord de nuevos casos.
Alrededor de media docena de países recortaron el tiempo de cuarentena de 10 a cinco días, citando el ciclo de infección más rápido de ómicron como motivo para flexibilizar las normas que han provocado una oleada de ausencias de trabajadores en las empresas. En tanto, Gran Bretaña e Israel suavizaron los requisitos para las pruebas de seguimiento, cuando las crecientes tasas de infección de ómicron sobrecargan los laboratorios.
Asimismo, la capacidad de ómicron de propagarse rápidamente entre la población sin causar un aumento proporcional de las hospitalizaciones y las muertes ha llevado al presidente del Gobierno español a sugerir que se la trate como una enfermedad endémica, como la gripe.
Convivir con el virus
Aunque pocos usan la palabra, los responsables de la política monetaria, cuya prioridad ahora es despojar a las economías del dinero barato que alimenta la inflación, han empezado a describir el coronavirus como algo con lo que las empresas y los hogares deben aprender a "vivir".
"Lo que estamos viendo es una economía que funciona bien a través de estas olas de COVID", señaló la semana pasada el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell. Y agregó: "Si los expertos están en lo cierto y ómicron va a atravesar muy rápidamente y alcanzar su punto máximo quizás en un mes y bajar después, creo que es probable que se vea una menor contratación y quizás una pausa en el crecimiento, pero debería ser de corta duración".
Además, un responsable del Banco Central Europeo le expresó a la agencia Reuters que la nueva cepa "Está resultando muy contagiosa, pero menos mortal, así que las economías vivirán con ella", añadiendo que el escenario de referencia del banco suponía una "resolución continuada de la crisis sanitaria en 2022". Del mismo modo, el Banco de Japón, aunque incluye a ómicron como un riesgo, se aferra a su opinión de que la economía local seguirá una recuperación impulsada por las sólidas exportaciones y el enorme gasto estatal.
Si estas perspectivas optimistas se materializan, los gobiernos también podrían empezar a reducir las ayudas fiscales de emergencia que, según el FMI, han provocado el mayor aumento de la deuda mundial en un año desde la Segunda Guerra Mundial. En octubre, el Fondo pronosticó un crecimiento económico mundial del 4,9% para este año, al tiempo que subrayó la incertidumbre que plantea el coronavirus. El FMI aplazó la publicación de nuevas perspectivas al 25 de enero para tener en cuenta los últimos acontecimientos relacionados con ómicron.
La campaña de vacunación
El panorama económico es positivo y se sostiene en que las campañas de vacunación sean suficientes para limitar las enfermedades graves. Esto significa que hay que aumentar el acceso a las vacunas en el mundo en desarrollo, mientras que los países más ricos se centran en los refuerzos que, según pruebas generalizadas, como en Italia y Alemania, ofrecen una protección significativa contra el riesgo de hospitalización, cuidados intensivos y muerte.
Las hospitalizaciones holandesas por COVID-19, por ejemplo, aunque se han alejado de los máximos históricos de la pandemia en torno a las 2.000, siguen siendo superiores a las 900. Esto repercute en las ausencias en el lugar de trabajo y en la atención de otras enfermedades, y el Gobierno espera aumentar rápidamente la tasa de cobertura de la vacuna de refuerzo, que es de alrededor del 50% en los adultos y relativamente baja para los estándares de la zona euro.
Otro obstáculo para la vuelta a la normalidad puede ser la decisión de China de aplicar una estricta estrategia de "COVID-cero", que probablemente provoque cierres en las cadenas de abastecimiento y, por tanto, afecte a sus socios comerciales. Y aunque la creencia de que la recuperación mundial puede vivir con ómicron puede ser conveniente, todavía puede chocar con los duros hechos de la epidemiología.
Lawrence Young, catedrático de Oncología Molecular de la Universidad de Warwick, aseveró que los estudios estadounidenses y japoneses que muestran que más del 30% de los casos siguen siendo altamente infecciosos después de cinco días sugieren que las medidas para relajar las normas de cuarentena podrían ser contraproducentes.
Él y otros expertos subrayaron que esos riesgos podrían mitigarse mediante la aplicación estricta de pruebas de flujo lateral, el uso de mascarillas y la limitación del contacto, un mensaje sanitario complicado para autoridades a las que se percibe que están relajando algunas normas.
Con información de Reuters