Crece la tensión en Jerusalén y Siria se suma a la escalada de violencia

Miles de judíos, cristianos y musulmanes se concentraron en la Ciudad Vieja de Jerusalén para rezar en este fin de semana de festividades de las tres religiones. En paralelo, Israel respondió a cohetes lanzados desde Siria con misiles.

09 de abril, 2023 | 17.56

Protestas y mucha, mucha tensión marcaron este fin de semana de celebraciones religiosas en Jerusalén. Miles de fieles judíos, musulmanes y cristianos se congregaron, a solo unos metros unos de los otros, en la Ciudad Vieja para rezar y cumplir con las tradiciones de Pesaj, Ramadán y Pascua, luego de varias noches de fuerte represión policial israelí contra palestinos dentro de la mezquita de Al Aqsa.

Mientras la tensión no estalló en un nuevo episodio de violencia masivo en Jerusalén, la escalada sí continuó creciendo a nivel regional. Luego del intercambio de fuego con Líbano y el territorio palestino ocupado de la Franja de Gaza, este domingo se sumó Siria, otro vecino de Israel que no lo reconoce formalmente y con el que mantiene una relación muy conflictiva. Tras recibir inusuales disparos de cohetes desde ese vecino del Norte, Israel atacó objetivos en Siria con aviones y artillería.

Jerusalén y un fin de semana muy especial

Miles de fieles judíos se reunieron en el Muro de los Lamentos, el lugar más sagrado donde los judíos pueden orar, para una ceremonia de bendición por la festividad de la Pascua judía. En paralelo, a apenas unos metros de allí, dentro de la mezquita Al-Aqsa, una explanada amurallada ubicada justo sobre el Muro de los Lamentos, cientos de palestinos realizaron oraciones como parte de las celebraciones por el mes sagrado musulmán del Ramadán.

Pero quizás el momento de mayor tensión fue cuando cientos de judíos ingresaron al recinto de Al-Aqsa rodeados y protegidos por la Policía israelí, mientras los palestinos protestaban por su presencia con silbidos y cánticos religiosos. La explanada de las mezquitas está bajo control de una autoridad jordana, formalmente; sin embargo, las autoridades israelíes han dejado claro una y otra vez a lo largo de las últimas décadas que ingresan y manejan el lugar sin pedir permiso.

Este poder se ve aún más legitimado con el actual Gobierno de Benjamin Netanyahu, el más corrido a la extrema derecha que haya conocido el país, no solo en términos del conflicto con los palestinos, sino especialmente en relación a la política interna israelí. 

La mezquita y el muro están dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, una antigua ciudadela amurallada que alberga algunos de los lugares más sagrados del islam, el judaísmo y el cristianismo. A su vez, esta Ciudad Vieja se encuentra dentro de lo que se conoce como Jerusalén este, es decir, la parte de la ciudad que había quedado en manos jordanas tras la división creada tras la guerra de independencia de Israel y que fue ocupada por Israel -junto con los otros territorios considerados internacionalmente como parte de la futura Palestina, Cisjordania y la Franja de Gaza- en 1967. 

Pese al rechazo internacional, Israel se terminó anexando Jerusalén este. 

Al Aqsa y una nueva escalada regional

Luego de registrar en 2022 el año más violento en años y tras un primer trimestre en 2023 con números de muertos y heridos que auguran un nuevo récord, una nueva escalada del conflicto explotó hace una semana cuando decenas de policías israelíes irrumpieron en la mezquita de Al Aqsa y golpearon a fieles palestinos que rezaban allí por el Ramadán, algo que causó enorme conmoción en el mundo islámico dada la santidad del lugar.

En varias ocasiones, los palestinos se han atrincherado dentro de la mezquita con piedras y petardos, reclamando el derecho a rezar allí durante la noche, algo que Israel solo permite los últimos 10 días del Ramadán. La policía los sacó por la fuerza nuevamente el miércoles pasado, en un operativo que culminó con más de 250 detenidos y 50 heridos. 

Las imágenes de policías israelíes golpeando a fieles -muchos de ellos mujeres y niños- mientras estaban en el suelo indefensos, desató una ola de violencia que no se limitó solo a Jerusalén. Esos mismos días, decenas de cohetes fueron lanzados desde el sur de Líbano y el territorio palestino ocupado de la Franja de Gaza. La respuesta de Israel no se hizo esperar: bombardeó ambos lugares. 

Un día después, un ataque con coche bomba provocó la muerte de un italiano en Tel Aviv, mientras que dos monjas israelí-británicas fueron asesinadas ese mismo día en el territorio palestino ocupado de Cisjordania. Allí también un palestino de 20 años murió a manos del ejército israelí, que lo acusó de intentar atacar a sus soldados.

A esta escalada se sumó luego Siria, otro vecino que no reconoce al Estado de Israel y cuyo gobierno y sociedad apoyan mayoritariamente a la causa palestina. 

Milicianos de Siria dispararon esta madrugada dos tandas de cohetes hacia Israel y los Altos del Golán, la meseta del sur de Siria anexada por Israel. Un grupo palestino con sede en Damasco se atribuyó la responsabilidad del disparo de cohetes y dijo que fue en represalia por la redada en Al-Aqsa. Uno de los cohetes cayó en un descampado en los Altos del Golán, un territorio ocupado por Israel en 1967. Fragmentos de otro misil destruido cayeron en territorio jordano cerca de la frontera con Siria, según informó ese país árabe.

Además, dos cohetes más cruzaron la frontera hacia Israel, uno fue interceptado y el segundo aterrizó en un área abierta, dijo el Ejército israelí. Apenas horas después, Israel respondió con fuego de artillería contra el área de Siria desde donde se dispararon. Y más tarde, el Ejército dijo que aviones de combate israelíes atacaron sitios del Ejército sirio, incluyendo puestos de radar y artillería.

Y la tensión regional no termina ahí.

Tanto el movimiento islamista libanés Hezbollah como el Gobierno de Siria y el movimiento islamista palestino que gobierna Gaza, Hamas, son aliados de Irán, el mayor rival islámico de Israel en Medio Oriente. Por eso, no sorprendió que la República Islámica de Irán informara este domingo que el jueves próximo realizará una maniobra naval internacional no militar "en apoyo al pueblo palestino" de la que espera participen unas 3.000 embarcaciones de todo tipo en aguas iraníes y en "puertos de todo el mundo".

La posibilidad de arrastrar a toda la región a un nuevo conflicto no es exagerada y, por eso, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, decidió abrir una línea de diálogo con su par israelí, Isaac Herzog, un dirigente conocido por no simpatizar políticamente con el primer ministro Netanyahu, aunque su poder es bastante limitado ya que su rol institucional es meramente protocolar. 

Erdogan lo llamó por teléfono el sábado por la noche y le dijo que los musulmanes no podían permanecer en silencio sobre las "provocaciones y amenazas" contra la mezquita de Al-Aqsa, según informó el Gobierno turco.

Con información de Télam