En Chile, un país expuesto con frecuencia a fenómenos naturales extremos como los tsunamis, atraviesa estos días un sismo, pero de carácter político. En el país modelo para el neoliberalismo global se suceden dos hechos: la Asamblea Constituyente y las elecciones presidenciales, que podrían sucumbir de raíz los dos grandes legados de la herencia pinochetista. Es decir, tanto la Carta Magna, que diseñó un país centralizado en la arquitectura administrativa y desregulado en lo económico, como el esqueleto gubernamental pro libre mercado, apañada por los articuladores del bipartidismo -la ex Concertación de sesgo narrativo progresista y la actual derecha oficialista-, podrían ser reemplazadas por un nuevo contrato legal y político.
El vecino país cumplió semanas atrás el segundo aniversario del ápice de la revuelta ciudadana que hizo trizas el espejismo chileno, el usual ejemplo citado por la derecha argentina y regional a la hora de ponderar un supuesto experimento económico exitoso. De esa oleada, hija dialéctica de la denominada revuelta estudiantil de los “pingüinos”, fue cristalizándose un instrumento político que lleva como candidato presidencial al joven Gabriel Boric, que viene del sur de su país, ex dirigente universitario, portador y referente de una izquierda que linkea con un formato programático coincidente, pero también distinto, con respecto a las banderas emancipadoras que enarbolaron en su momento Hugo Chávez y Néstor Kirchner.
Boric, frontman de un archipiélago de orgas nacidas al calor de las luchas del presente siglo llamado Frente Amplio, y su principal socio político, el Partido Comunista, una organización centenaria pero vital ya que dirige comunas y cuenta con representación parlamentaria, presentaron a inicios de noviembre un programa de gobierno donde los ejes cardinales giran en torno a las demandas surgidas desde el feminismo y el ambientalismo.
“Boric vive en un departamento en Santiago, rodeado de estanterías y libros gastados al estilo de los estudiantes universitarios. Esos volúmenes, especialmente las obras sobre ciencia política y literatura, dejaron una huella en un político que se describe a sí mismo como parte de una tradición de la izquierda latinoamericana. En su opinión, la sociedad tiene dos opciones: remediar la desigualdad o caer en el caos o la extinción. ‘O nos salvamos juntos o nos hundimos por separado’, dice. ‘La crisis climática es la mejor evidencia de esto, al igual que la pandemia”, perfila a Boric un equipo periodístico de la agencia Bloomberg que pudo entrevistarlo a inicios de octubre.
El "Bolsonaro" trasandino
Los vientos de izquierda que vienen del sur de la Patagonia chilena no tienen garantía de abrir las grandes alamedas, como soñó el presidente derrocado socialista Salvador Allende, ya que al frente de los sondeos figura el candidato ultraderechista José Antonio Kast, un outsider del sistema político, un dirigente nostálgico de los tiempos de Pinochet, un cuadro que hizo recuperar la autoestima de los pitucos chilenos proponiendo alambrar las fronteras del país para no permitir el ingreso de flujos migratorios vecinos.
El novedoso y desconcertante tablero político chileno abre un sinfín de interrogantes, ¿Nace una nueva grieta política en el vecino país? ¿Chile podría ser cuna de un modelo progresista de nuevo cuño en la región? ¿Qué pasa, mientras tanto, con el proceso constituyente liderado por una dirigente proveniente de las comunidades originarias? ¿Hasta dónde el actual sismo hará tambalear el contorno político y económico chileno del último medio siglo?
El Destape habló con la colega Isabel Charlín, editora en la sección política del decano diario La Discusión de la región de Chillán, el segundo más antiguo de Chile y el tercero más antiguo de Latinoamérica. Magister en Política y Gobierno por la Universidad de Concepción, Charlín transmite vía zoom su lectura política del 21 N, una jornada donde podría morir todo lo que no termina de morir en Chile, y donde podría comenzar a nacer todo lo que no termina de nacer en el hermano país.
“Es notorio que tanto la izquierda como la derecha han reacomodado sus equilibrios internos de poder. En el caso de que triunfara Gabriel Boric en las elecciones hay que reparar en dos hechos, la coalición que lidera nunca gobernó el país, además tendría como principal líder opositor a otra persona que tampoco nunca ha gobernado el Ejecutivo, José Antonio Kast. En la derecha podemos ver un fenómeno bastante interesante porque se ha radicalizado con la irrupción de Kast, se podría decir que se ha derechizado la derecha. Muchos ciudadanos que tenían posiciones más bien de centro se han desatado con la irrupción de Kast. El posible buen resultado de un dirigente de ultraderecha va a interrumpir el viaje que estaba haciendo la derecha hacia el centro, un reperfilamiento que al parecer no tuvo resultados”, estima Charlín.
Para presentar a Gabriel Boric en sociedad, el dirigente de 35 años que lleva tatuado un faro patagónico en su piel - “un faro magallánico solitario entre los tempestuosos y misteriosos mares de la Patagonia austral”, escribió el candidato en su cuenta de Instagram-, Charlín elige las siguientes palabras: “a la luz de sus propuestas, es un dirigente de sesgo socialdemócrata. Es más, sus socios del Partido Comunista lo catalogan como un dirigente amarillo, él navega en esos mares, para Boric resulta complejo quedar bien ante todo el mundo. Una duda latente en un hipotético gobierno de Boric es sobre el rol que tendrá la ex Concertación, ya que es evidente que Boric necesitara su apoyo”.
Por último, a la luz débil de los sondeos, mecanismos de aproximación que intentan a ciegas medir la percepción ciudadana chilena, una percepción y una apetencia de carácter volcánico, difícil de fotografiar, hay sin embargo una certeza, habrá ballotage, segunda vuelta, una batalla final entre el joven y barbudo Boric contra el blanco y agrio Kast.
Al respecto, hay un consenso en los especialistas sobre que Boric tiene más chances de vencer en la menciona instancia. Sin embargo, Charlín estima que esa hipotética victoria no será un campo de rosas: “Siento que Boric intenta tender puentes hacia el centro, pero sus socios del Partido Comunista plantean reformas más profundas. En paralelo, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista no tienen buen diálogo con el PC. Pero, no es la primera vez que se han formado coaliciones amplias para enfrentar a la derecha, y en ese sentido hay un fuerte consenso de no permitir otro gobierno de derecha en el campo de la izquierda".