El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, descartó este martes una intervención federal en Río de Janeiro frente a los atentado cometidos por la mafia parapolicial que controla gran parte del crimen organizado y el narcotráfico, aunque anunció que propondrá una mayor participación de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas en la vigilancia de rutas, puertos y aeropuertos.
Lo hizo al comentar la ola de terror lanzada por las milicias parapoliciales en la zona oeste de Río, que incendiaron el lunes un tren y 35 colectivos como represalia por la muerte, en un tiroteo con la Policía, del sobrino de uno de los líderes de la mafia parapolicial, organización surgida hace tres décadas para disputarle el poder de la venta de drogas a las organizaciones narcotraficantes que dominan varias favelas cariocas.
"No queremos intervenir Río de Janeiro, no le queremos sacar autoridad al gobernador, al intendente", dijo Lula en su programa Conversación con el Presidente que emiten los medios públicos, el primero desde que se operó de la cadera a comienzo de mes, en medio de su recuperación que debe durar hasta fines de noviembre.
Lula dijo que su intención es reunirse con el ministro de Defensa, José Mucio, y colaborar con las Fuerzas Armadas en la fiscalización mayor en aeropuertos y puertos por parte de la Marina y la Fuerza Aérea, mientras que aumentará la cooperación de la Policía Federal en las rutas. "Cuando Río tiene un problema el problema es de todo Brasil, así como los incendios en la Amazonia. Queremos ayudar sin pirotecnia, con medidas concretas, hay que combatir a los milicianos, al crimen organizado, no puede ser que el pueblo sufra tanto", aseguró el mandatario.
El gobernador de Río de Janeiro es Claudio Castro, aliado del ex presidente Jair Bolsonaro que tras los ataques comparó la situación de la llamada ciudad maravillosa con "la violencia de México o Colombia".
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"El problema no es de Río, es de todo Brasil", aseguró Castro, quien está siendo criticado por la política de seguridad pública implementada en su gestión, en la cual crecieron las mafias parapoliciales o miliicias, organizaciones que durante décadas fueron reivindicadas por el clan Bolsonaro como una forma de enfrentar a los narcos de las favelas. El gobernador acusó de terrorismo a los autores de los ataques a ómnibus.
La crisis estalló cuando Faustao, uno de los capos de un grupo parapolicial, murió en una operación realizada por la Policía. Las milicias son organizaciones formadas por policías en actividad o retirados que se montaron para controlar la seguridad en varios barrios y venderle servicios a la comunidad, como alojamiento, tv por cable y wifi. En los últimos años le disputan a los narcos de las favelas el control de la venta de drogas y el tráfico que llega desde Paraguay, Perú, Bolivia y Colombia.
Los barrios más afectados fueron los de la zona oeste, que rodean la exclusiva Barra de Tijuca, como Campo Grande y Santa Cruz, espacios dominados por las milicias que tienen gran influencia en la elección de concejales para la cámara municipal de Río. Eran miembros de las milicias los expolicías detenidos que confesaron haber asesinado a la concejala socialista Marielle Franco en febrero de 2018, cuando Río estaba bajo la intervención federal del entonces presidente Michel Temer, que designó como interventor al general Walter Braga Neto, posteriormente ministro de Jair Bolsonaro y candidato a vicepresidente el año pasado.
Con información de Télam