Rusia suspendió las medidas de seguridad en Moscú provocadas por la rebelión del grupo Wagner

26 de junio, 2023 | 11.48

Rusia suspendió hoy las medidas de seguridad instauradas en Moscú durante la sublevación de 24 horas del líder del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, y gran parte de sus hombres, que tensionó al Kremlin y expuso vulnerabilidades entre las fuerzas rusas justo en un punto álgido de la guerra en Ucrania.

La rebelión de Prigozhin, quien durante mucho tiempo fue un férreo aliado del presidente ruso, Vladimir Putin, duró 24 horas y terminó el sábado por la noche con un acuerdo entre él y el Kremlin, mediado por el presidente bielorruso.

En virtud de ese acuerdo, Prigozhin obtuvo garantías de inmunidad para él y sus hombres a cambio de poner fin a la sublevación.

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El grupo paramilitar ha tenido un papel clave junto al Ejército ruso en la ofensiva en Ucrania.

Prigozhin, cuyo paradero hoy era desconocido, deberá exiliarse en Bielorrusia, informó el Kremlin, aunque la causa penal en su contra sigue abierta y continúa siendo investigado por el FSB (Servicio Federal de Seguridad) de Rusia, según indicaron hoy las agencias de prensa rusas, citando a una fuente de la Fiscalía general.

El sábado, el grupo paramilitar Wagner y su líder se sublevaron a los mandos militares leales al Kremlin y ocuparon la ciudad fronteriza de Rostov, desde donde siguió su marcha hacia Moscú.

En el levantamiento, Prigozhin desafió frontalmente la autoridad del ministro de Defensa, Serguei Shoigu, y del jefe del Estado, Mayor Valeri Guerasimov, a los que acusó de haber ordenado un bombardeo contra sus posiciones en Ucrania que dejó decenas de combatientes muertos.

Prigozhin lanzó su insurrección armada días después de que Putin anunciara que los combatientes de Wagner tenían que firmar contratos con el Ejército.

"Quieren desmantelar el grupo", denunció el sábado Prigozhin.

El jefe de la milicia afirmó que ingresó a Rusia con sus tropas para deponer al mando militar ruso, y que él y sus 25.000 hombres estaban "listos para morir" en su cometido.

La sublevación originó una fuerte advertencia de Putin, quien acusó a Prigozhin de traición y prometió un castigo ejemplar para el exaliado del Ejército regular.

Sin embargo, el sábado por la noche el grupo se replegó, tras un abrupto acuerdo con el Kremlin para que Prigozhin se exilie en Bielorrusia.

Prigozhin dijo que ponía fin a la rebelión para evitar un "baño de sangre".

Tras el acuerdo, las autoridades rusas anunciaron el levantamiento del "régimen de operación antiterrorista", que otorga más poderes a las fuerzas de seguridad, en la región de Moscú y en la de Voronezh, al sur de la capital, donde entraron las unidades de Wagner y se produjeron tiroteos.

La medida se tomó ante la ausencia de "amenazas para la vida" de los habitantes, precisó hoy el alcalde de Moscú, Serguei Sobianin, quien agradeció la "calma y comprensión" de los moscovitas.

El pacto desmanteló el mayor desafío para Putin en sus más de 20 años en el poder en Rusia.

El Kremlin dijo que los hombres que siguieron a su líder en la rebelión no serían acusados penalmente, en agradecimiento a sus esfuerzos en Ucrania, y que algunos, "si lo deseaban", podrían pasar a formar parte del Ejército.

Wagner afirmó hoy que su principal sede en San Petersburgo (noroeste), funcionaba "con normalidad de acuerdo con la legislación de la Federación Rusa".

El objetivo oficial de la rebelión de Prigozhin era el reemplazo de Shoigu y Guerasimov.

Por el momento, Putin no ha anunciado ningún cambio en la cúpula militar.

La agencia de noticias rusa RIA informó hoy que Shoigu visitó las tropas rusas en Ucrania, su primera aparición pública desde el motín.

Según el Kremlin, Putin conversó con el presidente iraní, Ebrahim Raisi, y con el emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad al Thani, quienes le expresaron su "apoyo" tras la rebelión armada.

China también demostró su respaldo a Rusia.

El viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Andrei Rudenko, fue recibido ayer por el ministro de Relaciones Exteriores chino, Qin Gang

Según el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, la crisis revela "verdaderas fisuras" en la autoridad de Putin.

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, sigue el relato de Washington y consideró hoy que la sublevación demuestra que la ofensiva en Ucrania está "resquebrajando el poder ruso" y "afectando a su sistema político".

Para el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el levantamiento pone en evidencia "el gran error estratégico que el presidente Putin cometió con su anexión ilegal de Crimea y la guerra contra Ucrania".

En Ucrania, numerosos analistas consideran que la crisis en Rusia podría debilitar a las fuerzas invasoras en el terreno y beneficiar a las tropas de Kiev, involucradas en una difícil contraofensiva desde hace semanas, gracias a la ayuda brindada por las potencias occidentales aliadas.

Suecia anunció hoy un "paquete estival humanitario" de 35 millones de dólares en ayudas para Ucrania, para satisfacer "las necesidades más urgentes" con comida, agua, productos sanitarios, entre otros.

La viceministra ucraniana de Defensa, Ganna Maliar, informó que el Ejército ucraniano le arrebató 17 kilómetros cuadrados de terreno a las fuerzas de Moscú, lo que lleva el total de territorio recuperado a 130 kilómetros cuadrados desde principios de junio.

Además, la funcionaria anunció que las tropas ucranianas habían recuperado la localidad de Rivnopil, en la región de Donetsk, en el frente Sur, información que fue desmentida por Moscú.

Con información de Télam

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